CANCIÓN DE PROTESTA / roque dalton a silvio rodríguez

CANCIÓN DE PROTESTA
A Silvio


Cayó mortalmente herido de un machetazo en la guitarra
pero aún tuvo tiempo de sacar su mejor canción de la funda
y disparar con ella contra su asesino
que pareció momentáneamente desconcertado
llevándose los índices a los oídos
y pidiendo a gritos
que apagaran la luz.

miércoles, 28 de mayo de 2008

instrucciones para llorar / cortázar


Instrucciones para llorar

Cortázar


Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente.

Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca.

Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.

en ella / macario

En ella.
Macario

En ella se resguardan virtudes
Hay abejas que producen sentimientos.

Por ella, el miedo tiembla de miedo.
Porque no le espanta lo nuevo.

Las horas toman tiempo en su piel.
Y se desgranan en minutos de regodeo.

También nacen flores de su vestido,
y elevan sus olores al cielo de sus pechos.

En sus cabellos se enredan ideas, historias;
sus miles de vidas con sus miles de secretos

Las manos de ella se extienden al sol
trazando el camino que lleva al sueño

En ella mi alma toma descanso y saborea el amor.
De ella, el calor, da calor a mi deseo.

PREMONICIÓN

PREMONICIÓN
(odette alonso)

Cuando el avión se alzó sobre La Habana
y se perdió hacia el sur como una baratija
era otra vez el rito de las horas
y el aullido del mar
otra vez esa música enterrada en la arena.
Todavía te alzabas sobre mi dedo índice
desde allí me observabas aterradoramente.
Pero aquella ciudad ya no sería mi límite
ni colgaría en la puerta tus lluvias ternecitas.
La píldora horadaba el iracundo vientre
y la noche era un ave
un halcón que se pierde con las alas desnudas.

UTOPÍA DE UN HOMBRE QUE ESTÁ CANSADO /

UTOPÍA DE UN HOMBRE QUE ESTÁ CANSADO

Jorge Luis Borges

Llamóla Utopía, voz griega cuyo

significado es no hay tal lugar.

Quevedo



No hay dos cerros iguales, pero en cualquier lugar de la tierra la llanura es una y la misma. Yo iba por un camino de la llanura. Me pregunté sin mucha curiosidad si estaba en Oklahoma o en Texas o en la región que los literatos llaman la pampa. Ni a derecha ni a izquierda vi un alambrado. Como otras veces repetí despacio estas líneas, de Emilio Oribe:

En medio de la pánica llanura interminable

Y cerca del Brasil,

que van creciendo y agrandándose.

El camino era desparejo. Empezó a caer la lluvia. A unos doscientos o trescientos metros vi la luz de una casa. Era baja y rectangular y cercada de árboles. Me abrió la puerta un hombre tan alto que casi me dio miedo. Estaba vestido de gris. Sentí que esperaba a alguien. No había cerradura en la puerta.

Entramos en una larga habitación con las paredes de madera. Pendía del cielorraso una lámpara de luz amarillenta. La mesa, por alguna razón, me extrañó. En la mesa había una clepsidra, la primera que he visto, fuera de algún grabado en acero. El hombre me indicó una de las sillas.

Ensayé diversos idiomas y no nos entendimos. Cuando él habló lo hizo en latín. Junté mis ya lejanas memorias de bachiller y me preparé para el diálogo.

- Por la ropa - me dijo -, veo que llegas de otro siglo. La diversidad de las lenguas favorecía la diversidad de los pueblos y aún de las guerras; la tierra ha regresado al latín. Hay quienes temen que vuelva a degenerar en francés, en lemosín o en papiamento, pero el riesgo no es inmediato. Por lo demás, ni lo que ha sido ni lo que será me interesan.

No dije nada y agregó:

- Si no te desagrada ver comer a otro ¿quieres acompañarme?

Comprendí que advertía mi zozobra y dije que sí.

Atravesamos un corredor con puertas laterales, que daba a una pequeña cocina en la que todo era de metal. Volvimos con la cena en una bandeja: boles con copos de maíz, un racimo de uvas, una fruta desconocida cuyo sabor me recordó el del higo, y una gran jarra de agua. Creo que no había pan. Los rasgos de mi huésped eran agudos y tenía algo singular en los ojos. No olvidaré ese rostro severo y pálido que no volveré a ver. No gesticulaba al hablar.

Me trababa la obligación del latín, pero finalmente le dije:

- ¿No te asombra mi súbita aparición?

- No - me replicó -, tales visitas nos ocurren de siglo en siglo. No duran mucho; a más tardar estarás mañana en tu casa.

La certidumbre de su voz me bastó. Juzgué prudente presentarme:

- Soy Eudoro Acevedo. Nací en 1897, en la ciudad de Buenos Aires. He cumplido ya setenta años. Soy profesor de letras inglesas y americanas y escritor de cuentos fantásticos.

- Recuerdo haber leído sin desagrado - me contestó - dos cuentos fantásticos. Los Viajes del Capitán Lemuel Gulliver, que muchos consideran verídicos, y la Suma Teológica. Pero no hablemos de hechos. Ya a nadie le importan los hechos. Son meros puntos de partida para la invención y el razonamiento. En las escuelas nos enseñan la duda y el arte del olvido. Ante todo el olvido de lo personal y local. Vivimos en el tiempo, que es sucesivo, pero tratamos de vivir sub specie aeternitatis. Del pasado nos quedan algunos nombres, que el lenguaje tiende a olvidar. Eludimos las inútiles precisiones. No hay cronología ni historia. No hay tampoco estadísticas. Me has dicho que te llamas Eudoro; yo no puedo decirte cómo me llamo, porque me dicen alguien.

- ¿Y cómo se llamaba tu padre?

- No se llamaba.

En una de las paredes vi un anaquel. Abrí un volumen al azar; las letras eran claras e indescifrables y trazadas a mano. Sus líneas angulares me recordaron el alfabeto rúnico, que, sin embargo, sólo se empleó para la escritura epigráfica. Pensé que los hombres del porvenir no sólo eran más altos sino más diestros. Instintivamente miré los largos y finos dedos del hombre.

Éste me dijo:

- Ahora vas a ver algo que nunca has visto.

Me tendió con cuidado un ejemplar de la Utopía de More, impreso en Basilea en el año 1518 y en el que faltaban hojas y láminas.

No sin fatuidad repliqué:

- Es un libro impreso. En casa habrá más de dos mil, aunque no tan antiguos ni tan preciosos.

Leí en voz alta el título.

El otro se rió.

- Nadie puede leer dos mil libros. En los cuatro siglos que vivo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer sino releer. La imprenta, ahora abolida, ha sido uno de los peores males del hombre, ya que tendió a multiplicar hasta el vértigo textos innecesarios.

- En mi curioso ayer - contesté -, prevalecía la superstición de que entre cada tarde y cada mañana ocurren hechos que es una vergüenza ignorar. El planeta estaba poblado de espectros colectivos, el Canadá, el Brasil, el Congo Suizo y el Mercado Común. Casi nadie sabía la historia previa de esos entes platónicos, pero sí los más ínfimos pormenores del último congreso de pedagogos, la inminente ruptura de relaciones y los mensajes que los presidentes mandaban, elaborados por el secretario del secretario con la prudente imprecisión que era propia del género.

Todo esto se leía para el olvido, porque a las pocas horas lo borrarían otras trivialidades. De todas las funciones, la del político era sin duda la más pública. Un embajador o un ministro era una suerte de lisiado que era preciso trasladar en largos y ruidosos vehículos, cercado de ciclistas y granaderos y aguardado por ansiosos fotógrafos. Parece que les hubieran cortado los pies, solía decir mi madre. Las imágenes y la letra impresa eran más reales que las cosas. Sólo lo publicado era verdadero. Esse est percipi (ser es ser retratado) era el principio, el medio y el fin de nuestro singular concepto del mundo. En el ayer que me tocó, la gente era ingenua; creía que una mercadería era buena porque así lo afirmaba y lo repetía su propio fabricante. También eran frecuentes los robos, aunque nadie ignoraba que la posesión de dinero no da mayor felicidad ni mayor quietud.

- ¿Dinero? - repitió -. Ya no hay quien adolezca de pobreza, que habrá sido insufrible, ni de riqueza, que habrá sido la forma más incómoda de la vulgaridad. Cada cual ejerce un oficio.

- Como los rabinos - le dije.

Pareció no entender y prosiguió.

- Tampoco hay ciudades. A juzgar por las ruinas de Bahía Blanca, que tuve la curiosidad de explorar, no se ha perdido mucho. Ya que no hay posesiones, no hay herencias. Cuando el hombre madura a los cien años, está listo a enfrentarse consigo mismo y con su soledad. Ya ha engendrado un hijo.

- ¿Un hijo? - pregunté.

