el circo de la vida / tato iglesias

este es un poema bello! escúchenlo porque creo que no hay palabras para decir lo que siento cuando lo escucho!



para bajar la canción: http://www.divshare.com/download/5894891-963



el circo de la vida
AUTOR: Tato Iglesias

Es necesario volver a retomar
sin miedos ni prejuicios
el tema de la revolución.
Una revolución que necesariamente
tiene que partir de esta realidad,
aceptando que vivimos en el sistema capitalista,
debemos pensar, actuar y animarnos
a vivir desde otros paradigmas.

No sólo diciendo sino haciendo,
buscando coherencia entre la palabra y el gesto.
Poniendo la paciencia impaciente en esta construcción.

Y tenemos que ir todos sin discriminaciones,
los intelectuales y los artistas,
los cojos, los mudos y los ciegos,
los que pueden y los que no pueden.

Es darnos ánimo,
encendernos los fueguitos,
recuperar los ideales,
tener siempre encendidas
las luces del circo de la vida.

Aunque los payasos estén tristes, la soga de los trapecistas derruidas y la carpa remendada, el circo de una nueva vida debe continuar.
Está en nosotros…

sábado, 22 de noviembre de 2008

del pirata cojo cuando me amaba...

con esta canción el pirata cojo empezó su cd, cuando me amaba aún... gracias por ese cd y por hacerme una canción tan bella (que está colgada en mi blog cheqa! increíblemente son ya muchísisisissisiiissisiimos años desde que la hiciste!!) es un poema recitado, por eso está en mi cheqa...



para bajarlo: http://www.divshare.com/download/5894213-b66

liberen a los cinco ya!

LA HEROICA ESTRELLA DE LOS CINCO
Oscar Sosa Ríos

Desde mi casa sencilla pequeña y firme
por donde traviesan mis nietos sus milagros
y mi mujer estruja la ropa lavada de sudores
desde aquí digo
por las cinco puntas de la estrella heroica
una o cien palabras de amor
para vos compañero René
para vos hermano Antonio
para ustedes camarada Fernando
cubanísimo Ramón
militante Gerardo.

Palabras repletas de amor solidario
de los hombres ateridos del mundo
que se prosternan ante tanta valentía.
Ante el gesto luminoso de la siempre victoria
que estalla en el pecho de sus camisas abiertas
como ejemplo de puños invencibles.

Desde este lugarcito de mi amado pueblo
donde el mejor amigo comparte este mensaje
decimos
que la palabra amor
se multiplica en la luz que les enviamos
y ella
horadará la piedra desgarrante
fundirá el aherrojado hueco oscuro
que tanto deleita al tirano de la libidinosa espuma
para llegar hasta el canto de acero y de sinsontes
deteniendo la mano y la escoria del gusano imperial.

Para que los cinco en la estrella heroica
se consagren en la sangre universal de su bandera
y puedan ser eternos de pura libertad.

viernes, 21 de noviembre de 2008

niño / miguel hernández

NIÑO
Miguel Hernández

Rueda que irás muy lejos, vuela que irás muy alto.
Torre del día eres, del tiempo y del espacio.

Niño: vuela, rueda, torre. Pie, pluma, espuma, rayo.
Ser como nunca ser. Alborear del pájaro.

Eres mañana. Ven, con todo de la mano.
Eres mi ser que vuelve, hacia su ser mas claro.

El universo eres, que gira esperanzado.
Pasión del movimiento: la tierra es tu caballo.

Cabálgala. Domínala. Y brotará en su casco
su piel de vida y muerte, de sombra y luz piafando.

Asciende, rueda, vuela, creador del alba y mayo.
Alumbra, ven. Y colma el fondo de mis brazos.

martes, 18 de noviembre de 2008

Sobre lo saludable de desear imposibles


luis maría pescetti
17/11/2008
Misterio de salud

Hay que ser un niño pequeño, al menos una vez por semana.
Si se tienen 35, o 50 o 70 años o los que sean, no importa,
si se tienen 10 años tampoco,
hay que volver a ser un niño pequeño, de 2 o 3 años, y también un bebé al menos un momento, una vez por semana.
Hay que ser una persona madura, también, por lo menos
una vez por semana, si se tienen 5 o 75 u 85, 10 o 18 años.
Hay que practicar, ponerse en el lugar de otros, resolver asuntos,
sentirse responsable y activo, por lo menos
una vez por semana.
Viejo también. Anciano. Mirando la vida desde una terraza,
sonreír con lejanía, medio perderse distraídamente si una reunión es numerosa,
alejarse de los detalles del mundo,
eso también, por lo menos una vez por semana,
si se tiene cualquier otra edad.
Estas ideas se me ocurrieron en varios días.
El último fue cuando un matrimonio muy amigo vino a casa con su bebé de cuatro meses. Antes de irse algo lo incomodó y lloró con una vocecita tan pequeña como la de una hormiga sola, o la de un puercoespín bebé, perdido en un supermercado. Esto último es porque hay un chiste sobre una familia de puercoespines que entra a un supermercado, todos muy cortos de vista. El más pequeño se pierde del grupo y, metiéndose entre secciones, buscando al resto da con "jardinería", choca contra un cactus y le pregunta: "¿Eres tú, mami?".
Ese efecto producía la voz de Manuel.
Una noche antes, Delfina, una abuela de 95 años, estaba sentada cómodamente en un sillón, y noté que miraba con algo de confusión esa cantidad de personas que pasaban con vasos y platos por todas partes. Todos hijos y nietos, pero ya demasiados como para ubicarse. De modo que en su mirada se reflejaba un ligero apartamiento, un retirarse hacia adentro, como si al no podernos ir, físicamente, nuestro pensamiento hiciera unos pasos atrás, a algún lugar menos aturdido.
Una semana antes fui a un hospital a leer dos textos breves, en unas jornadas dirigidas a médicos. Se rieron hasta llorar de la risa. Pero ya antes estaba con mucha tranquilidad en lo que iba a hacer, a pesar de que todos eran adultos, y todos eran médicos (yo le tengo miedo a los médicos). Mi confianza se basa en un secreto, y es que sé que todas las personas, guardan profundas añoranzas con momentos de su vida, su juventud o su infancia. Es un secreto tan bien guardado que, en muchas ocasiones, ni quienes lo cargan lo saben. Es decir, ni quienes desearían volver por un instante a tal tarde o tal mañana en su propia vida, son consciente de hasta qué punto desean eso. Saben con tanta certeza de que no es posible, que ignoran que aún sabiendo que es imposible, lo desean.
Y es que las leyes del deseo son otras. Ni siquiera la de desear imposibles, sino, mucho más sencillamente: de que es posible desear algo imposible.
Por ejemplo: si deseáramos volar una noche, encima de nuestra ciudad o nuestro pueblo, sin aviones ni máquinas, simplemente volar una noche, solos o de la mano de alguien, volar, y aún sabiendo que es imposible, nos permitimos desearlo, ocurre que nos enteramos de algo que nos gustaría. Y eso es como una pregunta, y no hay que acallar ninguna pregunta.
Fíjate que a mí me gustaría volar una noche sobre mi pueblo.
¿Cómo las brujas?
Como los pájaros, o sí, también, como las brujas.
¿Y por qué?
Porque es hermoso, por curiosidad, porque me da placer.
A mí no, dice la otra persona, a mí me gustaría ser invisible.
Pues ocurre que no todas las personas deseamos las mismas cosas imposibles.
No es lo mismo el que desearía volar de noche, que el que desearía ser invisible.
Y he ahí que hasta en eso somos diferentes.
Amigos, saquen una hoja y escriban algunos deseos que saben imposibles. Luego comparen con las hojas de sus compañeros.
Regreso a las jornadas de ese hospital, aquel día.
De modo que mi tranquilidad se basaba en ese secreto.
Todos, aún quienes son tan realistas que no se lo confiesan a sí mismos, que no pueden reconocerlo, que son tan realistas que ni toleran hablar de eso que les gustaría tanto pues saben que es imposible, aún ellos anhelan algunos momentos de su vida.
De modo que me paré delante de todos los doctores, en ese hospital, y leí dos textos breves que los llevarían, a cada uno a su manera, a un momento de su vida.
Así fue que lloraron de la risa, volvieron y regresaron, y se sintieron aliviados, como si hubiera ido o, mejor aún: como si alguien les hubiera dicho "¿Verdad que, aún cuando sabemos que es imposible, sería hermoso volver a tal día?". Y sus fantasmas divertidos salían de sus cuerpos, que distraídos se reían, y me daban la razón: "Vaya que sí estaría bueno". Y nada más, y sólo eso. Y volvían ordenados y obedientes a sus cuerpos y sus delantales de médicos, laboratoristas, enfermeros, luego de haber hecho ese paseo verde y refrescante por el deseo.
Yo también viajo, cuando hago viajar, y regresé a mi casa.
Unos días antes había ido a visitar a un niña de 8 años que, súbitamente, comenzó a hacer movimientos involuntarios y al otro día ya no podía moverse. Sólo su brazo izquierdo, y esa mano, un poco el tronco, la cabeza y hablaba sin dificultad, si no estaba cansada. Una enfermedad causada por un estreptococo que ya había dejado su cuerpo, de modo que volvería a recuperar todos sus movimientos, pero ese regreso demoraría entre tres meses y un año. Su padre me llamó pues la niña se divertía con algunos de mis cuentos mientras estaba internada.
De modo que eso le dije a los médicos ese día, que debíamos cambiar la pregunta "¿Qué libros te llevarías a una isla o cuáles rescatarías de un naufragio? Pues todos sabemos que no iremos a una isla, ni naufragaremos. Mejor cambiarla por ¿Qué libros le leerías a tu hijo si estuviera internado?
Y así ver que la respuesta es completamente otra. ¿Qué libros le leerías a tu madre si estuviera enferma? ¿Qué libros le leerías a tu padre? ¿A tu hermano? ¿A tu esposa, tu esposo? ¿A tu mejor amigo, si estuvieran enfermos?
Visité a esa niña y, lo cierto, es que hasta nos reímos.
De modo, pensaba yo, que hay momentos en que los libros ayudan cuando uno ni siquiera se puede mover.
El caso es que todas esas experiencias, ideas y emociones estaban sueltas como las cuentas de un collar, rodando desordenadas dentro mío, hasta que el fino hilo de voz del llanto de Manuel, de sólo cuatro meses, las unió.
Al otro día desperté y escribí.
Uno debería ser un niño pequeño, al menos una vez por semana. ¿Cuán pequeño?
Tanto como cuando lloras de impotencia ante algo que escapa a tu control. Sea lo que sea.
Tanto como cuando sientes placer y protección como si te sostuvieran en brazos.
Uno debería ser una persona madura, al menos una vez por semana,
tanto como cuando te toca dar consuelo o sostén,
tomar las riendas en tus manos,
o disfrutar plena y poderosamente.
Al menos una vez por semana.
Y un anciano también, que se aparta dulcemente,
y ya cumplió con todas las labores y disfruta de su propia obra
incluso con algo de desprendimiento.
También, al menos, una vez por semana.
Más también, menos también; pero no siempre menos, pero no siempre más.

