Veintiuno y diez. Me fijo

Los muertos están muertos.
Muertos y agujereados como simples colmenas.
Ni siquiera las manos le transpiran.
Son otros, son -quiero decir- los vivos los que hablamos.
Los que mentamos un nombre en las aceras,
y nos hacemos cómplices del agua
que pasa entre sus huesos humillada.
Pero los muertos, los muertos están muertos.
Tranquilos, y bien aclimatados al silencio que no los desespera.
Los muertos se olvidaron de sus ganas.
Y los otros -quiero decir- seguimos, meramente de novios,
de compinches, de jefes o almas buenas.
Nos cambiamos de acera y vestimenta.
Nos tocamos las manos o los hombros, nos besamos los ojos
y seguimos, seguimos murmurando de nuevo en otra acera,
meneando como loros borrachos las cabezas cansadas,
tropezando volteados cual hormigas contentas de sus días.
Mientras los muertos siguen su tumulto a solas.
Atorados de oficios o percances, bien o mal o a deshora
se encontraron con el silencio aquel que los ha mordido.
Los otros escuchamos renuentes las campanas: dón-de es-tán?
Ya se sabe cómo abriremos luego el fósforo
para el antepenúltimo cigarro de la última congoja.
Y volvemos ay -quiero decir- volvemos de nuevo a las aceras
a engordar los saludos, las prisas y los ruegos.

A poco se nos gasta el rumor.
El impulso se nos hace de pronto
el puñadito de sal que quiere la vecina.
Y el murmullo incesante de las horas se vuelve,
se vuelve -quiero decir- se ha vuelto
esa sorda colilla que un pisotón apaga.

Ángel Escobar

martes, 14 de octubre de 2008

proseguir...

Proseguir

Qué quieres matar en ti que ya no se haya muerto.
Acaso pueda sostenerte una idea, una mañana, un vicio
en este despeñadero de ideas, de mañanas, de vicios.
Toma un cigarrillo, una taza de café, escucha
alguna música del veinte. Por qué no sonreír con un recuerdo
que te ofrezca coartada. Espera.
Quizás llegue ella con un ramo de lilas.
Puedes pensar en un andén, un aeropuerto, un rio
no creas que eres el único bastardo que se pudre,
porque al final todo ya está podrido en paz
y no por eso termina.
La televisión, los periódicos
la indiferencia y el desdén que no te mortifiquen.
Cuando el cine te olvide o te presente como el malo,
no llores porque abusas del alcohol y el tabaco,
y te ves malo, enfermo,
sustituible, latinoamericano,
diviértete y transige; ve a la feria y disfrázate;
vota por algún candidato. O no votes, y créete, créete
que cambiarán las cosas. Busca, busca, te digo,
tu propia manera de aguantar, si es que hay alguna.

Angel Escobar

 
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