- Sí. Uno solo. No conviene fomentar el género humano. Hay quienes piensan que es un órgano de la divinidad para tener conciencia del universo, pero nadie sabe con certidumbre si hay tal divinidad. Creo que ahora se discuten las ventajas y desventajas de un suicidio gradual o simultáneo de todos los hombres del mundo. Pero volvamos a lo nuestro.

Asentí.

- Cumplidos los cien años, el individuo puede prescindir del amor y de la amistad. Los males y la muerte involuntaria no lo amenazan. Ejerce alguna de las artes, la filosofía, las matemáticas o juega a un ajedrez solitario. Cuando quiere se mata. Dueño el hombre de su vida, lo es también de su muerte.

- ¿Se trata de una cita? - le pregunté.

- Seguramente. Ya no nos quedan más que citas. La lengua es un sistema de citas.

- ¿Y la grande aventura de mi tiempo, los viajes espaciales? - le dije.

- Hace ya siglos que hemos renunciado a esas traslaciones, que fueron ciertamente admirables. Nunca pudimos evadirnos de un aquí y de un ahora.

Con una sonrisa agregó:

- Además, todo viaje es espacial. Ir de un planeta a otro es como ir a la granja de enfrente. Cuando usted entró en este cuarto estaba ejecutando un viaje espacial.

- Así es - repliqué. También se hablaba de sustancias químicas y de animales zoológicos.

El hombre ahora me daba la espalda y miraba por los cristales. Afuera, la llanura estaba blanca de silenciosa nieve y de luna.

Me atreví a preguntar:

- ¿Todavía hay museos y bibliotecas?

- No. Queremos olvidar el ayer, salvo para la composición de elegías. No hay conmemoraciones ni centenarios ni efigies de hombres muertos. Cada cual debe producir por su cuenta las ciencias y las artes que necesita.

- En tal caso, cada cual debe ser su propio Bernard Shaw, su propio Jesucristo y su propio Arquímedes.

Asintió sin una palabra. Inquirí:

- ¿Qué sucedió con los gobiernos?

- Según la tradición fueron cayendo gradualmente en desuso. Llamaban a elecciones, declaraban guerras, imponían tarifas, confiscaban fortunas, ordenaban arrestos y pretendían imponer la censura y nadie en el planeta los acataba. La prensa dejó de publicar sus colaboraciones y sus efigies. Los políticos tuvieron que buscar oficios honestos; algunos fueron buenos cómicos o buenos curanderos. La realidad sin duda habrá sido más compleja que este resumen.

Cambió de tono y dijo:

- He construido esta casa, que es igual a todas las otras. He labrado estos muebles y estos enseres. He trabajado el campo, que otros cuya cara no he visto, trabajarán mejor que yo. Puedo mostrarte algunas cosas.

Lo seguí a una pieza contigua. Encendió una lámpara, que también pendía del cielorraso. En un rincón vi un arpa de pocas cuerdas. En las paredes había telas rectangulares en las que predominaban los tonos del color amarillo. No parecían proceder de la misma mano.

- Ésta es mi obra - declaró.

Examiné las telas y me detuve ante la más pequeña, que figuraba o sugería una puesta de sol y que encerraba algo infinito.

- Si te gusta puedes llevártela, como recuerdo de un amigo futuro - dijo con palabra tranquila.

Le agradecí, pero otras telas me inquietaron. No diré que estaban en blanco, pero sí casi en blanco.

- Están pintadas con colores que tus antiguos ojos no pueden ver.

Las delicadas manos tañeron las cuerdas del arpa y apenas percibí uno que otro sonido.

Fue entonces cuando se oyeron los golpes.

Una alta mujer y tres o cuatro hombres entraron en la casa. Diríase que eran hermanos o que los había igualado el tiempo. Mi huésped habló primero con la mujer.

- Sabía que esta noche no faltarías. ¿Lo has visto a Nils?

- De tarde en tarde. Sigue siempre entregado a la pintura.

- Esperemos que con mejor fortuna que su padre.

Manuscritos, cuadros, muebles, enseres; no dejamos nada en la casa.

La mujer trabajó a la par de los hombres. Me avergoncé de mi flaqueza que casi no me permitía ayudarlos. Nadie cerró la puerta y salimos, cargados con las cosas. Noté que el techo era a dos aguas.

A los quince minutos de caminar, doblamos por la izquierda. En el fondo divisé una suerte de torre, coronada por una cúpula.

- Es el crematorio - dijo alguien -. Adentro está la cámara letal. Dicen que la inventó un filántropo cuyo nombre, creo, era Adolfo Hitler.

El cuidador, cuya estatura no me asombró, nos abrió la verja.

Mi huésped susurró unas palabras. Antes de entrar en el recinto se despidió con un ademán.

- La nieve seguirá - anunció la mujer.

En mi escritorio de la calle México guardo la tela que alguien pintará, dentro de miles de años, con materiales hoy dispersos en el planeta.

FIN

macario / juan rulfo




M a c a r i o
Juan Rulfo

(El llano en llamas)