se preguntan

se preguntan
luis pescetti


Las plantas se preguntan si hay otras formas de vida en el universo.
Las hormigas se preguntan si hay otras formas de vida en el universo.
Los humanos nos preguntamos lo mismo.
Unos peces que habitan en las profundidades marinas
se preguntan si hay otras formas de vida en el universo.
Los niños se preguntan si hay otras formas de ser niños en el universo.
Las aves se preguntan si hay otras formas de vida en el universo.
Las tortugas piensan lentamente, pero piensan en esas cuestiones.
Las ballenas y los delfines se preguntan si hay otras formas en el universo.
Las mujeres miran a los hombres, miran y se preguntan.
Los bichos bolita, los elefantes, las abejas, los fabulosos hipopótamos también se preguntan
¿Habrá otras formas de vida en el universo?
Observen cómo miran los hombres a las mujeres.
Vean a tanto ser ir en silencio,
moviendo sus patas,
desplazándose a nado y volando,
¿y qué se imaginan que habrá en la cajita azul de su pensamiento?,
¿en su silencio?
Abran la tapa de esa cajita azul y encontrarán la misma pregunta
sobre la soledad, sobre si somos únicos,
sobre si hay otros.
Con miedo y con deseo,
la misma misma pregunta.

viernes, 14 de noviembre de 2008

DICOTOMÍA INCRUENTA

Siempre llega mi mano
más tarde que otra mano que se mezcla a la mía
y forman una mano.

Cuando voy a sentarme
advierto que mi cuerpo
se sienta en otro cuerpo que acaba de sentarse
adonde yo me siento.

Y en el preciso instante
de entrar en una casa,
descubro que ya estaba
antes de haber llegado.

Por eso es muy posible que no asista a mi entierro,
y que mientras me rieguen de lugares comunes,
ya me encuentre en la tumba,
vestido de esqueleto,
bostezando los tópicos y los llantos fingidos.

Eliseo Zubiela.

jueves, 13 de noviembre de 2008

PREGUNTAS


Ya que navegas por mi sangre y conoces mis límites,
y me despiertas en la mitad del día para acostarme en tu recuerdo
y eres furia de mi paciencia para mí,
dime qué diablos hago, por qué te necesito,
quien eres, muda, sola, recorriéndome, razón de mi pasión,
por qué quiero llenarte solamente de mí, y abarcarte, acabarte,
mezclarme a tus huesitos y eres única patria
contra las bestias del olvido.

Juan Gelman

CUERPO DE LAURA

El mapa de tu cuerpo que yo abrazo,
-la sutil orografía de tu alma-
me entrega tus pezones como vasos,
como dulces girasoles que me calman.

La curva donde caen mis caricias,
el aljibe donde bebe mi ceguera,
el ombligo donde el trópico se inicia,
me nombraron ciudadano en tus caderas.

La pupila que germina en tus anteojos,
y el cristal de tu lágrima en mi sexo
brillan más que los soles de los presos.

Este óleo de mujer entre mis ojos,
desnuda y en lo oscuro, late al rojo,
y deshiela pesadillas, si la beso.


Fernando Montalbano.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

INVITACIÓN AL BARRIO DEL DESEO

Si canto con tu palabra que duele,
y agito el pañuelo de mi guitarra,
me pienso a pie sobre los andenes
de la utopía privatizada.

Aún espero lo que esperaba,
y aunque el pasaje diga "al olvido",
volar pa' dentro, no cuesta nada,
y ese es un vértigo bienvenido.

Te invito al tren que sale a tu historia,
sobre las vías del boca a boca,
y llega en punto a cada recuerdo.

Bajo los mapas de mi soneto
parte el Expreso de la Memoria;
y los que canten, tendrán boleto.


Fernando Montalbano.

REGLAMENTO INTERNO PARA SOÑADORES

No dormir con los párpados caídos,
traicionar reglamentos anteriores,
serle fiel al café de lo prohibido,
vacunarse contra despertadores.

Despistar a la hoz de la rutina,
caminar con la zurda por el borde,
no volar si no hay tierra en la retina,
y almorzar, por lo menos, un acorde.

Despeinar la melena de los libros,
ordenar las ideas como flores,
desertar de los besos sin peligro,

defender las tristezas en colores,
no perder la razón, sí el equilibrio.
Y mañana, vendrán sueños mejores.

Fernando Montalbano

LLUEVE SOBRE UN OTOÑO DESNUDO

Siempre me gustó darle la bienvenida a la lluvia,
salir a su encuentro y dejar que el agua
me mojara el pelo y la piel
y correr de refugio en refugio
y después como la cola del tiempo
ir pisando la profundidad de los charcos
dejando atrás la estela del viento
y de rostros reflejados en la suciedad del barro.

Siempre, pudo ser un paraíso de interminables días
de aventura, risa,búsquedas y canción,
pero un día la lluvia se retrasa
y el charco del recuerdo es sólo polvo seco
que se adhiere al caminar de los pies.

Las sombras de la noche chillan y chillan
cuando el espejo es un mero instrumento
del proceder de la sed,el tam tam ansioso
de ancestrales compromisos nos lleva en volandas
a retratos de hoy y de ayer.

Quizá no somos lo que quisimos
pero tampoco somos lo que quisieron,
estamos más cerca de lo pretendido
y un poco más lejos de lo que pretendieron.

Dicho así,es mas una victoria
que nos abre puentes al camino
sobre las trampas,tretas y engaños
que tejimos y tejieron.
Dicho así,es una herramienta
arañando el desaliento,
al cansancio de ser uno mismo.

Un día regresa la lluvia y sobre lo que fue
se arremolinan naufragios y citas,huellas,
amores,sueños y destinos que dejaron de ser
y una suerte de premoniciones en los labios
que no es otra cosa que sangre en el alma
y corazón en los pies.

Siempre, pudo ser un paraiso de interminables días
de aventura,risa,búsquedas y canción,
y un dia el azar nos trae una nube de melancolías
y todo queda quieto respirando el quehacer de la sal
sobre lo que uno sabe y no sabe.

Las sombras revolotean en plazas y jardines,
las estatuas comentan el mismo chiste que anteayer
dejó de provocar algarabía a borbotones,
y todo va y viene y uno dentro de esa espiral,
las palomas se alejan y dejan plumas y mierda
y cementaron los charcos donde soliamos respirar.

Siempre voy a darle la bienvenida a la lluvia
salgo a su encuentro y dejo que el agua
desordene el pelo y la piel
y corro de refugio en refugio
y después como la cola del tiempo
voy pisando la profundidad de los charcos
dejando atrás la estela del viento
y de rostros de lo que uno es y deja de ser.

Agualdulce a 12 de Noviembre de 2008
Alberto Montoya Alonso

UNA FELICIDAD LIBRE DE EUFORIA

De Luis Felipe Barrio y Matías Ávalos

Existe una felicidad libre de euforia, una felicidad sostenida de días que suceden sin sucederse, libres de vértigo también. Una felicidad que no atrae la atención de los dioses porque apenas es. Los que la transitan paso a paso no notan el camino. Una felicidad sin entusiasmo, sin acontecimientos. El amor, como el sol en la fronda, se difunde humildemente. Esos días el sueño significa dormir más que soñar. En sus dominios nunca hay que levantarse a medianoche para limpiar las sábanas de arena porque no ha habido playa ni combate mas sí serenidad, de otra manera. Como lo que perdura y no es inercia ni llama. No hay herida y no ciega la espada al mensajero. Últimamente pienso mucho en esto. No sé si la he tenido, no recuerdo. He encontrado dos líneas en que pido una felicidad libre de euforia. Y si no la he tenido, me pregunto por qué sé describir tan justamente ese país en el que nunca he estado.

lunes, 10 de noviembre de 2008

poemas de ángel gonzález...

ME HE QUEDADO SIN PULSO Y SIN ALIENTO...

Me he quedado sin pulso y sin aliento
separado de ti. Cuando respiro,
el aire se me vuelve en un suspiro
y en polvo el corazón de desaliento.

No es que sienta tu ausencia el sentimiento.
Es que la siente el cuerpo. No te miro.
No te puedo tocar por más que estiro
los brazos como un ciego contra el viento.

Todo estaba detrás de tu figura.
Ausente tú, detrás todo de nada,
borroso yermo en el que desespero.

Ya no tiene paisaje mi amargura.
Prendida de tu ausencia mi mirada,
contra todo me doy, ciego me hiero.
______________________________________________

Así nunca volvió a ser

Como llevaba trenza
la llamábamos trencita en la tarde del jueves.
Jugábamos a montarnos en ella y nos llevaba
a una extraña región de la que nunca volveríamos.

Porque es casi imposible abandonar
aquel olor a tierra de su cabello sucio,
sus ásperas rodillas todavía con polvo
y con sangre de la última caída
y, sobre todo,
la nacarada nuca donde se demoraban
unas gotas de luz cuando ya luz no había.

Allí me dejó un día de verano
y jamás regresó
a recoger mi insomne pensamiento
que desde entonces vaga por sus brazos
corrigiendo su ruta, terco y contradictorio,
lo mismo que una hormiga que no sabe salir
de la rama de un árbol en el que se ha perdido.

retratos imperfectos / alberto montoya

"Se va porque presiente un torpe asedio
y prefiere la huida a la muralla.
Regresa,cuando intúyeme vencido
para auparse a mi pecho y,al oído,
decirme: ahora empieza la batalla."

Ricardo Bermejo Álvarez

"Cierto que cuando aprendí
que la vida iba en serio,
quise quemarla de prisa
jugando con fuego.
Y me abrasé defendiendo
mi propio criterio
porque vivir
era más que unas reglas en juego."

