poemas pedro lezcano

Oracion profana

Mujer de la vida eres
como la vida te ha hecho
(a quienes hizo la muerte
descansen entre los muertos)

Ningún hombre te ha tomado
por el asa de tu cuerpo
y te bebió regalada
gota a gota, beso a beso.

En tu profesión de cruz
con los dos brazos abiertos
brindas amor y no tienes
amor que llevarte al pecho.

Perdona virgen, estrella,
cerca de la mano y lejos
porque en esta encrucijada
de tus brazos y tu cuerpo
bajo las dos blancas dunas
dormita un corazón huérfano.

Señora, perdónanos
caricias sin sentimiento,
madrigales de blasfemias,
la sequía de tu pecho
y los frutos de tu vientre
antes de ser flores, secos.

Señora, quiero en la noche
oscura de tus cabellos
soñar que me has perdonado
lo que ahora estoy diciendo.

Bendito sea el futuro
de tu vientre y de tu seno,
bendita el agua bendita
que hay en tus labios y el fuego
que hay en tu sangre y el barro
bendito que hay en tu cuerpo.

Amen.

Bendita tu eres,
lo maldito es sólo nuestro.

Pedro Lezcano




Soneto irreverente

Señor, pero no ves que me marchita
este vivir sin grito y sin errata,
que pereceré ahorcado en la corbata
mudo en la silla vil de la visita

Que esta claúsula eterna, esta maldita
pauta de seriedad me maniata,
que mi sangre, encharcada de sensata,
en un pozo de hiel se precipita.

Acaba ya Señor este divino
cuadro para el que sirvo de modelo.
Acaba y paga y cámbiame el destino.

Págame sí, mi sueldo, que me hielo
págamelo en locura, en sangre, en vino,
en libertad, en flor, en canto, en vuelo.


Pedro Lezcano.

lunes, 24 de noviembre de 2008

 
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