Estoy sentado junto a la alcantarilla aguardando a que salgan las ranas. Anoche, mientras estábamos cenando, comenzaron a armar el gran alboroto y no pararon de cantar hasta que amaneció. Mi madrina también dice eso: que la gritería de las ranas le espantó el sueño. Y ahora ella bien quisiera dormir. Por eso me mandó a que me sentara aquí, junto a la alcantarilla, y me pusiera con una tabla en la mano para que cuanta rana saliera a pegar de brincos afuera, la apalcuachara a tablazos... Las ranas son verdes de todo a todo, menos en la panza. Los sapos son negros. También los ojos de mi madrina son negros. Las ranas son buenas para hacer de comer con ellas. Los sapos no se comen; pero yo me los he comido también, aunque no se coman, y saben igual que las ranas. Felipa es la que dice que es malo comer sapos. Felipa tiene los ojos verdes como los ojos de los gatos. Ella e s la que me da de comer en la cocina cada vez que me toca comer. Ella no quiere que yo perjudique a las ranas. Pero a todo esto, es mi madrina la que me manda a hacer las cosas... Yo quiero más a Felipa que a mi madrina. Pero es mi madrina la que saca el dinero de su bolsa para que Felipa compre todo lo de la comedera. Felipa sólo se está en la cocina arreglando la comida de los tres. No hace otra cosa desde que yo la conozco. Lo de lavar los trastes a mí me toca. Lo de acarrear leña p ara prender el fogón también a mí me toca. Luego es mi madrina la que nos reparte la comida. Después de comer ella, hace con sus manos dos montoncitos, uno para Felipa y otro para mí. Pero a veces Felipa no tiene ganas d e comer y entonces son para mí los dos montoncitos. Por eso quiero yo a Felipa, porque yo siempre tengo hambre y no me lleno nunca, ni aun comiéndome la comida de ella. Aunque digan que uno se llena comiendo, yo sé bien que no me lleno por más que coma todo lo que me den. Y Felipa también sabe eso... Dicen en la calle que yo estoy loco porque jamás se me acaba el hambre. Mi madrina ha oído que eso dicen. Yo no lo he oído. Mi madrina no me deja salir solo a la calle. Cuando me saca a dar la vuelta es para llevarme a la iglesia a oír misa. Allí me acomoda cerquita de ella y me amarra las manos con las barbas de su rebozo. Yo no sé por qué me amarra mis manos; pero dice que porque dizque luego hago locuras. Un día inventaron que yo andaba ahorcando a alguien; que le apreté el pescuezo a una señora nada más por nomás. Yo no me acuerdo. Pero, a todo esto, es mi madrina la que dice lo que yo hago y ella nunca anda con mentiras. Cuando me llama a comer, es para darme mi parte de comida, y no como otra gente que me invitaba a comer con ellos y luego que me les acercaba me apedreaban hasta hacerme correr sin comida ni nada. No, mi madrina me trata bien. Por eso estoy contento en su casa. Además, aquí vive Felipa. Felipa es muy buena conmigo. Por eso la quiero... La leche de Felipa es dulce como las flores del obelisco. Yo he bebido leche de chiva y también de puerca recién paridad; pero no, no es igual d e buena que la leche de Felipa... Ahora ya hace mucho tiempo que no me da a chupar de los bultos esos que ella tiene donde tenemos solamente las costillas, y de donde le sale, sabiendo sacarla, una leche mejor que la que nos da mi madrina en el almuerzo de los domingos... Felipa antes iba todas las noches al cuarto donde yo duermo, y se arrimaba conmigo, acostándose encima de mí o echándose a un ladito. Luego se las ajuareaba para que yo pudiera chupar de aquella leche dulce y caliente que se dejaba a venir en chorros por la lengua... Muchas veces he comido flores de obelisco para entretener el hambre. Y la leche de Felipa era de ese sabor, sólo que a mí me gustaba más, porque, al mismo tiempo que me pasaba los tragos, Felipa me hacia cosquillas por todas partes. Luego sucedía que casi siempre se quedaba dormida junto a mí, hasta la madrugada. Y eso me servía de mucho; porque yo no me apuraba del frío ni de ningún miedo a condenarme en el infierno si me moría yo solo allí, en alguna noche... A veces no le tengo tanto miedo al infierno. Pero a veces sí. Luego me gusta darme mis buenos sustos con eso de que me voy a ir al infierno cualquier día de éstos, por tener la cabeza tan dura y por gustarme dar de cabezazos contra lo primero que encuentro. Pero viene Felipa y me espanta mis miedos. Me hace cosquillas con sus manos como ella sabe hacerlo y me ataja el miedo ese que tengo de morirme. Y por un ratito hasta se me olvida... Felipa dice, cuando tiene ganas de estar conmigo, que ella le cuenta al Señor todos mis pecados. Que iré al cielo muy pronto y platicará con Él pidiéndole que me perdone toda la mucha maldad que me llena el cuerpo de arriba abajo. Ella le dirá que me perdone, para que yo no me preocupe más. Por eso se confiesa todos los días. No porque ella sea mala, sino porque yo estoy repleto por dentro de demonios, y tiene que sacarme esos chamucos del cuerpo condesándose por mí. Todo s los días. Todas las tardes de todos los días. Por toda la vida ella me hará ese favor. Eso dice Felipa. Por eso yo la quiero tanto... Sin embargo, lo de tener la cabeza así de dura es la gran cosa. Uno da de topes contra los pilares del corredor horas enteras y la cabeza no se hace nada, aguanta sin quebrarse. Y uno da de topes contra el suelo; primero despacito, después más recio y aquello suena como un tambor. Igual que el tambor que anda con la chirimía, cuando viene la chirimía a la función del Señor. Y entonces uno está en la iglesia, amarrado a la madrina, oyendo afuera el tum tum del tambor... Y mi madrina dice que si en mi cuarto hay chinches y cucarachas y alacranes es porque me voy a ir a arder en el infierno si sigo con mis mañas de pegarle al suelo con mi cabeza. Pero lo que yo quiero es oír el tambor. Eso es lo que ella debería saber. Oírlo, como cuando uno esta en la iglesia, esperando salir pronto a la cal le para ver cómo es que aquel tambor se oye de tan lejos, hasta lo hondo de la iglesia y por encima de las condenaciones del señor cura...: "El camino de las cosas buenas esta lleno de luz. El camino de las cosas malas es oscuro." Eso dice e l señor cura... Yo me levanto y salgo de mi cuarto cuando todavía esta a oscuras. Barro la calle y me meto otra vez en mi cuarto antes que me agarre la luz del día. En la calle suceden cosas. Sobra quien lo descalabre a pedradas apenas lo ven a uno. Llueven piedras grandes y filosas por todas partes. Y luego hay que remendar la camisa y esperar muchos días a que se remienden las rajaduras de la cara o de las rodillas. Y aguantar otra vez que le amarren a uno las manos, porque s i no ellas corren a arrancar la costra del remiendo y vuelve a salir el chorro de sangre. Ora que la sangre también tiene buen sabor aunque, eso sí, no se parece al sabor de la leche de Felipa... Yo por eso, para que no me apedreen, me vivo siempre metido en mi casa. En seguida que me dan de comer me encierro en mi cuarto y atranco bien la puerta para que no den conmigo los pecados mirando que aquello está a oscuras. Y ni siquiera prendo el ocote para ver por dónde se me andan subiendo las cucarachas. Ahora me estoy quietecito. Me acuesto sobre mis costales, y en cuanto siento alguna cucaracha caminar con sus patas rasposas por mi pescuezo le doy un manotazo y la aplasto. Pero no prendo el ocote. No vaya a suceder que me encuentren des prevenido los pecados por andar con el ocote prendido buscando todas las cucarachas que se meten por debajo de mi cobija... Las cucarachas truenan como saltapericos cuando uno las destripa. Los grillos no sé si truenen. A los grillos nunca los mato. Felipa dice que los grillos hacen ruido siempre, sin pararse ni a respirar, para que no se oigan los gritos de las ánimas que están penando en el purgatorio. El día en que se acaben los grillos, el mundo se llenará de los gritos de las ánimas santas y todos echaremos a correr espantados por el susto. Además a mí me gusta mucho estarme con la oreja parada oyendo el ruido de los grillos. En mi cuarto hay muchos. Tal vez haya más grillos que cucarachas aquí entre las arrugas de los costales donde yo me acuesto. También hay alacranes. Cada rato se dejan caer del techo y uno tiene que esperar sin resollar a que ellos hagan su recorrido por encima de uno hasta llegar al suelo. Porque si algún brazo se mueve o empiezan a temblarle a uno los huesos, se siente en seguida el ardor del piquete. Eso duele. A Felipa le picó una vez uno en una nalga. Se puso a llorar y a gritarle con gritos queditos a la Virgen Santísima para que no se le echara a perder su nalga. Yo le unt&e acute; saliva. Toda la noche me la pasé untándole saliva y rezando con ella, y hubo un rato, cuando vi que no se aliviaba con mi remedio, en que yo también le ayudé a llorar con mis ojos todo lo que pude... De cualquier modo, yo estoy más a gusto en mi cuarto que si anduviera en la calle, llamando la atención de los amantes de aporrear gente. Aquí nadie me hace nada. Mi madrina no me regaña porque me vea comiéndome las flores de su obelisco, o sus arrayanes, o sus granadas. Ella sabe lo entrado en ganas de comer que estoy siempre. Ella sabe que no se me acaba el hambre. Que no me ajusta ninguna comida para llenar mis tripas aunque ande a cada rato pellizcando aquí y allá cosas de comer. Ella sabe que me como el garbanzo remojado que le doy a los puercos gordos y el maíz seco que le doy a los puercos flacos. Así que ella ya sabe con cuánta hambre ando desde que me amanece hasta que me anochece. Y mientras encuentre de comer aquí e n esta casa, aquí me estaré. Porque yo creo que el día en que deje de comer me voy a morir, y entonces me iré con toda seguridad derechito al infierno. Y de allí ya no me sacara nadie, ni Felipa, aunque sea tan buena conmigo, ni el escapulario que me regaló mi madrina y que traigo enredado en el pescuezo... Ahora estoy junto a la alcantarilla esperando a que salgan las ranas. Y no ha salido ninguna en todo este rato que llevo platicando. Si tardan más en salir, puede suceder que me duerma, y luego ya no habrá modo de matarlas, y a mi madrina no le llegará por ningún lado el sueño si las oye cantar, y se llenará de coraje. Y entonces le pedirá a alguno de toda la hilera de santos que tiene en su cuarto, que mande a los diablos por mí, para que me lleven a rastras a la condenación eterna, derechito, sin pasar ni siquiera por el purgatorio, y yo no podré ver entonces ni a mi papá ni a mi mamá que es allí donde están... Mejor seguiré platicando... De lo que más ganas tengo es de volver a probar algunos tragos de la leche de Felipa, aquella leche buena y dulce como la miel que le sale por debajo a las flores del obelisco...

F I N

el cuerpo que tú iluminas / alejandro romualdo

EL CUERPO QUE TÚ ILUMINAS
Alejandro Romualdo

Porque eres como el sol de los ciegos, Poesía,
profunda y terrible luz que adoro diariamente.
Mis ojos se queman como los ojos de las estatuas
mi corazón padece como una vaso de vino, un armario.

Tú eres un puente de agonía, un mar animado
de agua viva y palpitante. Tú te alzas y brillas:
yo giro alrededor de ti; alta y pura te miro
como los perros a la luna, como un semáforo para morir.

¡Oh Poesía incesante, mi buitre cotidiano,
me tocó servirte en el reparto de sufrimientos:
como un niño exploraba las tierras pálidas del sol.

¡Oh Poderosa! Yo soy para ti uno de los miembros
de esta numerosa familia sideral
compuesta de padres e hijos milenarios.

Yo soy para ti la noche: Tú me enciendes,
ardo en el vientre universal,
rabio con las olas y las nubes,
escribo al girasol que me ama diariamente deslumbrado.

Yo te devuelvo, amor mío, como un espejo desierto
en cuyas entrañas están las cenizas de donde Tú renaces.
Yo te devuelvo amor, mi vientre se renueva sin cesar.
Tú te ocultas y muerdes, entonces, como una ola gloriosa,

llena de dulzura y vigor.
¡Oh Poesía, mi rayo divino y cruel, clava tu pico,
devora el fuego que me abate, apaga esta zarza inmortal!