Luis Eduardo Aute


I

Ya sé que puedo ser tu pecado,
tu más fiel y alado diablo,
tu beso más despreocupado y cruel.
Y además puedo ser
tu vida y tu agonía,
tu desesperanza sin medida,tu luz,
tu mentira,la eterna pesadilla.

Ya sé que soy el dedal y la aguja
que tu corazón apretuja
entre oleajes sin cosecha.
Y además que al no ser bueno
me convierto en leyenda de tu recelo
tempestad lapidaria,sentencia
con cadencias de nocturno deambular.

¿Y qué más?,si no practico perdones ni arrepentimientos,
a menudo me traiciono sin lloros ni lamentos,
de un embudo cuelgan como besos sin rumbo
gotas de la lucidez que pierdo.
Prefiero rascar en el abismo a una más de lo mismo,
dejé de ser brujo en el embrujo del avestruz,
de ser colegial en la bruma del tormento.

II

Te entregaste sin ahorro y en tu sacrificio
no esperé gesto ni trato distinto,
empeñada en matarte a diario,
me ocupé en matarme y en que no me mataras,
siempre fue necesario el asesinato de las distancias,
las razones de la angustia y la sangre
para que la vida llegara a los labios.

Con un oratorio de razones sin ofrecimiento
aprendimos a estar en el camino con excesos de duelo.
Con un sorpredente currículum de saltos en el cielo,
tuvimos oficios varios de acróbatas sin red,
de afilados instintos guerreros,de lutos en la sién.
El ser torpes estrategas de los vicios de la salud
fue la única virtud nacida a tiempo.

Con la tentación de huir en el bolsillo
cuidaste de mis desvelos,atajos y extravios
y en el silencio enredabas tus idas y venidas,
tu devenir,tu letal equilibrio,tu ironía.
Ocupados en fijar pócimas para tanto veneno
entregábamos buena o mala la vida,
la única vida que tenía y tenías.

III

El amor se hizo de heridas,tics y techo,
esperanzas,alevosías,sirocos y despechos,
de historia,de histerias,abundancia y escasez,
de juventud,compañía,soledad y vejez.
Tuvo y tiene navajas y maldad,causa y remedio,
cicatrices,demencia y lucidez y una extremada sed,
estrella en lejanía hambrienta de vivir y de vida.

Arquitectos sin Colegio,las secuelas del tiempo
blanquearán la piel de los cuentos y los sueños,
ay! los sueños,serán una deuda más que nos debemos,
nunca serán quimera del despertar de la sal
en la resignación de sábanas desvencijadas,
pagos obligados de las secuelas del tiempo,
velas rotas en un otoño sin mar.

Dime que no todo fue naufragio,
que no todo fue un viento huero y muerto,
amor mío,dímelo,al menos a mí
me va la vida en ello.
Ya sabes,somos retratos imperfectos,
desnudos espejos arrastrando huellas y piedras
en la corriente de un rio revuelto.


(Que mi compadre Aute me perdone el uso
y abuso de alguno de sus versos.)

Alberto Montoya Alonso
El Ejido (Almería) 5/6 de Mayo de 1998
Reconstruido con las licencias oportunas
en Aguadulce a 6 de Noviembre de 2008.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Carta a una señorita en París / Julio Cortázar

Andrée, yo no quería venirme a vivir a su departamento de la calle Suipacha. No tanto por los conejitos, más bien porque me duele ingresar en un orden cerrado, construido ya hasta en las más finas mallas del aire, esas que en su casa preservan la música de la lavanda, el aletear de un cisne con polvos, el juego del violín y la viola en el cuarteto de Rará. Me es amargo entrar en un ámbito donde alguien que vive bellamente lo ha dispuesto todo como una reiteración visible de su alma, aquí los libros (de un lado en español, del otro en francés e inglés), allí los almohadones verdes, en este preciso sitio de la mesita el cenicero de cristal que parece el corte de una pompa de jabón, y siempre un perfume, un sonido, un crecer de plantas, una fotografía del amigo muerto, ritual de bandejas con té y tenacillas de azúcar... Ah, querida Andrée, qué difícil oponerse, aun aceptándolo con entera sumisión del propio ser, al orden minucioso que una mujer instaura en su liviana residencia. Cuán culpable tomar una tacita de metal y ponerla al otro extremo de la mesa, ponerla allí simplemente porque uno ha traído sus diccionarios ingleses y es de este lado, al alcance de la mano, donde habrán de estar. Mover esa tacita vale por un horrible rojo inesperado en medio de una modulación de Ozenfant, como si de golpe las cuerdas de todos los contrabajos se rompieran al mismo tiempo con el mismo espantoso chicotazo en el instante más callado de una sinfonía de Mozart. Mover esa tacita altera el juego de relaciones de toda la casa, de cada objeto con otro, de cada momento de su alma con el alma entera de la casa y su habitante lejana. Y yo no puedo acercar los dedos a un libro, ceñir apenas el cono de luz de una lámpara, destapar la caja de música, sin que un sentimiento de ultraje y desafio me pase por los ojos como un bando de gorriones.


Usted sabe por qué vine a su casa, a su quieto salón solicitado de mediodía. Todo parece tan natural, como siempre que no se sabe la verdad. Usted se ha ido a París, yo me quedé con el departamento de la calle Suipacha, elaboramos un simple y satisfactorio plan de mutua convivencia hasta que septiembre la traiga de nuevo a Buenos Aires y me lance a mí a alguna otra casa donde quizá... Pero no le escribo por eso, esta carta se la envío a causa de los conejitos, me parece justo enterarla; y porque me gusta escribir cartas, y tal vez porque llueve.

Me mudé el jueves pasado, a las cinco de la tarde, entre niebla y hastío. He cerrado tantas maletas en mi vida, me he pasado tantas horas haciendo equipajes que no llevaban a ninguna parte, que el jueves fue un día lleno de sombras y correas, porque cuando yo veo las correas de las valijas es como si viera sombras, elementos de un látigo que me azota indirectamente, de la manera más sutil y más horrible.

Pero hice las maletas, avisé a la mucama que vendría a instalarme, y subí en el ascensor. Justo entre el primero y segundo piso sentí que iba a vomitar un conejito. Nunca se lo había explicado antes, no crea que por deslealtad, pero naturalmente uno no va a ponerse a explicarle a la gente que de cuando en cuando vomita un conejito. Como siempre me ha sucedido estando a solas, guardaba el hecho igual que se guardan tantas constancias de lo que acaece (o hace uno acaecer) en la privacía total. No me lo reproche, Andrée, no me lo reproche. De cuando en cuando me ocurre vomitar un conejito. No es razón para no vivir en cualquier casa, no es razón para que uno tenga que avergonzarse y estar aislado y andar callándose.

Cuando siento que voy a vomitar un conejito me pongo dos dedos en la boca como una pinza abierta, y espero a sentir en la garganta la pelusa tibia que sube como una efervescencia de sal de frutas. Todo es veloz e higiénico, transcurre en un brevísimo instante. Saco los dedos de la boca, y en ellos traigo sujeto por las orejas a un conejito blanco. El conejito parece contento, es un conejito normal y perfecto, sólo que muy pequeño, pequeño como un conejilo de chocolate pero blanco y enteramente un conejito. Me lo pongo en la palma de la mano, le alzo la pelusa con una caricia de los dedos, el conejito parece satisfecho de haber nacido y bulle y pega el hocico contra mi piel, moviéndolo con esa trituración silenciosa y cosquilleante del hocico de un conejo contra la piel de una mano. Busca de comer y entonces yo (hablo de cuando esto ocurría en mi casa de las afueras) lo saco conmigo al balcón y lo pongo en la gran maceta donde crece el trébol que a propósito he sembrado. El conejito alza del todo sus orejas, envuelve un trébol tierno con un veloz molinete del hocico, y yo sé que puedo dejarlo e irme, continuar por un tiempo una vida no distinta a la de tantos que compran sus conejos en las granjas.

Entre el primero y segundo piso, Andrée, como un anuncio de lo que sería mi vida en su casa, supe que iba a vomitar un conejito. En seguida tuve miedo (¿o era extrañeza? No, miedo de la misma extrañeza, acaso) porque antes de dejar mi casa, sólo dos días antes, había vomitado un conejito y estaba seguro por un mes, por cinco semanas, tal vez seis con un poco de suerte. Mire usted, yo tenía perfectamente resuelto el problema de los conejitos. Sembraba trébol en el balcón de mi otra casa, vomitaba un conejito, lo ponía en el trébol y al cabo de un mes, cuando sospechaba que de un momento a otro... entonces regalaba el conejo ya crecido a la señora de Molina, que creía en un hobby y se callaba. Ya en otra maceta venía creciendo un trébol tierno y propicio, yo aguardaba sin preocupación la mañana en que la cosquilla de una pelusa subiendo me cerraba la garganta, y el nuevo conejito repetía desde esa hora la vida y las costumbres del anterior. Las costumbres, Andrée, son formas concretas del ritmo, son la cuota del ritmo que nos ayuda a vivir. No era tan terrible vomitar conejitos una vez que se había entrado en el ciclo invariable, en el método. Usted querrá saber por qué todo ese trabajo, por qué todo ese trébol y la señora de Molina. Hubiera sido preferible matar en seguida al conejito y... Ah, tendría usted que vomitar tan sólo uno, tomarlo con dos dedos y ponérselo en la mano abierta, adherido aún a usted por el acto mismo, por el aura inefable de su proximidad apenas rota. Un mes distancia tanto; un mes es tamaño, largos pelos, saltos, ojos salvajes, diferencia absoluta Andrée, un mes es un conejo, hace de veras a un conejo; pero el minuto inicial, cuando el copo tibio y bullente encubre una presencia inajenable... Como un poema en los primeros minutos, el fruto de una noche de Idumea: tan de uno que uno mismo... y después tan no uno, tan aislado y distante en su llano mundo blanco tamaño carta.

Me decidí, con todo, a matar el conejito apenas naciera. Yo viviría cuatro meses en su casa: cuatro -quizá, con suerte, tres- cucharadas de alcohol en el hocico. (¿Sabe usted que la misericordia permite matar instantáneamente a un conejito dándole a beber una cucharada de alcohol? Su carne sabe luego mejor, dicen, aunque yo... Tres o cuatro cucharadas de alcohol, luego el cuarto de baño o un piquete sumándose a los desechos.)

