TÚ, EL SOMBRERO / Oscar Sosa Ríos




..." los saludo
y les saco mi sombrero
y los dejo viajando en el Parnaso
como ratas alegres en el queso"...
P. Neruda
Tú el sombrero Pablo
y yo la lengua
para dejarlos mohosos
repitiendo hasta el cansancio
sus grises sonrisas oportunas
sus babas solitarias.
Porque no quiero sus manos desteñidas
sus pieles arrugadas
sus flácidos traseros vanidosos
ni la víbora enroscada en la cintura
que muestran
para seguir masticando sus míseros tormentos.
Tú el sombrero Pablo
yo
la lengua de la historia.

dejándolos en el Parnaso
y yo contigo
cantando el destino del hombre.

lunes, 7 de septiembre de 2009

SALVADOR Y SALVADOR / Oscar Sosa Ríos



Era el Salvador.
Un Salvador de volcanes en su patria.
Un campesino, un obrero, un mapuche.
Un hombre de cobre y de torrentes
de carbón y mar
de aladas herrerías y cosechas.

Un Salvador que dijo:
"Aquí me quedo a morir junto a los míos
en esta hora de la historia que me mata.
Aquí cierro mis ojos para siempre
junto ami pueblo enardecido.
Y cuando esto suceda
todas las campanas me acompañarán
salvajes
en los ecos de Santiago herido.
Aquí me quedo con las ventanas abiertas
mirando este cielo de plomo que me busca
que se enroja con la sangre de mi sangre
con el pulso de mi vientre
con la frente entera de combate
que levantan sudorosos sus vínculos
los chilenos en la cresta de la tarde".

Ahora es el poema el que te dice:
Eras como el Salvador de entonces
presente en las calles de septiembre
cuando América presenció el balazo del gusano.
Salvador gigante
Salvador chileno
Salvador Allende.

febrero en violeta / a violeta parra / Oscar Sosa Ríos


FEBRERO EN VIOLETA

A Violeta Parra.

Y fue en febrero.
Un cinco de penumbras
allá
en la soledad del almanaque
en el hueco sonoro de la vida
donde se sintió el grito y el balazo.

Allá donde soñaban los cantores
y el color del viento se trizaba entre los muelles.

Allá donde la vendimia supuraba racimos
y el arco senil del paisaje
era flecha verde atardecida.

Allá fue la muerte
-taciturna muerte... mi Violetala
que sembraba sienes en tu canto
y lo llenaba de coligües y veranos.

Y fue precisamente en febrero
donde urdió migajas la desdicha
y en un cinco de dolor sangrante
agazapada
la mortaja del horror vejó tu vida.

tres poemas de rafael cárdenas


Me muevo

Me muevo. Uno, dos, tres pasos. Nadie puede negar que avancé un poco. Se pueden ver mis huellas en el suelo, pero amanezco en el mismo sitio. ¿No me desplacé? Es cierto —verifico las marcas— que ayer no estaba donde ahora estoy, pero algo me dice que no me he movido. No sé qué significa desplazarme.
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Lenguaje

Lenguaje
emanado
puntual
fehaciente,
no el engaño
de la palabra que sirve a alguien.

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Temor

Alguien cierra una puerta a un hombre que enmudece, se mira en su celda de un solo respiradero y duda de que él mismo exista.
Algunas veces, por instantes, es sacado a ver sol, pero vuelve por sus propios pasos a su sitio.
Allí al menos sabe que sufre.

Campesino / elsy

Tus sudores de siglos,
tus pies repasados en caminos blanquecinos,
tus manos en permanentes saludos solidarios
puestas en los manteos encantados
de las montañas limpias de traslucidos cielos,
abrazando los pueblos famélicos
que en las mañanas locas deambulamos.

Quise ser tus pies
mirando con otras lumbres
por encima de los hombros.
Quise llegar de lejos
sin amos ni estaciones;
de mujer ingenua como pocas,
con vestido de ilustrada como muchas

Vi presurosa y sin espanto los pies jóvenes
en espera de las siembras maduradas.
Se discutía de campesinos pobres
y de burgueses ricos.

Aconteció que me canse de mis pies altos
y mis pies de mis zapatos bajos.
Aconteció que tengo por fracasos
apesadumbrada el alma y por momentos
pensando y repensando las ideas:
que soy una caracola de mercaderías infernales
sin ojos,
ni oídos,
ni labios,
desde ahí te veo en otros mundos,
te percibo y te reconozco muy lejos.

Me voy acercando al barco del destino
y quiero decirlo:
tu eres el trigo que dibujo,
la semilla que va germinado
con el sudor de tu rostro,
de la tarde en camino,
de las manos de fuerte lirismo
como pajarillo recién nacido
que cultiva la tierra y se hace mayor en el vuelo.

En este día inevitablemente blanco y arqueada
quiero decirles tranquila
con mi alma desnuda:
que tu eres el poeta de la tierra,
que ya no soy caracola de ciudad sola y dejada
que estoy contigo y con valentía
en la luchando por la tierra y el agua
para que el caracol viva
y respire junto a la caracola
y los hombres y mujeres del planeta
aunque la tarde vuele la montaña
con velocidad desconocida
tomemos el caminar hacia la patria nueva.

Hacia el sueño de Bolívar, la patria Bolivariana.

La lechera automática / Gorka Andraka


Sales y soles
Gara

Cada familia debería tener su vaca. Seríamos, seguro, mucho más felices. Con su nombre propio, su álbum de fotos, su tarjeta sanitaria, sus gustos y aficiones... En mi pueblo, Armintza, sólo quedan ya las vacas de los Iturri. Verlas pastar en las campas de Gastus, en lo alto del pueblo, tan cerca del cielo, te reconcilia con el mundo. Mientras sigan ahí, mientras resistan, aún no está todo perdido. Somos lo que somos también por ellas. De críos, en la mesa nunca nos faltaba un tazón de leche recién ordeñada. Todas las mañanas, primero Margari, y los últimos años sus hijas, se encargaban de repartirla casa por casa. De la vaca a la boca. Después de hervirla, claro, y vigilarla para que no escapara. Natural, como la vida misma.

Anitze, Marije y Jose Inazio forman Iztueta Elkartea, una explotación lechera situada en el caserío Iztueta Azpikoa, en Lazkao. Tienen 45 vacas y su familia se dedica a la producción y venta directa de leche desde hace cuatro generaciones. Este jueves estrenaron en Ordizia la primera máquina expendedora de leche de Gipuzkoa. Leche fresca, y lista para consumir, las 24 horas del día y en plena calle. Un litro, un euro. Varios municipios de Álava, Navarra, Cantabria y Cataluña disponen desde hace unos meses de estos novedosos y exitosos surtidores. El de Santoña vendió, sólo en un día, el pasado 22 de agosto, 1.200 litros.

“No es como la leche de la tienda, sabe a leche recién ordeñada”, asegura Anitze desde su caserío. “Y no genera residuos porque usa botellas reutilizables”. Cada barrio debería tener su lechera automática. Que menee el rabo y de mugidos cada vez que la ordeñas: “Su leche, muuuuuuuuuuchas gracias”.

 
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