He aquí mi cuerpo, roído por las estrellas,
pálido y silencioso como un dios que ha cesado
y que Tú arrastras, borrándolo, como el mar o la muerte.

leer es bueno para el corazón...


cuando se adopta el saludable hábito de leer, las palpitaciones mejoran, aunque los expertos advierten que en ciertos casos, las pulsaciones podrían acelerarse y eso provocaría que el lector sintiera la necesidad de colocar su mano en el pecho durante la lectura... cuando usted lee siente cómo el corazón crece, la sangra fluye, el pulso se afirma y la memoria florece...
leer previene las insuficiencias en el corazón...

tomado de un calendario que me regalaron :) y yap.. ahí acaba...

leer es bueno para la digestión...


aprender a digerir ciertas situaciones de la vida es una ardua tarea.. hay sabores, recuerdos y experiencias que provocan dolorosos espasmos.. hay nombres y palabras que se estacionan entre la boca y el estómago, y tardamos años en digerirlas... la lectura ayuda a asimilar aquellas cosas dulces, las amargas, las ácidas, las pesadas y las picantes...

tomado de un calendario que me regalaron...

leer es bueno para la piel...


leer no produce alergia, manchas ni arrugas, pero es importante advertir que hay lecturas que dejan huellas en la piel, marcas que se quedan grabadas y que reaparecen a lo largo de la vida, acompañadas de una risa o un sollozo...
al leer se puede experimentar hipersensibilidad, cosquillas o picor. A veces algún dolor...

tomado de un calendario que me regalaron :)

leer es bueno para la columna...


leer ayuda a mantener una postura equilibrada o desequilibrada...pero auténtica... leer hace que nuestra columna sea lo suficientemente fuerte como para resistir el peso propio y el de algunas cargas que a veces debemos llevar...
la lectura nos sostiene, nos levanta, nos moviliza y nos permite cambiar de postura cuando las vértebras y el alma nos lo piden....

tomado de un calendario que me regalaron :)

leer es bueno para el olfato...


se recomienda la lectura para quienes desean agudizar su sentido del olfato.. al principio solo se percibe el aroma del papel acercando la nariz hasta lo más apretado de la juntura central. Luego se pueden oler las palabras y los espacios en blanco. Incluso, algunos expertos, han llegado a oler el aroma especial de los puntos suspensivos...

(yo si he sentido el olor de los puntos suspensivos ciertamente....)

tomado de un calendario que me regalaron :)

leer es bueno para la memoria...


que no haya malinterpretaciones.. la lectura no le permitirá recuperar llaveros extraviados ni recordar la fecha exacta en que perdió su primer diente... la lectura hrá que su memoria sea más intensa, colorida, esponjosa, crujiente y libertina... gracias a la lectura usted vivirá como propios millones de recursos ajenos...

tomado de un calendario que me regalaron :)

leer es bueno para los pulmones...


está comprobado que la lectura permite un adecuado nivel de oxigenación... el humo del cigarrillo, el aire viciado del ambiente, la soledad y la tristeza son contaminantes que sueleen prenderse de las paredes de los pulmones, provocando resfrío en el alma.. los suspiros, sollozos y la sensación de falta de aire son síntomas de esta afección.. la lectura ayuda a respirar mejor.. la lectura acompaña...
tomado de un calendario que me regalaron :)

leer es bueno para la cabeza....


la lectura ayuda a que la cabeza encuentr su sitio.. la ubica.. la centra... no la limita... la lectura es remedio eficaz para una curiosa patología de nuestros tiempos: la de las ideas impuestas.. quien adopat el hábito de la lectura es más dueño de sí.... aunque en ocasiones cuando la cabeza quiere volar, la lectura puede hacer un buen papel de copiloto...

tomado de un calendario que me regalaron :)

leer es bueno para la circulación...


si nuestro aparato circulatorio tuviera que transportar exclusivamente sangre ya tendría suficiente trabajo... pero cuando lo que debemos circular, procesar y asimilar son ideas, temores, palabras, recuerdos y silencios.. la carga se torna compleja y los riesgos se multiplican... ina dieta adecuada y un buen libro son de gran ayuda... evite las grasas y elija una buena novela..

tomado de un calendario que me regalaron :)

leer es bueno para la vista...


tarde o temprano todos manifestaremos algún problema de vista...habrá algunos que no podrán ver de cerca, otros de lejos, otros solo verán sombras y algunos presentarán problemas en la perspectiva... la lectura ayuda a este último grupo, siempre y cuando no se haya llegado a un estado límite de la enfermedad... la lectura aclara el panorama, brinda respuestas y ayuda a conseguir el mejor ángulo de visión..

tomado de un calendario que me regalaron... :)

leer es bueno para las articulaciones...


articular palabras, ideas o sentimientos a veces no es asunto fácil. Más de uno se provoca un esguince en el intento. Puede haber molestia y dolor agudo al tratar, bruscamente, de recuperar el movimiento de los huesos, de las palabras o de los abrazos. En ese caso la lectura ayuda como analgésico y desinflamante. Otorga razones, pausas y palabras para todas las coyunturas..

tomado de un calendario que me regalaron :)

leer es bueno para la garganta....


Irritable. Si. La garganta puede llegar a ponerse a rojo vivo, como usted. El ardor y la quemazón impiden hablar, tragar e inluso respirar. "No lo trago, doctor", es una de las frases que más se repiten en el consultorio. La receta del médico incluye una cucharada de miel pura de abeja, que se puede encontrar en cualquier supermercado, y gárgaras con palabras que se pueden encontrar en cualquier libro: paciencia... paciencia...paciencia...

tomado de un calendario que me regalaron :)

mariposa insurrecta / macario


La tropa es un santuario de aquellas Mariposas que no se conformaron con ser del montón y siempre han sido ejemplo de lucha y sueños mezclados con amor en proporciones perfectas.

Por todas ustedes


MARIPOSA INSURRECTA
MACARIO

Un día oscurecieron el cielo,
no dejaban pasar la luz del sol,
cada una de las miles de ellas
fue un pecado, una historia de amor.

Poco a poco se fueron esparciendo,
perdiéndose por diferentes lugares
y, entre todas las que nunca se fueron,
encontré una con grandes ideales;

Ella es la Mariposa insurrecta,
la que, durmiendo, soñó que jugaba
a alzar el polvo y desatar los vientos
con el potente batir de sus alas;

con su vuelo salvava a los mortales,
entonces mucha gente les seguía,
pues creyó en lo imposible, en lo mágico
pues sin mapa llegó hasta la utopía.

Por las mañanas la veo en el jardín
posando en cada una de las flores,
hasta que su instinto de luz le dice:
es tiempo de abrazar los corazones.

hábitos / siro

Hábitos

tal vez habría que rozar los labios de la locura
maldecir al dinero más seguido
vomitar de vez en cuando
volar de fiebre
toser hasta ahogarse
arrancarse la piel muerta con la yema de los dedos
maldecir esta hermosa vida
las que están por venir
las que no vendrán
amar la muerte hasta perderla
llorar en un rincón del baño
y salir, a dar la cara.
Ponerse la bufanda al cuello
abrocharse la campera
y caminar, como si nada.

9-6-7


(del siro)
S.C

martes, 27 de mayo de 2008

a veces ella / julio torres recinos

Julio Torres Recinos
A veces ella

Ella es a veces alta,
a veces triste como todo camino,
de mirada queda.
Y cuando me ve,
su sonrisa me quema todo el cuerpo.

La conocí hoy y sonreía.

Hablaba despacio,
viendo la palabra perfecta,
ella,
la mujer exacta.

Y cuando hablaba de las gentes,
de las cosas viejas,
de la promesa que debíamos hacer,
de la espera secular;
su cuerpo se erguía
y era toda una gacela de emoción.

Ella pensaba en un mundo
por estrenar
como sólo te pones
por primera vez un sentimiento nuevo,
y el periódico temblaba en sus manos
y los dedos rasgaban las
fotografías,
las palabras,
la mentira.

La conocí hoy por la mañana
y ella es un ocaso y lo sabe
y fija sus profundas pupilas
en las mías.
Sobre sus hombros tiemblan áridas
montañas encarnadas.

Ella es la palabra incendiada,
el cielo desesperado
de una tarde de agosto,
un río,
la noche iracunda,
un heroico aliento a desatar.

¿QUÉ PUTAS PUEDO? JAIME SABINES

Jaime Sabines
¿Qué putas puedo?