Al cruzar el tercer piso el conejito se movía en mi mano abierta. Sara esperaba arriba, para ayudarme a entrar las valijas... ¿Cómo explicarle que un capricho, una tienda de animales? Envolví el conejito en mi pañuelo, lo puse en el bolsillo del sobretodo dejando el sobretodo suelto para no oprimirlo. Apenas se movía. Su menuda conciencia debía estarle revelando hechos importantes: que la vida es un movimiento hacia arriba con un clic final, y que es también un cielo bajo, blanco, envolvente y oliendo a lavanda, en el fondo de un pozo tibio.

Sara no vio nada, la fascinaba demasiado el arduo problema de ajustar su sentido del orden a mi valija-ropero, mis papeles y mi displicencia ante sus elaboradas explicaciones donde abunda la expresión «por ejemplo». Apenas pude me encerré en el baño; matarlo ahora. Una fina zona de calor rodeaba el pañuelo, el conejito era blanquísimo y creo que más lindo que los otros. No me miraba, solamente bullía y estaba contento, lo que era el más horrible modo de mirarme. Lo encerré en el botiquín vacío y me volví para desempacar, desorientado pero no infeliz, no culpable, no jabonándome las manos para quitarles una última convulsión.
Comprendí que no podía matarlo. Pero esa misma noche vomité un conejito negro. Y dos días después uno blanco. Y a la cuarta noche un conejito gris.

Usted ha de amar el bello armario de su dormitorio, con la gran puerta que se abre generosa, las tablas vacías a la espera de mi ropa. Ahora los tengo ahí. Ahí dentro. Verdad que parece imposible; ni Sara lo creería. Porque Sara nada sospecha, y el que no sospeche nada procede de mi horrible tarea, una tarea que se lleva mis días y mis noches en un solo golpe de rastrillo y me va calcinando por dentro y endureciendo como esa estrella de mar que ha puesto usted sobre la bañera y que a cada baño parece llenarle a uno el cuerpo de sal y azotes de sol y grandes rumores de la profundidad.

De día duermen. Hay diez. De día duermen. Con la puerta cerrada, el armario es una noche diurna solamente para ellos, allí duermen su noche con sosegada obediencia. Me llevo las llaves del dormitorio al partir a mi empleo. Sara debe creer que desconfío de su honradez y me mira dubitativa, se le ve todas las mañanas que está por decirme algo, pero al final se calla y yo estoy tan contento. (Cuando arregla el dormitorio, de nueve a diez, hago ruido en el salón, pongo un disco de Benny Carter que ocupa toda la atmósfera, y como Sara es también amiga de saetas y pasodobles, el armario parece silencioso y acaso lo esté, porque para los conejitos transcurre ya la noche y el descanso.)

Su día principia a esa hora que sigue a la cena, cuando Sara se lleva la bandeja con un menudo tintinear de tenacillas de azúcar, me desea buenas noches -sí, me las desea, Andrée, lo más amargo es que me desea las buenas noches- y se encierra en su cuarto y de pronto estoy yo solo, solo con el armario condenado, solo con mi deber y mi tristeza.

Los dejo salir, lanzarse ágiles al asalto del salón, oliendo vivaces el trébol que ocultaban mis bolsillos y ahora hace en la alfombra efímeras puntillas que ellos alteran, remueven, acaban en un momento. Comen bien, callados y correctos, hasta ese instante nada tengo que decir, los miro solamente desde el sofá, con un libro inútil en la mano -yo que quería leerme todos sus Giraudoux, Andrée, y la historia argentina de López que tiene usted en el anaquel más bajo-; y se comen el trébol.
Son diez. Casi todos blancos. Alzan la tibia cabeza hacia las lámparas del salón, los tres soles inmóviles de su día, ellos que aman la luz porque su noche no tiene luna ni estrellas ni faroles. Miran su triple sol y están contentos. Así es que saltan por la alfombra, a las sillas, diez manchas livianas se trasladan como una moviente constelación de una parte a otra, mientras yo quisiera verlos quietos, verlos a mis pies y quietos -un poco el sueño de todo dios, Andrée, el sueño nunca cumplido de los dioses-, no así insinuándose detrás del retrato de Miguel de Unamuno, en torno al jarrón verde claro, por la negra cavidad del escritorio, siempre menos de diez, siempre seis u ocho y yo preguntándome dónde andarán los dos que faltan, y si Sara se levantara por cualquier cosa, y la presidencia de Rivadavia que yo quería leer en la historia de López.

No sé cómo resisto, Andrée. Usted recuerda que vine a descansar a su casa. No es culpa mía si de cuando en cuando vomito un conejito, si esta mudanza me alteró también por dentro -no es nominalismo, no es magia, solamente que las cosas no se pueden variar así de pronto, a veces las cosas viran brutalmente y cuando usted esperaba la bofetada a la derecha-. Así, Andrée, o de otro modo, pero siempre así.
Le escribo de noche. Son las tres de la tarde, pero le escribo en la noche de ellos. De día duermen ¡Qué alivio esta oficina cubierta de gritos, órdenes, máquinas Royal, vicepresidentes y mimeógrafos! Qué alivio, qué paz, qué horror, Andrée! Ahora me llaman por teléfono, son los amigos que se inquietan por mis noches recoletas, es Luis que me invita a caminar o Jorge que me guarda un concierto. Casi no me atrevo a decirles que no, invento prolongadas e ineficaces historias de mala salud, de traducciones atrasadas, de evasión Y cuando regreso y subo en el ascensor ese tramo, entre el primero y segundo piso me formulo noche a noche irremediablemente la vana esperanza de que no sea verdad.

Hago lo que puedo para que no destrocen sus cosas. Han roído un poco los libros del anaquel más bajo, usted los encontrará disimulados para que Sara no se dé cuenta. ¿Quería usted mucho su lámpara con el vientre de porcelana lleno de mariposas y caballeros antiguos? El trizado apenas se advierte, toda la noche trabajé con un cemento especial que me vendieron en una casa inglesa -usted sabe que las casas inglesas tienen los mejores cementos- y ahora me quedo al lado para que ninguno la alcance otra vez con las patas (es casi hermoso ver cómo les gusta pararse, nostalgia de lo humano distante, quizá imitación de su dios ambulando y mirándolos hosco; además usted habrá advertido -en su infancia, quizá- que se puede dejar a un conejito en penitencia contra la pared, parado, las patitas apoyadas y muy quieto horas y horas).

A las cinco de la mañana (he dormido un poco, tirado en el sofá verde y despertándome a cada carrera afelpada, a cada tintineo) los pongo en el armario y hago la limpieza. Por eso Sara encuentra todo bien aunque a veces le he visto algún asombro contenido, un quedarse mirando un objeto, una leve decoloración en la alfombra y de nuevo el deseo de preguntarme algo, pero yo silbando las variaciones sinfónicas de Franck, de manera que nones. Para qué contarle, Andrée, las minucias desventuradas de ese amanecer sordo y vegetal, en que camino entredormido levantando cabos de trébol, hojas sueltas, pelusas blancas, dándome contra los muebles, loco de sueño, y mi Gide que se atrasa, Troyat que no he traducido, y mis respuestas a una señora lejana que estará preguntándose ya si... para qué seguir todo esto, para qué seguir esta carta que escribo entre teléfonos y entrevistas.

Andrée, querida Andrée, mi consuelo es que son diez y ya no más. Hace quince días contuve en la palma de la mano un último conejito, después nada, solamente los diez conmigo, su diurna noche y creciendo, ya feos y naciéndoles el pelo largo, ya adolescentes y llenos de urgencias y caprichos, saltando sobre el busto de Antinoo (¿es Antinoo, verdad, ese muchacho que mira ciegamente?) o perdiéndose en el living, donde sus movimientos crean ruidos resonantes, tanto que de allí debo echarlos por miedo a que los oiga Sara y se me aparezca horripilada, tal vez en camisón -porque Sara ha de ser así, con camisón- y entonces... Solamente diez, piense usted esa pequeña alegría que tengo en medio de todo, la creciente calma con que franqueo de vuelta los rígidos cielos del primero y el segundo piso.

Interrumpí esta carta porque debía asistir a una tarea de comisiones. La continúo aquí en su casa, Andrée, bajo una sorda grisalla de amanecer. ¿Es de veras el día siguiente, Andrée? Un trozo en blanco de la página será para usted el intervalo, apenas el puente que une mi letra de ayer a mi letra de hoy. Decirle que en ese intervalo todo se ha roto, donde mira usted el puente fácil oigo yo quebrarse la cintura furiosa del agua, para mí este lado del papel, este lado de mi carta no continúa la calma con que venía yo escribiéndole cuando la dejé para asistir a una tarea de comisiones. En su cúbica noche sin tristeza duermen once conejitos; acaso ahora mismo, pero no, no ahora. En el ascensor, luego, o al entrar; ya no importa dónde, si el cuándo es ahora, si puede ser en cualquier ahora de los que me quedan.
Basta ya, he escrito esto porque me importa probarle que no fui tan culpable en el destrozo insalvable de su casa. Dejaré esta carta esperándola, sería sórdido que el correo se la entregara alguna clara mañana de París. Anoche di vuelta los libros del segundo estante, alcanzaban ya a ellos, parándose o saltando, royeron los lomos para afilarse los dientes -no por hambre, tienen todo el trébol que les compro y almaceno en los cajones del escritorio. Rompieron las cortinas, las telas de los sillones, el borde del autorretrato de Augusto Torres, llenaron de pelos la alfombra y también gritaron, estuvieron en círculo bajo la luz de la lámpara, en círculo y como adorándome, y de pronto gritaban, gritaban como yo no creo que griten los conejos.

He querido en vano sacar los pelos que estropean la alfombra, alisar el borde de la tela roída, encerrarlos de nuevo en el armario. El día sube, tal vez Sara se levante pronto. Es casi extraño que no me importe verlos brincar en busca de juguetes. No tuve tanta culpa, usted verá cuando llegue que muchos de los destrozos están bien reparados con el cemento que compré en una casa inglesa, yo hice lo que pude para evitarle un enojo... En cuanto a mí, del diez al once hay como un hueco insuperable. Usted ve: diez estaba bien, con un armario, trébol y esperanza, cuántas cosas pueden construirse. No ya con once, porque decir once es seguramente doce, Andrée, doce que serán trece. Entonces está el amanecer y una fría soledad en la que caben la alegría, los recuerdos, usted y acaso tantos más. Está este balcón sobre Suipacha lleno de alba, los primeros sonidos de la ciudad. No creo que les sea difícil juntar once conejitos salpicados sobre los adoquines, tal vez ni se fijen en ellos, atareados con el otro cuerpo que conviene llevarse pronto, antes de que pasen los primeros colegiales.

jueves, 6 de noviembre de 2008

el amor / eduardo galeano

En la selva amazónica, la primera mujer y el primer hombre se miraron con curiosidad. Era raro lo que tenían entre las piernas.

-¿Te han cortado?-preguntó el hombre.

-No-dijo ella-.Siempre he sido así.

El la examinó de cerca.Se rascó la cabeza. Allí había una llaga abierta. Dijo:

-No comas yuca, ni plátanos, ni ninguna fruta que se raje al madurar.Yo te curaré. Echate en la hamaca y descansa.

Ella obedeció. Con paciencia tragó los menjunjes de hierbas y se dejó aplicar los pomadas y los ungüentos. Tenía que apretar los dientes para no reírse, cuando él le decía:

-No te preocupes.

El juego le gustaba, aunque ya empezaba a cansarse de vivir en ayunas y tendida en una hamaca. La memoria de las frutas le hacía agua la boca.

Una tarde, el hombre llegó corriendo a través de la floresta. Daba saltos de euforia y gritaba:

-¡Lo encontré! ¡Lo encontré!

Acababa de ver al mono curando a la mona en la copa de un árbol.

Es así- Dijo el hombre,aproximándose a la mujer.

Cuando terminó el largo abrazo, un aroma espeso, de flores y frutas invadió el aire. De los cuerpos que yacían juntos, se desprendían vapores y fulgores jamás vistos, y era tanta la hermosura que se morían de vergüenza los soles y los dioses.

Cierto forastero / angel escobar


Aquí en Chile uno se vuelve antipoeta;
pero nunca llega a ser Nicanor Parra-
y nunca, nunca, nunca
tendrá una casa en La Reina.
Ve bustos de Neruda -
pero como tiene que tomar dos buses
para llegar hasta su aburrimiento,
y no tiene dinero, no los compra;
ni tiene, ni tendrá nunca, Cien sonetos de amor
para enamorar a una estudiante,
a una sola, que tenga deficiente en Castellano -:
ella, u otra, a lo mejor no saben si Huidobro
era descendiente del Cid Campeador;
pero seguro sabrán que tenía renta -
y él, nunca, nunca, nunca, pero nunca
tendrá una cosa ni la otra,
y, además, no escribirá Altazor -
lo que no es un detalle.
No verá los piececitos fríos que vio Gabriela Mistral -
ni tendrá el Nobel;
no se comerá tres vaquillas sentado en su leyenda
como Pablo de Rokha –ni sufrirá como él–,
ni tendrá El molino y la higuera, como Jorge Teillier.
Será, y no hay desmedro en ello, será, digo,
siempre un forastero.

martes, 4 de noviembre de 2008

LOCA CON SU TIGUERE / EL CATA

Hermosisimo poema de El Cata.




Ella 'ta por mi, y por ti borro, y eso que tu tiene to, y yo ni un kiki*
Ella 'ta por mi, y por ti borro, y eso que tu tiene to, y yo ni un kiki

Tu rueda en un BM* to' la vaina* con de to',
vive en un cason* con piscina en El Millon*,
comes de lo bueno, vistes de lo caro, joven empresario que fuma buen habano,
mi casa e' de zinc* y me mojo cuando llueve, si me tiro pa' Los Mina* me quedo en el 9,
lucho con el billa y mafu cuando empeño*, manlleo* si e' que jallo* y si no hay 'toy feo,
tu apuestas a la carrera y practica al polo, yo apuesto al ma' jodio y siempre ando en bolo,
tu rueda bajo aire, yo bajo el solazo, tu bebe Perignon* y yo bebo agua en jarro,

Ella e' loca con su tiguere*, loca loca loca
ella e' loca con su tiguere, tu suave

Ella e' loca con su tiguere, loca loca loca
ella e' loca con su tiguere, me tiene sultio*

Ella ta por mi, y por ti borro, y eso que tu tiene to', y yo ni un kiki
Ella ta por mi, y por ti borro, y eso que tu tiene to', y yo ni un kiki

Tu la saca a Casa e' Campo* yo la llevo a Boca Chica*,
tu la baja a Cabarete* yo la e'trallo* en la Matica*

Tu la rueda a Tony y romo*, y le ga'ta un billeton*,
yo la invito a Villa Mella* y la jalto* e' chicharron

Ella e' loca con su tiguere, loca loca loca
ella e' loca con su tiguere, con su tiguere

Ella ta por mi, y por ti borro, y eso que tu tiene to', y yo ni un kiki

Ella ta pol* mi y pol ti borro...

musica............... tu ta Chari con Milly

Ella ta por mi, y por ti borro, y eso que tu tiene to', y yo ni un kiki
Ella ta por mi, y por ti borro, y eso que tu tiene to', y yo ni un kiki

Tu viaja pa' lo USA y te da bueno Resort*, yo viajo si pa' Herrera* y me doy mi chapuzón
tu tiene to' mangao* si embargo te dien* borra, el nueve ta' por mi porque tengo pila* y cotorra*

Ella e' loca con su tiguere, loca loca loca
ella e' loca con su tiguere, con su tiguere

Ella ta por mi, y por ti borro, y eso que tu tiene to', y yo ni un kiki
Ella ta por mi, y por ti borro, y eso que tu tiene to', y yo ni un kiki



GLOSARIO DE TERMINOS:

Kiki. Peso, dinero
BM. Carro aleman de lujo BMW
Vaina. En dominicano, comodin, que significa muchisimas cosas
Cason. Casa grande
El Millon. Barrio clase alta de Santo Domingo
Zinc. Techo elaborado con planchas de zinc y madera, muy comun aquí.
Los Mina. Barrio populoso de Santo Domingo
Empeño. Accion y efecto de ir a una Compra-Venta, Casa de empeño
Manlleo. Comer
Jallo. Hallar
Perignon. Don Perignon, champaña muy cara
Tiguere. Sabiondo, vivo, que se mueve
Sultio. Surtido. O sea, que le da muchas cosas
Casa e' Campo. Casa de Campo, es un lugar ubicado en La Romana, Costa Este de R.D. en el Caribe, donde tienen villas y casas los ricos y famosos
Boca Chica. La playa del pueblo
Cabarete. Poblado con muchos hoteles en Puerto Plata, Costa Norte de R.D. en el Atlantico.
E'trallo. Estrallar
La Matica. Es un islote con muchos arboles en la playa de Boca Chica.
Tony y romo. Cadena restaurant de USA. Tony Romans
Billeton. Mucho dinero
Villa Mella. Poblado de Santo Domingo Norte, famoso por que en las calles venden frituras y chicharrones de cerdo.
Jalto. Hartar
Resort. Hotel de playa
Herrera. Barrio populoso de Santo Domingo
Manga'o. Pendejada que se han inventado los reguetoneros, en este caso significa seguro.
Dien. Dieron
Pila. Mucho animo, que se mueve mucho
Cotorra. El que sabe enamorar bien, que tiene mucha labia. Labioso

Idea Vilariño - Última carta

Oh tú amor de mi vida
me había equivocado.
No eras tú no eras tú
o no eras más que tú
y yo te quise al otro.

Que fueras tú que fueras
que llevaras tu nombre
que vieras con tus ojos
y que me conocieras
ya me justificaba.

Qué voy a hacer ahora
con este amor con cartas
que escribí para quién
qué haré ya con mi vida
con lo que soy con versos
que ahora me hacen gracia.

Pensé en dejarlo todo
pensé en abrir el gas
lamento que no sea
ya posible un convento.

Día a día me miro
te miro y me hace gracia
y pienso abrir el gas
y siempre lo postergo.

Pienso otras cosas pienso
que tal vez seas el otro
que quizás una noche
se rompa una corteza
que un milagro te entregue
y vea que eras tú
el que quise el que quiero.

(Hallado en 1992)

jueves, 30 de octubre de 2008

Idea Vilariño - Sabés

Sabés

Sabés
dijiste
nunca
nunca fui tan feliz como esta noche.
Nunca. Y me lo dijiste
en el mismo momento
en que yo decidía no decirte
sabés
seguramente me engaño
pero creo
pero esta me parece
la noche más hermosa de mi vida.

(La Habana, 1968)

poesía arma necesaria...

Sin palabras.
¿Para qué más?
A ustedes,
Cristina Castello

http://www.cristinacastello.com

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José Martí: « Valor de la poesía »

«¿Quién es el ignorante que sostiene que la poesía no es necesaria a los pueblos? Hay gentes de tan corta vista mental que creen que toda la ruta se acaba en la cáscara.

La poesía que congrega o disgrega, que fortifica o angustia, que apuntala o derriba las almas, que da o quita a los hombres la fe y el aliento, es más necesaria a los pueblos que la industria misma, pues ésta les proporciona el modo de subsistir, mientras que aquélla les da el deseo y la fuerza de la vida.

¿Adónde irá un pueblo de hombres que haya perdido el hábito de pensar con fe en la significación y el alcance de sus actos?

Los mejores, los que unge la naturaleza con el sacro deseo de lo futuro, perderán en un aniquilamiento doloroso y sordo todo estímulo para sobrellevar las fealdades humanas; y la masa, lo vulgar, la gente de apetitos, los comunes, procrearan sin santidad hijos vacíos; elevaran a facultades esenciales lo que debe servirles de meros instrumentos y aturdirán con el bullicio de una prosperidad siempre incompleta, la aflicción irremediable del alma, que sólo se complace en lo bello y grandioso».

martes, 28 de octubre de 2008

NADA / Aquiles Nazoa

"El que escribe para comer
ni come ni escribe"

Leo toda la prensa. Todavía
no he dado con el tema. Ni siquiera
una perlita en el filón de afuera
ni una vulgar cuestión de policía.

Y sin pensarlo - tonta tontería -
me dedico a formar una ringlera
de letras sin sentido, a la manera
de una lección de mecanografía.

Porque el día, señores, que ha pasado
ha sido melancólico y pesado
como un día de lluvia en el destierro.