¿Qué putas puedo hacer con mi rodilla,
con mi pierna tan larga y tan flaca,
con mis brazos, con mi lengua,
con mis flacos ojos?
¿Qué puedo hacer en este remolino
de imbéciles de buena voluntad?
¿Qué puedo con inteligentes podridos
y con dulces niñas que no quieren hombre sino poesía?
¿Qué puedo entre los poetas uniformados
por la academia o por el comunismo?
¿Qué, entre vendedores o políticos
o pastores de almas?
¿Qué putas puedo hacer, Tarumba,
si no soy santo, ni héroe, ni bandido,
ni adorador del arte,
ni boticario,
ni rebelde?
¿Qué puedo hacer si puedo hacerlo todo
y no tengo ganas sino de mirar y mirar?

lunes, 26 de mayo de 2008

("Oficio puro") Victor Valera Mora

("Oficio puro") Victor Valera Mora

¿Cómo camina una mujer que recién ha hecho el amor?
¿En qué piensa una mujer que recién ha hecho el amor?
¿Cómo ve el rostro de los demás y los demás cómo ven el rostro de ella?
¿De qué color es la piel de una mujer que recién ha hecho el amor?
¿De qué modo se sienta una mujer que recién ha hecho el amor?
Saludará a sus amistades
Pensará que en otros países está nevando
Encenderá y consumirá un cigarrillo
Desnuda, en el baño dará vuelta a la llave
del agua fría o del agua caliente
Dará vuelta a las dos a la vez
¿Cómo se arrodilla una mujer que recién ha hecho el amor?
Soñará que la felicidad es un viaje por barco
Regresará a la niñez o más allá de la niñez
Cruzará ríos, montañas, llanuras, noches domésticas
Dormirá con el sol sobre los ojos
Amanecerá triste, alegre, vertiginosa
Bello cuerpo de mujer
que no fue dócil ni amable ni sabio.


quien alumbra / alejandra pizarnik

QUIEN ALUMBRA
Alejandra Pizarnik

Cuando me miras
mis ojos son llaves,
el muro tiene secretos,
mi temor palabras, poemas.
Sólo tú haces de mi memoria
una viajera fascinada,
un fuego incesante

amarte es esto / juan gelman

AMARTE ES ESTO...

amarte es esto:
una palabra que está por decir/
un arbolito sin hojas
que da sombra/

Juan Gelman

Código del obseso / gonzalo rojas

Código del obseso

1) Busco un pelo; entre lo innumerable de este Mundo busco un pelo
disperso en la quebrazón, longilíneo
de doncellez correspondiente a grande figura
de muchacha grande, pies
castísimos con uñas pintadas
por el rey, airosos los muslos
de la esbeltez dual, en ascenso
más bien secreto, de pubis
a axila, a cabellera
torrencial tras lo animal del
número ronco de ser, busco un pelo

2) espléndido de mujer
espléndida, clásica,
músico
de tacto preferiblemente intrépido
de Boticelli,
áureo y corrupto de exactitud, castaño
de fulgor, finísimo, de alto a
bajo busco un pelo

3) unigénito, seco de aroma,
entre el aire y el descaro
del aire, ni rey
a remolque de esta invención, ni tamaña concubina
venusina, flaco
y cínico:
-Galaxias
no me quiten el sol. Pajar del cielo:
lo que busco es un pelo.

Gonzalo Rojas
De Desocupado lector, 1990.

enigma de la deseosa / gonzalo rojas

Enigma de la Deseosa
de Gonzalo Rojas

Muchacha imperfecta busca hombre imperfecto
de 32, exige lectura
de Ovidio, ofrece: a) dos pechos de paloma,
b) toda su piel liviana
para los besos, c) mirada
verde para desafiar el infortunio
de las tormentas;
no va a las casas
ni tiene teléfono, acepta
imantación por pensamiento. No es Venus;
tiene la voracidad de Venus.

seguir viviendo sin tu amor / l. a. spinetta

Seguir viviendo sin tu amor
L A Spinetta


Si a tu corazón yo llego igual
todo siempre se podrá elegir
no me escribas la pared
sólo quiero estar entre tu piel

Y si acaso no brillara el sol
y quedara yo atrapado aquí
no veria la razón
de seguir viviendo sin tu amor

Y hoy que enloquecido vuelvo
buscando tu querer
no queda más que el viento
no queda mas que el viento

Y si acaso no brillara el sol
y quedara yo atrapado aquí
no veria la razón
de seguir viviendo sin tu amor.

Cuando me puse a pensar / José Martí

José Martí
Cuando me puse a pensar


Cuando me puse a pensar
La razón me dio a elegir
Entre ser quien soy, o ir
El ser ajeno a emprestar,

Mas me dije: si el copiar
Fuera ley, no nacería
Hombre alguno, pues haría
Lo que antes de él se ha hecho:
Y dije, llamando al pecho,
¡Sé quien eres, alma mía!?

"Zapatos de mi Conciencia...

poema de víctor manuel, tropero venezolano, inspirado en la choco glenda, médico y ser humano excepcional...

"Zapatos de mi Conciencia,
Mal que bien me van llevando"
Alí Primera


Si... Caracas se alumbra con el vuelo
De mariposas azules que, con el viento
Van tejiendo un cariño que se instala
Cerca del corazón...muy Barrio Adentro.

Y la gracia, la fuerza, la ternura
Hecha conocimiento
Es Hipocratico en forma tan pura
Que se vuelve SOCIAL el juramento.

¿Estaremos transitando dónde es?
¿Mueve demasiadas alas el Colibrí?
¿O será que más bien se están uniendo
Los sueños de Bolívar y Martí?

Víctor Manuel
Miercoles 27 / jueves 28 de mayo de 2004
Con especial afecto para Glenda
..y gracias Eduardo por el circular el texto.

jueves, 22 de mayo de 2008

Los poemas de... Luis Llorente

Los poemas de... Luis Llorente

Luis Lorente (Matanzas, 1950). Ganó el Premio David de Poesía con su libro Las puertas y los pasos. Igualmente obtuvo el Premio Casa de las Américas en el mismo género. Los fragmentos del poema que presentamos hoy pertenecen a su libro Más horribles que yo (Ediciones Matanzas, 2006), con el cual obtuvo el Premio de la Crítica de ese año .




Parece inverosímil haber reconocido tu presencia
que el aire eterno quiso revelar abriendo con un golpe

la ventana cuando finalizaba el día sin ninguna sorpresa.

Dije no puede ser aunque ella tiene cara de pájaro asustado,

un ángel transparente con sus hebras de oro y el mismo

cuerpo

intacto que la beneficiaba al trasponer la brisa.

Estábamos sentados en las piedras mirando entrar

los barcos,

el agua azul sereno, el cielo blanco roto, el devenir,

la vida todavía demasiado abundante.

Me extasiaba mirarte la perfección del tórax lleno

de absolutismo, los brazos y el borde irreverente de la oreja.

Patética, inconforme, con el pelo nevado, detrás de una

apariencia

que llegaba de inciertas e inauditas lejanías anunciando

unas devastaciones inefables donde la atrocidad

del framboyán destella

como la electrizante luz del rayo verde.

Perplejo. Cada vez más perplejo con las manos atadas

a la espalda

miro las nebulosas del árbol primordial de tu cabeza.

No es sueño lo que oigo, sino música ciega y turbulenta,

un incendio perenne y fabuloso sobre el paisaje abandonado

con casas abrazadas por ciclones y oigo el olor de las violetas

que me están convidando a sus moradas.

Tú a veces me llamabas Odiseo, el de insignificantes

travesías,

acosado por todas las zozobras y un agua de cristales

que vuelvo a ver ahora en las pausas de tu respiración

indefinida.

No sé si es agua o bosque o son palabras viejas, de náufrago,

que están haciendo estragos todavía.

¿Es Júpiter la luz esa que insiste, Júpiter que dejaba

una estela

de sangre de serpiente enloquecida?

Como dentro de un «círculo de tiza caucasiano»

tus ojos se llenaban de una lluvia espantosa

que por las calles de Moscú corría hacia unas permanentes

soledades donde te ibas quedando insatisfecha,

aficionada al vodka y a la melancolía entre una frialdad

que te petrificaba hasta los dientes en pleno corazón

solemne de un crepúsculo custodiado por los techos

magníficos del Kremlin en el anochecer que te apretaba

el alma y sumergía en un pensamiento poblado

de abstracciones que invitaba a morir sobre la nieve

donde el aire cortaba como un feroz cuchillo

entre altas paredes extenuadas.

A merced de las olas comenzaron los días a desaparecer.

Sigifredo llegaba con nefastas noticias, muerte de Mirta,

muerte de Molly Morgan Muir, perennes amenazas

de derrumbes,

vértigo, fiebre, fobia, qué horror, cáncer, cíclopes y una danza

de siluetas que hacen una masacre con el viento

que cruje en la pared dejando las arenas por siempre

movedizas,

las hojas de naranja abandonadas a la tempestad.

Dios y mi Harley Davidson me alejaban de aquí

como a un papel de China, como un pez paralítico en aguas

retorcidas, causas desesperantes de todo el espejismo,

del insólito tedio y de la sed que aumentaba el deseo

de encontrarte en el amanecer desértico donde había

sucedido una batalla.

Quemados bajo el sol los restos de mí mismo.

A expensas de los buitres mi tricornio ridículo, mi sable,

mi fusil.

Tú soñabas la luna fastuosa de Kentucky, violoncellos

que te hacían ir y venir entre relámpagos como un espíritu

que cuida de sus fláccidos senos y su cara ultrajada

y el sombrero de paño y el vestido flamante con sus manchas

de vino, para hacerse retratos finiseculares cuando llega

el invierno que se acerca cruzando, inusitado, el puente.