Y yo he estado vacio y aburrido
con ese aburrimiento indefinido
del hombre que regresa de un entierro.

HUMOUR NOIR / Aquiles Nazoa

Hay días en que somos tan áridos, tan áridos

(cosa que al Gran Profirio se le olvidó decir)

que nos pasamos horas sentados a la máquina

y no hallamos ni media palabra que escribir.


Nos sentimos entonces estúpidos, estúpidos,

criaturas despreciables indignas de vivir,

y sufrimos la angustia de haber caído a un sótano

del que nunca, más nunca fuéramos a salir.


Son esos días grises, insípidos, monótonos

en que -tal vez la influencia de "Las Flores del Mal"-

se nos antoja el mundo como si lo miráramos

a través de los blancos vidrios de un hospital.


Y mil veces buscamos el tema en los periódicos,

y todo lo que dice nos parece trivial

y pensamos que haciendo chistecitos imbéciles

tenemos ya treinta años y el mundo sigue igual.

Y miramos la pluma, la máquina, los lapices

con una asnal mirada que significa: !Bah!,

y nos ensimismamos pensando en lo difícil

que es, sin usar futuros, rimar versos en á.

Pero de pronto viene la luz a nuestro espíritu

y hay algo que por dentro nos dice: ¡Qué Cará!

Si es que no encuentras temas, explícaselo al público

y dile que perdone, que otro día será!...

HOY / alberto montoya

Hoy no se me ocurre nada,
el viento aulla como fiera,
Rosa anda en el sofá
cual sirena varada
y Ana tras su tarea
me reclama con las ganas
de cobrarse esa prenda.
Organizo discografías,
digitalizo a alto bitrate,
a veces la cabeza se me queda
como ojos en el escaparate
y el alma se escabulle
enredada en la memoria
de canciones,rostros y lugares.

Salgo al tendedero
y salvo la ropa de la lluvia próxima,
el temporal me chilla a la cara
con hojas secas que los árboles perdieron.
Las nubes huyen despavoridas
y el agua despistada
como espuma del cielo
resbala por mi espalda.

Voy cerrando ventanas,
la noche me regaló otra hora,
una inquieta satisfacción
me lleva a lavar los platos
y antes de darle calma a mis huesos
me reviso el andar de mis fueros
con la idea de apagar otro fuego.
Ana duerme liada como momia a la sábana,
parece más muerta que viva
me acerco a su respiración y respiro,
Rosa yace en su cubil como loba expandida
y afuera el viento sigue con su copla,
me convenzo de no insistir,
hoy no se me ocurre nada.

5 y 25 minutos
Domingo 26 de Octubre de 2008

LLÉNATE DE MÍ / pablo neruda

Llénate de mí.
Ansíame, agótame, viérteme, sacrifícame.
Pídeme. Recógeme, contiéneme, ocúltame.
Quiero ser de alguien, quiero ser tuyo, es tu hora,
Soy el que pasó saltando sobre las cosas,
el fugante, el doliente.
.
Pero siento tu hora,
la hora de que mi vida gotee sobre tu alma,
la hora de las ternuras que no derramé nunca,
la hora de los silencios que no tienen palabras,
tu hora, alba de sangre que me nutrió de angustias,
tu hora, medianoche que me fue solitaria.
.
Libértame de mí. Quiero salir de mi alma.
Yo soy esto que gime, esto que arde, esto que sufre.
Yo soy esto que ataca, esto que aúlla, esto que canta.
No, no quiero ser esto.
Ayúdame a romper estas puertas inmensas.
Con tus hombros de seda desentierra estas anclas.
Así crucificaron mi dolor una tarde.
.
Quiero no tener límites y alzarme hacia aquel astro.
Mi corazón no debe callar hoy o mañana.
Debe participar de lo que toca,
debe ser de metales, de raíces, de alas.
No puedo ser la piedra que se alza y que no vuelve,
no puedo ser la sombra que se deshace y pasa.
.
No, no puede ser, no puede ser, no puede ser.
Entonces gritaría, lloraría, gemiría.
.
No puede ser, no puede ser.
Quién iba a romper esta vibración de mis alas?
Quién iba a exterminarme? Qué designio, qué‚ palabra?
No puede ser, no puede ser, no puede ser.
Libértame de mí. Quiero salir de mi alma.
.
Porque tú eres mi ruta. Te forjé en lucha viva.
De mi pelea oscura contra mí mismo, fuiste.
Tienes de mí ese sello de avidez no saciada.
Desde que yo los miro tus ojos son más tristes.
Vamos juntos. Rompamos este camino juntos.
Ser‚ la ruta tuya. Pasa. Déjame irme.
Ansíame, agótame, viérteme, sacrificarme.
Haz tambalear los cercos de mis últimos límites.
.
Y que yo pueda, al fin, correr en fuga loca,
inundando las tierras como un río terrible,
desatando estos nudos, ah Dios mío, estos nudos,
destrozando,
quemando,
arrasando
como una lava loca lo que existe,
correr fuera de m¡ mismo, perdidamente,
libre de mí, Curiosamente libre.
Irme,
Dios mío,
irme!

Pablo Neruda

Soy Parte De Esta Historia / pato valdivia

Usted me busca y no me encuentra
pero estoy aquí, soy como usted,
no he desaparecido
yo soy reflejo vivo.

Escucho hoteles de prisa y
gritos de vendedores
usted me busca y no me encuentra
pero yo estoy aquí, jamás me fui
Juan termino la escuela
y aunque muy tarde sea
ira buscando la verdad,
usted y el me encontraran
ves yo estoy aquí
donde jamás me fui
estoy aquí y a veces canto
te puedo ver sola bailando
para que nadie pierda la memoria
porque soy parte de esta historia
están mis hijos, mi mañana
mi mañana.

sábado, 25 de octubre de 2008

Un cuento de amor y amistad


17/10/2008
(Del libro Nadie te creería)

Pablo, el que hacía caca en un establo, le dijo a Inés, la de la caca al revés, si quería jugar con él y con Rubén, que hacía caca en un tren. Inés estaba con Sofía, la que hacía caca todo el día, y le contestó que no. Pablo, el de la caca para el diablo, se enojó.
Justo pasaba por ahí, la maestra Teresa que hacía caca con frambuesa, y le dijo:
Pablo, el que hace caca cuando le hablo, no le digas así a Inés, la de la caca de pez. Mejor vete a jugar con Luis, el de la caca y el pis, o con Gustavo, el de la caca por centavo.
Pablo le contestó:
Señorita Teresa, que hace caca con destreza, lo que pasa es que ellas, las que hacen caca tan bella, nunca quieren jugar con nosotros, que hacemos caca con otros. Las invitamos y no quieren y a nuestra caca la hieren.
La maestra Teresa, que hacía caca en una mesa, miró con mucho cariño a Pablo, el que hacía caca en un vocablo, y le preguntó:
¡Ay tesoro, el que hace caca de loro! ¿No será que estás enamorado de ellas, que hacen caca con estrellas?
Justo llegaba Tomás, al que la cada das, y cuando oyó eso le dijo a la señorita, que hacia caca tan finita:
Es verdad maestra, la que la caca le cuesta, él está muy enamorado de Sofía, la de la caca en las vías…
Y Pablo, que no estaba enamorado sino muy enamoradísimo, se puso colorado de enojo y les contestó:
¡No es cierto! ¡Y tú, Tomás tomalosa, que hace la caca en Formosa, tú gustas de Inés, que hace una caca por vez!
¡Mentiroso! ¡Mira, Pablo pableta, que hace caca en bicicleta, mejor te callas!
La señorita Teresa, que tenía caca en la cabeza, los miró y les dijo:
Pablo Pablito, caca de pajarito, y Tomás Tomasito, caca de perrito, ustedes son amigos y no tienen que pelearse ni por la caca enojarse. Por ahora vayan a jugar entre ustedes, que ya va a llegar el día en que esas niñas, con la caca en trensiñas, los buscarán para jugar.
Pablo y Tomás, salieron corriendo abrazados, haciendo caca de parados, y se olvidaron de preguntar si trensiñas quiere decir algo o nada más lo inventó la señorita haciendo caca con palabritas.

viernes, 24 de octubre de 2008

Mientras bailas (zamba de Roberto Cantos)

Sería capaz de cantar
Todita la noche pa' verte bailar
Mientras bailas voy bebiendo
El aire que dejas al pasar
Aromas de tu pollera
Guardo en mi guitarra para alcanzarte
Yo te abrazo y la zamba
Me roba los ojos para mirarte.


Sería capaz de pedirle a la luna
Que baile a tu alrededor
Pero le quitarías la luz
Sin luna no hay zamba… y mi corazón
Sin zamba ya no podría
Contarte viditay lo que siento
Sería capaz de volar
Todita la noche con tu pañuelo
Palomita de tu mano
Que se escapa y viene a mi pecho
Milagro de toda zamba
No hay nada que brille como tu cuerpo
Cuando bailas tu mirada
Alumbra la copla de mi deseo.

(Peteco con "La juntada")

VIENTRE PROFETA SIN TIEMPO

Yo no soy de ningún siglo.
Vivo ausente del tiempo. Soy mi siglo como soy mi
sexo y mi delirio.
Soy el siglo liberado de toda fecha y penumbra.
Pero cuando muera, el profeta que hay en mí se
alzará como un niño sin moral y sin patria. Un niño loco con
lengua de alaridos. Entonces amanecerá en el millón de
Galaxias.
Madres del futuro; cuidado; cuando muera puedo
volver.
Entonces, ay, vientre que me aguardas, dulcísima
catedral de tinieblas..

Miguel Ángel Bustos.


Miguel Ángel Bustos
Desaparecido el 30/5/76
Tenía 33 años

Palabra aún no usada

No he usado
muchas flores
palabras
como encía pelvis
planta rampa luminal.

que no necesité
no comí
no me calenté con ellas.
Pero
si llevara
la palabra mierda
junto a un cuerpo sangriento
sola
sin saber
sería triste
humana
hasta dónde más.

de "Poesía inédita" (1960)
Miguel Ángel Bustos


Escritor, dibujante y periodista de estremecedora lucidez y ternura. Bustos nació en Buenos Aires en 1932. Entre el 60 y el 63 viajó por el norte del país, Brasil, Bolivia y Perú. De regreso, fue internado en el neuropsiquiátrico Borda, donde conoció al poeta Jacobo Fijman, ocupante durante veintitantos años de la cama número 13. Secuestrado el 31 de mayo 1976 por un grupo paramilitar, se convirtió en una de las víctimas de la última dictadura. En 1998 se edita una selección de poemas de la obra de Miguel Ángel Bustos: "Despedida de los ángeles" (1998) , realizada por Alberto Szpunberg para Libros de Tierra Firme.