Dentro de un mar de naves presurosas

hay un bosque de ceibas que se apiñan y abrazan

porque temen al viento cuando azota el palacio invisible

derribado en tu cuerpo esta noche silvestre

que prolonga la estancia de esos pájaros cínicos

con aliento estridente que se esconden con rabia

dentro de tus vestidos.

Te dan miedo y enervan esos pájaros

pisoteando las puertas y estos últimos días

cuando entras en los sitios perpetuos

donde conversas con las ánimas solas,

damas de tu familia que viajan en bicicletas y centauros,

aspirantes al éxtasis, a la impureza, al placer del placer.

Sílfides sin amparo, trémula flor de calabaza,

mira el mar que se obstina sobre un desierto

de apasionantes telarañas donde comienza a claudicar

tu carne estoica que sufre su desfalco y le cierra

la boca a esas visitaciones del deseo que elogiabas

ayer pronunciando aquel nombre de fantasma

que huye de los perros sonámbulos.

Yo Soy el Capitalista


Yo Soy el Capitalista
Yo Soy el Capitalista...

Estudié una carrera que me aseguraría cierto estatus o por lo menos hacerme diferente a los demás...yo soy el Capitalista...

Ví compañeras y compañeros conversando de temas grandiosos pero soñadores, ellos no habitaban este mundo real, ellas/os pensaban que este mundo (ja!) puede ser de otra manera…Yo Soy el Capitalista…

Yo también creo en eso…de verdad…yo sueño con otro mundo pero no sé que hacer…solo me enseñaron a seguir a los demás…Yo Soy el Capitalista…

Cuando hablan de Derechos Humanos o de Igualdad, me pica la cabeza y me siento como en otra época porque no me interesa eso...eso es retrógrado…Yo Soy el Capitalista…

Me levanto cansado…pienso todo el día en irme de viaje…tengo miedo a que me quiten a mi mujer…mis padres esperan lo mejor de mí…nada tiene sentido pero nadie se puede enterar de esto…Yo Soy el Capitalista…

Pienso en miles de objetos de consumo…nunca quedo satisfecho…hace semanas que no visito a mis padres…una vez me parece que confié en alguien de verdad…ya no lo recuerdo…ahora solo creo en las billeteras y en personas con Poder…me invitaron a formar un partido y me enriqueceré de eso…tengo miedo de todos…Yo Soy el Capitalista…

Yo Soy el Capitalista peor de todos…el que un día fue Humano o por lo menos Humanista…yo sé lo que es soñar y luego perder…yo sé lo que significa no entender nada y quererlo todo…la frustración me hizo lo que soy…no fui yo…nunca soy Yo…nunca Soy Yo…Yo Soy el Capitalista…



Una paráfrasis al gran Nicanor Parra y su Yo Soy el Individuo…

Desde la Cidad de las Estrellas Fugaces

Coche

jueves, 15 de mayo de 2008

los profesores / nicanor parra


Los Profesores

Los profesores nos volvieron locos
a preguntas que no venían al caso
cómo se suman números complejos
hay o no hay arañas en la luna
cómo murió la familia del zar
¿es posible cantar con la boca cerrada?
quién le pintó bigotes a la Gioconda
cómo se llaman los habitantes de Jerusalén
hay o no hay oxígeno en el aire
cuántos son los apóstoles de Cristo
cuál es el significado de la palabra consueta
cuáles fueron las palabras que dijo Cristo en la cruz
quién es el autor de Madame Bovary
dónde escribió Cervantes el Quijote
cómo mató David al gigante Goliat
etimología de la palabra filosofía
cuál es la capital de Venezuela
cuándo llegaron los españoles a Chile

Nadie dirá que nuestros maestros
eran unas enciclopedias rodantes
exactamente todo lo contrario:
unos modestos profesores primarios
o secundarios no recuerdo muy bien
—eso sí que de bastón y levita
como que estamos a comienzos de siglo—
no tenían para qué molestarse
en molestarnos de esa manera
salvo por razones inconfesables:
a qué tanta manía pedagógica
¡tanta crueldad en el vacío más negro!

Dentadura del tigre
nombre científico de la golondrina
de cuántas partes consta una misa solemne
cuál es la fórmula del anhídrido sulfúrico
cómo se suman fracciones de distinto denominador
estómago de los rumiantes
árbol genealógico de Felipe II
Maestros Cantores de Nuremberg
Evangelio según san Mateo
nombre cinco poetas finlandeses
etimología de la palabra etimología

Ley de la gravitación universal
a qué familia pertenece la vaca
cómo se llaman las alas de los insectos
a qué familia pertenece el ornitorrinco
mínimo común múltiplo entre dos y tres
hay o no hay tinieblas en la luz
origen del sistema solar
aparato respiratorio de los anfibios
órganos exclusivos de los peces
sistema periódico de los elementos
autor de Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis
en qué consiste el fenómeno llamado es-pe-jis-mo
cuánto demoraría un tren en llegar a la luna
cómo se dice pizarrón en francés
subraye las palabras terminadas en consonante

La verdad de las cosas
es que nosotros nos sentábamos en la diferencia
quién iba a molestarse con esas preguntas
en el mejor de los casos apenas nos hacían temblar
únicamente un malo de la cabeza
la verdadera verdad de las cosas
es que nosotros éramos gente de acción
a nuestros ojos el mundo se reducía
al tamaño de una pelota de fútbol
y patearla era nuestro delirio
nuestra razón de ser adolescentes
hubo campeonatos que se prolongaron hasta la noche
todavía me veo persiguiendo
la pelota invisible en la oscuridad
había que ser búho o murciélago
para no chocar con los muros de adobe
ése era nuestro mundo
las preguntas de nuestros profesores
pasaban gloriosamente por nuestras orejas
como agua por espalda de pato
sin perturbar la calma del universo:
partes constitutivas de la flor
a qué familia pertenece la comadreja
método de preparación del ozono
testamento político de Balmaceda
sorpresa de Cancha Rayada
por dónde entró el ejército libertador
insectos nocivos a la agricultura
cómo comienza el Poema del Cid
dibuje una garrucha diferencial
y determine la condición de equilibrio

El amable lector comprenderá
que se nos pedía más de lo justo
más de lo que estrictamente necesario:
¿determinar la altura de una nube?
¿calcular el volumen de la pirámide?
¿demostrar que raíz de dos es un número irracional?
¿aprender de memoria las Coplas de Jorge Manrique?
déjense de pamplinas con nosotros
hoy tenemos que dirimir un campeonato
pero llegaban las pruebas escritas
y a continuación las pruebas orales
(en unas de fregar cayó Caldera)
con una regularidad digna de mejor causa:

teoría electromagnética de la luz
en qué se distingue el trovador del juglar
¿es correcto decir se venden huevos?
¿sabe lo que es un pozo artesiano?
clasifique los pájaros de Chile
asesinato de Manuel Rodríguez
independencia de la Guayana Francesa
Simón Bolívar héroe o antihéroe
discurso de abdicación de O'Higgins
ustedes están más colgados que una ampolleta

Los profesores tenían razón:
en verdad en verdad
el cerebro se nos escapaba por las narices
—había que ver cómo nos castañeteaban los dientes—
a qué se deben los colores del arcoiris
hemisferios de Magdeburgo
nombre científico de la golondrina
metamorfosis de la rana
qué entiende Kant por imperativo categórico
cómo se convierten pesos chilenos a libras esterlinas
quién introdujo en Chile el colibrí
por qué no cae la Torre de Pisa
por qué no se vienen abajo los jardines flotantes de Babilonia
¿por qué no cae la luna a la tierra?
departamentos de la provincia de Ñuble
cómo se trisecta un ángulo recto
cuántos y cuáles son los poliedros regulares
éste no tiene la menor idea de nada

Hubiera preferido que me tragara la tierra
a contestar esas preguntas descabelladas
sobre todo después de los discursos moralizantes
a que nos sometían impajaritablemente día por medio
¿saben ustedes cuánto cuesta al estado
cada ciudadano chileno
desde el momento que sale de la universidad?
¡un millón de pesos de seis peniques!

Un millón de pesos de seis peniques
y seguían apuntándonos con el dedo:
cómo se explica la paradoja hidrostática
cómo se reproducen los helechos
enuméreme los volcanes de Chile
cuál es el río más largo del mundo
cómo se reproducen los elefantes
inventor de la máquina de coser
inventor de los globos aerostáticos
ustedes están más colgados que una ampolleta
van a tener que irse para la casa
y volver con sus apoderados
a conversar con el Rector del Establecimiento

Y mientras tanto la Primera Guerra Mundial
Y mientras tanto la Segunda Guerra Mundial
La adolescencia al fondo del patio
La juventud debajo de la mesa
La madurez que no se conoció
La vejez
con sus alas de insecto.

Soliloquio del Individuo / nicanor parra


Soliloquio del Individuo
nicanor parra


Yo soy el Individuo.
Primero viví en una roca
(allí grabé algunas figuras).
Luego busqué un lugar más apropiado.

Yo soy el Individuo.
Primero tuve que procurarme alimentos,
buscar peces, pájaros, buscar leña
(ya me preocuparía de los demás asuntos).
Hacer una fogata,
leña, leña, dónde encontrar un poco de leña,
algo de leña para hacer una fogata,
yo soy el Individuo.

Al mismo tiempo me pregunté,
fui a un abismo lleno de aire;
me respondió una voz:
yo soy el Individuo.

Después traté de cambiarme a otra roca,
allí también grabé figuras,
grabé un río, búfalos,
grabé una serpiente,
yo soy el Individuo.

Pero no. Me aburrí de las cosas que hacía,
el fuego me molestaba,
quería ver más,
yo soy el Individuo.
Bajé a un valle regado por un río,
allí encontré lo que necesitaba,
encontré un pueblo salvaje,
una tribu,
yo soy el Individuo.

Vi que allí se hacían algunas cosas,
figuras grababan en las rocas,
hacían fuego, ¡también hacían fuego!,
yo soy el Individuo.

Me preguntaron que de dónde venía.
Contesté que sí, que no tenía planes determinados,
contesté que no, que de ahí en adelante.
Bien.
Tomé entonces un trozo de piedra que encontré en un río
y empecé a trabajar con ella,
empecé a pulirla,
de ella hice una parte de mi propia vida.
Pero esto es demasiado largo.
Corté unos árboles para navegar,
buscaba peces,
buscaba diferentes cosas
(yo soy el Individuo).

Hasta que me empecé a aburrir nuevamente.
Las tempestades aburren,
los truenos, los relámpagos,
yo soy el Individuo.
Bien. Me puse a pensar un poco,
preguntas estúpidas se me venían a la cabeza,
falsos problemas.

Entonces empecé a vagar por unos bosques.
Llegué a un árbol y a otro árbol,
llegué a una fuente,
a una fosa en que se veían algunas ratas:
aquí vengo yo, dije entonces,
¿habéis visto por aquí una tribu,
un pueblo salvaje que hace fuego?
De este modo me desplacé hacia el oeste
acompañado por otros seres,
o más bien solo.
Para ver hay que creer, me decían,
yo soy el Individuo.

Formas veía en la obscuridad,
nubes tal vez,
tal vez veía nubes, veía relámpagos;
a todo esto habían pasado ya varios días,
yo me sentía morir;
inventé unas máquinas,
construí relojes,
armas, vehículos,
yo soy el Individuo.

Apenas tenía tiempo para enterrar a mis muertos,
apenas tenía tiempo para sembrar,
yo soy el Individuo.

Años más tarde concebí unas cosas,
unas formas,
crucé las fronteras
y permanecí fijo en una especie de nicho,
en una barca que navegó cuarenta días,
cuarenta noches,
yo soy el Individuo.

Luego vinieron unas sequías,
vinieron unas guerras,
tipos de color entraron al valle,
pero yo debía seguir adelante,
debía producir.
Produje ciencia, verdades inmutables,
produje tanagras,
di a luz libros de miles de páginas,
se me hinchó la cara,
construí un fonógrafo,
la máquina de coser,
empezaron a aparecer los primeros automóviles,
yo soy el Individuo.

Alguien segregaba planetas,
¡árboles segregaba!,
pero yo segregaba herramientas,
muebles, útiles de escritorio,
yo soy el Individuo.
Se construyeron también ciudades,
rutas,
instituciones religiosas pasaron de moda,
buscaban dicha, buscaban felicidad,
yo soy el Individuo.

Después me dediqué mejor a viajar,
a practicar, a practicar idiomas,
idiomas,
yo soy el Individuo.
Miré por una cerradura,
sí, miré, qué digo, miré,
para salir de la duda miré,
detrás de unas cortinas,
yo soy el Individuo.

Bien.
Mejor es tal vez que vuelva a ese valle,
a esa roca que me sirvió de hogar,
y empiece a grabar de nuevo,
de atrás para adelante grabar
el mundo al revés.
Pero no: la vida no tiene sentido.

Qué es un antipoeta: / Nicanor Parra



Test

Qué es un antipoeta:

un comerciante en urnas y ataúdes?
un sacerdote que no cree en nada?
un general que duda de sí mismo?
un vagabundo que se ríe de todo
hasta de la vejez y de la muerte?
un interlocutor de mal carácter?
un bailarín al borde del abismo?
un narciso que ama a todo el mundo?
un bromista sangriento
deliberadamente miserable?
un poeta que duerme en una silla?
un alquimista de los tiempos modernos?
un revolucionario de bolsillo?
un pequeño burgués?
un charlatán?

un dios?

un inocente?

un aldeano de Santiago de Chile?
Subraye la frase que considere correcta.

Qué es la antipoesía:
un temporal en una taza de té?
una mancha de nieve en una roca?
un azafate lleno de excrementos humanos
como lo cree el padre Salvatierra?
unespejo que dice la verdad?
un bofetón al rostro
del Presidente de la Sociedad de Escritores?
(Dios lo tenga en su santo reino)
una advertencia a los poetas jóvenes?
un ataúd a chorro?
un ataúd a fuerza centrífuga?
un ataúd a gas de parafina?
una capilla ardiente sin difunto?

Marque con una cruz
la definición que considere correcta.