Espumas de luz y sombra: murallón de vida

Apenas vuele sobre el llanto
por mi lengua riendo llegaré a tus manos.
Elástico al sol subiré enorme
acorralando en la noche
el día de vientos afilados.
Niños heridos
palomas de hambre
amordazan mis besos
sacuden mis risas y te alejan
para que muerda la vida y no me canse la muerte

de "Corazón de piel afuera" (1959)
Miguel Angel Bustos

Desaparecido el 30/5/76
Tenía 33 años


Miguel Ángel era antropólogo, periodista de izquierda y profesor. Estaba casado con Iris Enriqueta Alba de Bustos. Nació el 31/8/32. Era de ascendencia alemana. Fue secuestrado en su domicilio ubicado en la calle Hortiguera N° 1521 piso 6° departamento "B" de Capital Federal. El 30 de mayo de 1976, siendo las 22:30 hs. golpearon la puerta del domicilio de Miguel Ángel y su esposa, un grupo de personas que se identificaron con unas Tarjetas Amarillas como pertenecientes a la Policía Federal. Luego ingresaron al inmueble entre cuatro o seis personas vestidas de civil, la encerraron a Iris en la cocina junto con su hijo Emiliano Bustos mientras
destrozaban el lugar, y tras unos 40 minutos se fueron llevándose al Sr. Miguel Ángel Bustos. Ese mismo día el cineasta Raymundo Gleyzer fue secuestrado. No tenemos testimonio de su paso por un C.C.D. Su caso fue tratado en la Causa Primer Cuerpo de Ejército.

CANCIÓN DEL NIÑO Y EL CARACOL

Sol
por aquí
baja,
caracol
caracol de mi corazón.

Vuelve
sube
manito
por el aire,
dedito
suave
a mi frente,
caracol
caracol de mi corazón.

Miguel Angel Bustos

Desaparecido el 30/5/76
Tenía 33 años


Miguel Ángel era antropólogo, periodista de izquierda y profesor. Estaba casado con Iris Enriqueta Alba de Bustos. Nació el 31/8/32. Era de ascendencia alemana. Fue secuestrado en su domicilio ubicado en la calle Hortiguera N° 1521 piso 6° departamento "B" de Capital Federal. El 30 de mayo de 1976, siendo las 22:30 hs. golpearon la puerta del domicilio de Miguel Ángel y su esposa, un grupo de personas que se identificaron con unas Tarjetas Amarillas como pertenecientes a la Policía Federal. Luego ingresaron al inmueble entre cuatro o seis personas vestidas de civil, la encerraron a Iris en la cocina junto con su hijo Emiliano Bustos mientras destrozaban el lugar, y tras unos 40 minutos se fueron llevándose al Sr. Miguel Ángel Bustos. Ese mismo día el cineasta Raymundo Gleyzer fue secuestrado. No tenemos testimonio de su paso por un C.C.D. Su caso fue tratado en la Causa Primer Cuerpo de Ejército.

El Garimpeiro / eduardo parra

I

Hace mucho tiempo ya
ha venido sucediendo
que se nos está metiendo
entre la selva un ladrón
Si el gobierno nacional
no tiene las "voluntades"
le diré varias verdades
pa' que asuman su cuestión

Coro:

Garimpeiro abusador
no nos mates a los indios
no te perdono el dolor
que causaste al pueblo mío
pa' arrancarnos el tesoro
que la tierra te escondió
ensuciaste al Orinoco
¡vete ya de mi nación!

II

La Amazonia se rebela
frente al ímpetu implacable
los indios no quieren que hablen
y que pongan corazón
ya no hay justificación
para seguirlo escondiendo
¡mientras tanto se están riendo...!
díganme ¿quién los dejó?

III

Se desbordarán los ríos
se los tragará la tierra
fuerzas se desencadenan
si odias la naturaleza...
Huracanes de pobreza
le brindan a nuestra patria
grita el pueblo de Guayana
¡sáquenlos de la frontera!
grita el pueblo de Guayana
¡sáquenlos de la frontera!

jueves, 23 de octubre de 2008

SOBRE LAS FUNCIONES Y LA TROPA / Onelio Perez

La TROPA es la amiga
que me arropa
y después me desabriga;
la más clara y obscura,
la más verde y madura,
la más íntima
la más indiscreta.
La TROPA me da todo,
aunque no me respeta:
se me entrega feliz
cuando me viola.
La TROPA es la ola
que me eleva y me hunde,
que me fragua
lo mismo que me funde.
La TROPA compañera,
virginal y ramera, la TROPA.

UN PARTIDO TROPERO DE SUEÑOS

Se admiten tarados, enfermos, gordos sin amor,
tullidos, enanos, vampiros y días sin sol.
Se admiten proscritos, rabiosos, pueblos sin hogar,
desaparecidos deudores del banco mundial.

pensándolo bien / jaime sabines




Me dicen que debo hacer ejercicio para adelgazar,
que alrededor de los 50 son muy peligrosos la grasa y el cigarro,
que hay que conservar la figura
y dar la batalla al tiempo, a la vejez.

Expertos bien intencionados y médicos amigos
me recomiendan dietas y sistemas
para prolongar la vida unos años más.

Lo agradezco de todo corazón, pero me río
de tan vanas recetas y tan escaso afán.
(La muerte también ríe de todas esas cosas.)

La única recomendación que considero seriamente
es la de buscar una mujer joven para la cama
porque a estas alturas
la juventud sólo puede llegarnos por contagio.

miércoles, 22 de octubre de 2008

credo / león felipe

Aquí estoy...
En este mundo todavía... Viejo y cansado... Esperando
a que me llamen...
Muchas veces he querido escaparme por la puerta maldita
y condenada
y siempre un ángel invisible me ha tocado en el hombro
y me ha dicho severo:
No, no es la hora todavía... hay que esperar...
Y aquí estoy esperando...
con el mismo traje viejo de ayer,
haciendo recuentos y memoria,
haciendo examen de conciencia,
escudriñando agudamente mi vida...
¡Qué desastre!... ¡Ni un talento!... Todo lo perdí.
Sólo mis ojos saben aún llorar. Esto es lo que me queda...
Y mi esperanza se levanta para decir acongojada:
Otra vez lo haré mejor, Señor,
porque... ¿no es cierto que volvemos a nacer?
¿No es cierto que de alguna manera volvemos a nacer?
Creo que Dios nos da siempre otra vida,
otras vidas nuevas,
otros cuerpos con otras herramientas,
con otros instrumentos... Otras cajas sonoras
donde el alma inmortal y viajera se mueva mejor
para ir corrigiendo lentamente,
muy lentamente, a través de los siglos,
nuestros viejos pecados,
nuestros tercos pecados...
para ir eliminando poco a poco
el veneno original de nuestra sangre
que viene de muy lejos.
Corre el tiempo y lo derrumba todo, lo transforma todo.
Sin embargo pasan los siglos y el alma está, en otro sitio...
¡pero está!
Creo que tenemos muchas vidas,
que todas son purgatorios sucesivos,
y que esos purgatorios sucesivos, todos juntos,
constituyen el infierno, el infierno purificador,
al final del cual está la Luz, el Gran Dios, esperándonos.
Ni el infierno... ni el fuego y el dolor son eternos.
Sólo la Luz brilla sin tregua,
diamantina,
infinita,
misericordiosa,
perdurable por los siglos de los siglos...
Ahí está siempre con sus divinos atributos.
Sólo mis ojos hoy son incapaces de verla...
estos pobres ojos que no saben aún más que llorar.

ARQUEOLOGÍA AMOROSA

La ciudad está viva
porque en noches de amor
levantamos su plano
arqueólogas del pasado
reconstruimos su historia
pisamos sus ruinas antiguas
contemplamos admiradas
sus templos contemporáneos
y nos amamos en los portales
y nos deseamos en sus tiendas
de todo a cien
y la asediamos
con los ejércitos del deseo.
Las cafeterías en penunbra
a la salida del cine Verdi
los árboles oscuros de la Diagonal
una vieja mercería donde venden camiseteas
de algodón de todos los colores
la heladería de la calle Córcega
donde los emigranes compran
grande copas de tutti frutti
por euro y medio
el locutorio con carteles de playas del Caribe
y tarjetas de descuento telefónico
la squina de la psicoanalista
el portal del Gótico húmedo
con olor a orines
la confitería de las tres vestales
catalanas
vírgenesy mártires
vos y yo temblando de emoción
en cualquier callejón oscuro
o en la peluquería
fetiches del amor
como la fusta de cuero
la braga de látex
y aquel corset negro
copiado de un cómico
sadosmasoqista
que compré en un sexshop en rebajas
abalorios del amor
cuentas perdidas.

ella / oliverio girondo

Es una intensísima corriente
un relámpago ser de lecho
una dona mórbida ola
un reflujo zumbo de anestesia
una rompiente ente florescente
una voraz contráctil prensil corola entreabierta
y su rocío afrodisíaco
y su carnalesencia
natal
letal
alveolo beodo de violo
es la sed de ella ella y sus vertientes lentas entremuertes que
estrellan y disgregan
aunque Dios sea su vientre
pero también es la crisálida de una inalada larva de la nada
una libélula de médula
una oruga lúbrica desnuda sólo nutrida de frotes
un chupochupo súcubo molusco
que gota a gota agota boca a boca
la mucho mucho gozo
la muy total sofoco
la toda ¡shock! tras ¡shock!
la íntegra colapso
es un hermoso síncope con foso
un ¡cross! de amor pantera al plexo trópico
un ¡knock out! técnico dichoso
si no un compuesto terrestre de líbido edén infierno
el sedimento aglutinante de un precipitado de labios
el obsesivo residuo de una solución insoluble
un mecanismo radioanímico
un terno bípedo bullente
un ¡robot! hembra electroerótico con su emisora de delirio
y espasmos lírico-dramáticos
aunque tal vez sea un espejismo
un paradigma
un eromito
una apariencia de la ausencia
una entelequia inexistente
las trenzas náyades de Ofelia
o sólo un trozo ultraporoso de realidad indubitable
una despótica materia
el paraíso hecho carne
una perdiz a la crema.

referencias / onelio pérez

a todos los Silviófilos que conozco.


Al final de este viaje
tendremos unicornios listos para cabalgar.
¿a dónde irán entonces las gaviotas?
Hoy no querer la lejanía es imposible
mientras vagar sea un antojo bajo el claro de la luna,
y en estos días insista en llover otra vez sobre mojado.
El amor será siempre merecido
aunque con una gota sola calme su sed el corazón.
¿Y estas alas?, estas alas migratorias
vuelan hacia el porvenir
mi patria es la intemperie, el sueño, la poesía.
cruzar la puerta prohibida para llegar
al pie del mar de los delirios.

Hoy sé que no hay nada imposible
la mesa vacía a veces alimenta
y aquella misma gaviota es Dios con plumas.
Supón que me voy lejos
y que tus ojos vuelven a la oscuridad
la noche se enriquece de secretos
si existe aun la voluntad de amanecer.
Melancolía en días escasos de inteligencia
réquiem por mujeres soles que dan de beber
y afinan sus gargantas los sinsontes.

Yo te amaré sin voz ni testamento
cuando era un enano supe lo que es vivir cerca de un río.
Incoloros vamos conociendo la locura y el polvo
Nuestras alas fueron siempre un papalote errante
preferimos por deseo la escoba del querube
una canción, un verso, una guitarra
y nada más.

abril'98
a partir de canciones de Silvio.

trova en versos / onelio pérez

TROVA EN VERSOS

Por encontrarle a Silvio su unicornio
Pablo bajo una estrella azul
Sara espantaba los insomnios
y Frank Delgado dejo su Trovatur.

Con Lazaro Garcia en carreton
Augusto Blanca trajo su regalo
Fito vino a ofrecer su corazon
y un arcoiris aporto Santiago.

Vicente quiso hacer un inventario
aparecio Carlos Varela siete veces
Amaury escarbo en su abecedario
y Sabina en el sueño de los peces.

Polito Ibanez hizo recuento
mientras Liuba venia iluminando
Raul Torres se fue a buscarlo
entre las sabanas blancas de Gerardo.

A toda prisa Noel Nicola con Virulo
a la busqueda vinieron a sumarse
Alejandro Filio y Delgadillo
desde Mexico parecian asomarse.

Le preguntaron a Serrat y a Cortez
si aquello era cosa real o poesia,
llegaron Miriam, Xiomara y Anabell
con Ireno y con Charly Garcia.

Pedro Luis regalo una Mariposa
y el carapacho de una jicotea
de la mano con Mercedes Sosa
subieron a buscar en la azotea.

Luego encontre al gatico Vinagrito
de Teresita Fernandez tan oriundo
diciendo que jamas habia visto
caballo con cuerno en este mundo.

Julio 05

con qué voy a rellenar mi almohada / freddy peñafiel larrea

la foto del parque está dejando solos
a los caballos de cartón
y a un gato que pasaba
tu recuerdo de foto de porque
ya no está

tu voz al otro lado del río
se va apagando
tus silencios se hace crueles

te vas

llamas a las cigüeñas que te conocen los insomnios
las convocan a volar detrás de tí
sobrevuelas la luna
las montañas empequeñecen

nadie saluda desde el andén del cielo
eva se ha puesto celosa
te anda ocultando de adán
que sabe tanto de pecados originales
los quisiera inventar contigo

qué hago con los poemas que te nombran
con los personajes de novelas ajenas que se te aparecen
con los planetas que tienen tu nombre
con el montón de arena del mar
con la pobre luna

qué hago con la sombra mía que me sobra
con la sonrisa que era siempre para tí
con mi mano para cruzas las avenidas
con el parque donde nos aprendemos a vivir
qué hago con mis lunares
con los pedacitos de nubes que comíamos juntos

pasillos tristes
me tararean
las veredas sin charco del quito

y el plicía que se acercó a averiguar
qué pasaba
(tres horas anclado en una esquina)

mi corazón saltaba con cada ruido de pasos
que te podrían anunciar
no llegabas

nunca te pude pedir que te quedaras
nunca contar que he construido un mundo
donde solo entre vos
nunca te pude pedir:
"por hoy
solo un minuto más
no te vayas".

sabes,
hoy
me voy.

lunes, 20 de octubre de 2008

cortitas... de jaime sabines...

"¿En qué lugar, en dónde, a qué deshoras
me dirás que te amo? Esto es urgente
porque la eternidad se nos acaba..."
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EL DÍA
Amanecí sin ella.
Apenas si se mueve.
Recuerda.
(Mis ojos, mas delgados, la sueñan.)
¿Qué fácil es la ausencia?
En las hojas del tiempo
esa gota del día
resbala, tiembla.
------------------------------------------------------------

"Mortalmente triste sólo he visto a un gato, un día,
agonizando.
Yo no tengo la culpa de mis manos: es ella.
Pero no fue escrito:
Te faltará una mujer para cada día de amor."

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"En mis labios te sé, te reconozco,
y giras y eres y miras incansable
y toda tú me suenas
dentro del corazón como mi sangre.
Te digo que estoy solo y que me faltas."
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"Mansamente, insoportablemente, me dueles.
Toma mi cabeza. Córtame el cuello.
Nada queda de mí después de este amor."
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"Me tienes en tus manos
y me lees lo mismo que un libro.
Sabes lo que yo ignoro
y me dices las cosas que no me digo.
Me aprendo en ti más que en mi mismo.
Eres como un milagro de todas horas,
como un dolor sin sitio."

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"No es que muera de amor, muero de ti.
Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma, de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti...."

duerme tranquilo / alfonsina storni

Dijiste la palabra que enamora
a mis oídos. Ya olvidaste. Bueno.
Duerme tranquilo. Debe estar sereno
y hermoso el rostro tuyo a toda hora.
Cuando encanta la boca seductora
debe ser fresca, su decir ameno;
para tu oficio de amador no es bueno
el rostro ardido del que mucho llora.
Te reclaman destinos más gloriosos
que el de llevar, entre los negros pozos
de las ojeras, la mirada en duelo.
¡Cubre de bellas víctimas el suelo!
Más daño al mundo hizo la espada fatua
de algún bárbaro rey y tiene estatua.

capricho / alfonsina storni

Escrútame los ojos sorpréndeme la boca,
sujeta entre tus manos esta cabeza loca;
dame a beber veneno, el malvado veneno
que moja los labios a pesar de ser bueno.

Pero no me preguntes, no me preguntes nada
de porqué lloré tanto en la noche pasada;
las mujeres lloramos sin saber, porque sí.
Es esto de los llantos pasaje baladí.

Bien se ve que tenemos adentro un mar oculto,
un mar un poco torpe, ligeramente estulto,
que se asoma a los ojos con bastante frecuencia
y hasta lo manejamos con una dúctil ciencia.
No preguntes amado, lo debes sospechar:
en la noche pasada no estaba quieto el mar.
Nada más. Tempestades que las trae y las lleva
un viento que nos marca cada vez costa nueva.
Si, vanas mariposas sobre jardín de Enero,
nuestro interior es todo sin equilibrio y huero.
Luz de cristalería, fruto de carnaval
decorado en escamas de serpientes del mal.

Así somos, ¿no es cierto? Ya lo dijo el poeta:
deseamos y gustamos la miel en cada copa
y en el cerebro habemos un poquito de estopa.

Bien. No, no me preguntes. Torpeza de mujer,
capricho, amado mío, capricho debe ser.
Oh, déjame que ría. ¿No ves que tarde hermosa?
Espínate las manos y córtame una
rosa.

Límites

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí la sed,
hasta aquí el agua?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el aire,
hasta aquí el fuego?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el amor,
hasta aquí el odio?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre,
hasta aquí no?
Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas.
Sangran.

Juan Gelman

jueves, 16 de octubre de 2008

OPINIONES

Un hombre deseaba violentamente a una mujer,
a unas cuantas personas no les parecía bien,
un hombre deseaba locamente volar,
a unas cuantas personas les parecía mal,
un hombre deseaba ardientemente la Revolución
y contra la opinión de la gendarmería
trepó sobre los muros secos de lo debido,
abrió el pecho y sacándose
los alrededores de su corazón,
agitaba violentamente a una mujer,
volaba locamente por el techo del mundo
y los pueblos ardían, las banderas.


Juan Gelman

CUADRO

CUADRO
Cada vez que hay un problema
el juez levanta el martillo
y el país se hunde
más adentro.

ROBERTO JORGE SANTORO (1939-1977)

Recurso de Amparo

Con eso de la bomba atómica
y el payaso de la paz que hace morir de risa
se tapó el carburador del aire.

Asómense a mi barrio
Mientras los deshollinadores trabajan
en la chimenea de la democracia
La ternura se emborracha en las cantinas
y no le pagan la jubilación a la esperanza

Yo no pido volver
pero con tanto encarpetar los pantalones cortos
murió de un infarto el barrilete
y al amor le han disparado un tiro en la cabeza

Roberto Santoro
(de su libro "Desafío" 1972)

Oración por la lactancia materna

Por: Koldo Campos Sagaseta

(Tomado del libro "Diario de Itxaso". Reflexiones de una bebé)

No voy a ser yo quien ponga en tela de juicio el sabor de un buen marmitako, ni repruebe la ensalada de langosta, el cocido de garbanzos o los callos, así sean madrileños, pero un bebé todo lo que demanda es leche. Y la mejor leche es la natural, la de su madre, porque contiene todos los nutrientes que el bebé necesita, porque los dispone a la temperatura adecuada, los suministra por la vía más tierna y los soporta en el más entrañable pecho. ¡ Y además ofrece servicio las 24 horas y es absolutamente gratis!

Así que, si usted puede amamantar a su bebé porque ninguna causa de fuerza mayor se lo impide, si su religión no se lo censura ni su gobierno se lo prohíbe, aún cuando lo hagan, repita conmigo:


Madre nuestra que nos das el seno,

santificado sea tu nombre,

venga a nosotros tu leche

y hágase la nutrición

tanto de un seno como del otro.

La leche nuestra de cada día

dánosla hoy

y no perdones sus sucedáneos

así como nosotros, tampoco, los perdonamos,

que no hay nada más sano que el pezón,

más líbranos del mal…Nestlé.

 
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