Corazonada


Corazonada
Aymer Waldir Zuluaga Miranda


Yo soy Marinella, con doble ele, pero se dice Marinela. Escriba bien. Después es un problema para cambiar los papeles. Mi esposo, por ejemplo, tuvo que hacer muchas filas y enredos para poder sacar lo de la visa, pues en la cédula decía muy clarito: Yorfanis y en los papeles de la embajada le pusieron Yovany. Pero así lo acostumbraban llamar en el barrio. Es que la gente es muy pendeja, no oye, uno se presenta bien, de-le-tre-an-do y ellos, sordos, lo rebautizan. Así le decían todos a mi esposo: Yovany. ¿Apellido? Coronado, ¿o el de cual?, ¿el mío? Se nota que usted es nuevo en esto. ¿No ve los papeles? ¿Está en reemplazo de vacaciones? Buena época escogió: Navidad. Ninguna, era muy sano, aunque en las fiestas que daba por esta época servía licor en cantidades navegables. Pero él no se tomaba ni un trago, «siempre alerta y eso embota», decía, como el eterno boy scout que era. Tampoco fumaba y al médico nunca iba, pues siempre estaba sano y fuerte. Ni dolores de cabeza le daban, y eso que antes de cada partida se la pasaba tan pensativo que asustaba. Era fijo, mirada platónica y abandonada segura. También me extravío entre ideas, pero no tanto tiempo. Siempre miraba como si estuviera leyendo. En la fotografía que traje se ve tal cual era; ahora que lo pienso bien él siempre estaba así, igualito, parecía una foto. A eso voy, iba vestido como acostumbraba últimamente: con la camiseta de su equipo favorito y el pantalón a media pierna, unos jeans verdes que dejaban ver los calzoncillos arriba del ombligo, tan exótico, pero tan común ya. No hay nada que ocultar. A todos nos dio por mostrar los calzones. A las muchachas, con sus minifaldas, en las motocicletas tipo Lambretta; a nosotras, las cuchibarbies, con los descaderados que se deslizan cuando nos sentamos; y a los hombres, con los pantalones esos. Lo que no se exhibe no se vende, me decía Yorfanis. Él también se mostraba. Las mujeres de por la casa se babeaban, se les iban los ojos y las manos, pero él sabía cómo era conmigo. Harto fue lo que me persiguió hasta conquistarme, desde que él era un culicagado y fueron quince años de soportarnos. Le llevaba dos años. A eso voy: treinta y tres, los cumplió el primero de noviembre. Le sentaron mal, creí que le iba a entrar la locura mística. La edad del Cristo, repetía. Unos tenis de color rojo, horribles, pero carísimos. Y una cadena con una imagen religiosa alrededor del tobillo y un tatuaje en la mano derecha, entre el pulgar y el índice, de dos comas formando un círculo, la una blanca y la otra negra. Representaba una algo acerca del bien y el mal: lo masculino y lo femenino. No sé, él me explicó, puras bobadas. Dizque lo femenino era el mal. Una cicatriz en el abdomen, pero quirúrgica. Creo que era por lo del apéndice, él decía que se sentía como un libro al que le arrancaron una página importante, salía con unas frases como que hubiera estudiado mucho. Yo estudié más que él, me costeó Comunicación Social en la Asociativa, será por eso que hablo tanto. Quería que trabajara en televisión, hasta me pagó la cirugía para arreglarme un par de cositas. Era requisito, decía. Él trabajaba como loco para mantenerse cuerdo, le obsesionaba mucho la apariencia. Tez trigueña. Yo siempre fui fresca, frentera, él me cambió un poco, bastante guerra le di. Lo quise mucho hasta que empezaron las ausencias. En cada salida recordaba sus manos, tan especiales. Las manos son una parte importante, por su estructura, por su función. Reflejan aspectos de lo que hace y quiere una persona. Las de Yorfanis eran gruesas y fuertes, pero suaves, como cuando uno se toca detrás de la oreja. Me hacían falta, especialmente en las noches, para arrullarme. Después las fui olvidando también, como su rostro, su cara de fotografía. Se fueron perdiendo entre viajes. Salía mucho, del departamento, del país, creo que hasta del mundo. Me llegaban noticias con su voz de adormecer niños, una llamada a deshoras, un monólogo al otro lado del teléfono y mi llanto a este lado. Con el tiempo se fue secando la fuente y acortándose las llamadas, pero las ausencias seguían siempre. La fuerza de la costumbre. La primera vez que lo imaginé muerto regresó desde la tristeza, pero su ausencia se fue a vivir a mi casa luego de un par de años. Ya estoy hablando como él. Lo que es ver tantas películas y vivir en una; me lo imaginaba cercado por una marca de tiza en el asfalto de la calle; luego pensé en el blanco trazo de su silueta sobre el asfalto. Ahora en manchas de sangre. Un día soñé con un zapato y tuve la certeza de que estaba muerto. Ya lo había reportado como desaparecido como cuatro veces y ese día vine segura a reconocerlo, pero también debí retirar la tarjeta del registro pues me llamó a los tres días desde Apartadó. Ojos verdes. Mi abuela dice que los vivos cierran los ojos de los muertos, pero que los muertos nos abren los ojos a los vivos. A mí no hay quien me abra más los ojos, a no ser para que les eche gotas. Que se desaparecía y que no, yo creo que Houdini tenía mucho que aprenderle. Yo me resigné. Incluso de tanto venir con esperanzas las cambié por decepción, ya no sabía cuál sentimiento era cuál. Venía a identificar los restos en las neveras de la morgue esperando encontrarlo. Alguna vez creí que lo que quería era ubicarlo muerto, de una vez, y la frustración de no hallarlo se mezcló con la de saberlo vivo. Que susto, creí que me estaba volviendo loca. Creo que empecé a odiarlo. Ese día decidí ver yo misma los registros fotográficos de los cadáveres y le dije a su padre que vendría sola; que se quedara a cuidar a doña Soledad. Vomité rabia, dolor, frustración y tristeza, pero descansé. Luego salí a comprar flores y lloré un rato en una tumba desconocida, aquí mismo, en el Universal, donde entierran los NNs. Como un duelo con ritual fúnebre. Le dejé un ramo. Para mí se murió ese día, aunque después apareció. Luego de eso se perdía con menos frecuencia, quizás por lo de la enfermedad de ella. No volví a poner el aviso en el diario y dejé la angustia de empapelar las calles con esa foto eterna. Una se cansa, la primera vez busqué en hospitales, inspecciones de policía y sitios que frecuentaba, luego solamente en el hospital más cercano, después nada, directamente a la morgue. Donde lo estaban esperando. Venir acá tras una llamada, para identificar un cadáver que correspondía a la descripción, pero que no era él. Cabello castaño. Y después llegar a la casa y verlo en la casa frente al televisor y también después dejar de saber de él. La enfermedad de su madre nos puso a todos a intentar darle origen en las ausencias del hijo. Yorfanis quería a doña Soledad de un modo extraño, la cargaba entre sus brazos como el hijo que nunca tuvimos, la besaba en la frente y mejillas como a novia adolescente y la miraba sin querer descifrarla. Por ella haría lo que fuera, no me extraña. Era sorprendente verlo cada vez que atendía a su madre y fascinante oírlo hablar de ella, como si doña Soledad fuera un ser distinto al que conocemos. Una vez, soltó una frase de esas extrañas: «Es que me dejó su huella en el único cromosoma X que llevo». No pues, el erudito en ADN, le dije. Fulminó el tema con su mirada. Uno setenta de estatura, sesenta y siete kilos. Ahora que recapacito es cierto, sólo para su madre dejaba de ser desconocido y misterioso; sólo con ella se sentía un niño feliz. Incluso, me atrevo a decir que desde sus primeros movimientos en el útero de su madre, era para la sociedad un NN, de allí su persistencia en querer «ser alguien» creyéndose un don nadie. Las paradojas de la vida, justo en la víspera de Navidad y desapareció por última vez, para lo de la operación. Ponga bien el nombre del donante: Yorfanis, que no se enrede lo del transplante de corazón de doña Soledad porque un novato metió mal el dedo.

miércoles, 14 de mayo de 2008

ESTADO CIVIL: VIUDA




ESTADO CIVIL: VIUDA



Ella sonrió, sus carnosos labios dibujaron una burbuja que explotó llenando el aire con los dispersos pedazos de un liviano beso; mientras su delgada mano se agitaba como palmera, mostrando el ritmo que sus anchas caderas emprenderían luego de su marcha. Su torneado cuerpo adherido a la ajustada ropa parecía luchar por salirse de esos límites perfectos, con la misma fuerza que llegaba el barco al puerto; sus largas y bronceadas piernas iniciaron el ascenso por las escaleras mientras A. contemplaba maravillado aquel espectáculo.


La tarde que llegó a la ciudad para constatar los hechos, antes de hacer firmar los papeles por la beneficiaria, A. notó que la atmósfera concentrada en una de las alcobas de la casona era tan pesada como la maleta que llevó al embarcadero a solicitud de la bella viuda.


De Doña Luna decían algunos que había pasado a mejor vida al contraer matrimonio con el viejo y millonario cascarrabias de Puerto Gibraltar, pequeño y caluroso pueblo, cuyo mayor atractivo era un estuario formado por la desembocadura del pesado río. Mientras otros habitantes de esa aldea con muelle decían que ella había pasado a mejor vida al morir el quisquilloso.


El testamento era concreto. Doña Luna sería una de las herederas si la muerte de R. se daba por motivos naturales. Deducir que Doña Luna tenía derecho a lo suyo no fue tan difícil para A. como conseguir dejar de pensar en ella desde que hablaron a solas en la intimidad de la cocina que Don R. le había decorado a su Luna como si fuera el aposento de una reina.


El gran recinto apenas sí tenía espacio para los utensilios de culinaria: estufa, hornillo y cuanto instrumento para gastronomía habían inventado y estaban por inventar; el decorado fue testigo silencioso del único encuentro de Doña Luna con R., placer que a lo sumo le devino en muerte; y del exclusivo encuentro de Doña Luna con su hijastro, goce que a lo sumo la dejó como única sucesora viva.


No hay muerte más natural que la ocasionada por un paro cardiorespiratorio, dictaminó el médico forense A. al examinar todas las evidencias aportadas tan generosamente por Doña Luna.


La tarde anterior mientras conversaban, ella invitó a A. a cenar, verla preparar el Bisque de jaiba lo sacó de su contemplación a través de la ventana que daba a la playa -una ventana de esas dimensiones y con esa ubicación no la pondría un diseñador sensato en la cocina- pensaba cuando la sintió moverse con agilidad de alcatraz pescando en la cocina: troceaba la jaiba natural con deleite, calentaba la mantequilla con pasión, salteaba la jaiba en la mantequilla dorándola suavemente. Cortaba desenfrenadamente en pequeños trozos cebolla, zanahorias… puerros. Añadía el mirepoix fino con frenesí, agregaba con delirio el coñac y terminaba con un espasmo al flambear.



Tomaba entre sus finas manos el tomate, espolvoreaba la harina, agregaba el fondo y dejaba cocer a fuego suave durante 30 o 45 minutos, mientras acariciaba los instrumentos usados con anterioridad, como dándoles un masaje para insuflarles nuevo vigor. El tiempo pasaba raudo ante los encantos gastronómicos de Doña Luna.



Condimentar. Filtrar todo con paño. Desglasar con cuchara. Refinar con crema. Eran espectáculos que brindaba la señora en su reino natural.



Servir aparte con crutones, tomates naturales y trocitos de jaiba y de limón para decorar fue el éxtasis, y servirlo con un buen chardonnay frío en el balcón de la sala frente al mar, fue la última convulsión.



Sólo alguien experimentado en el arte de la medicina no moriría por falta de aire y taquicardia al estar en la gigante cocina y ver a la voluptuosa viuda con su lasciva mirada; su lujurioso andar y sus concupiscentes y carnosos labios dibujando una burbuja que explota llenando el aire con los dispersos pedazos de un liviano beso. Mientras su delgada mano se agitaba como palmera, mostrando el ritmo que las balas emprenderían luego de dispararle al exhausto comensal.

AMORES


AMORES

Tengo los ojos enfermos,
deslumbrados, de mirarte
día tras día en la mesa,
donde viniste a sentarte,
frente a mi inocencia blanca
de niño con cuerpo grande.

Tengo la boca reseca
y los labios anhelantes
de juntarse con los tuyos,
que enseñan cuando los abres,
esa lengua pequeñita
en su cárcel de corales.

Tengo el sentido perdido
por el ansia de estrecharte
fuerte, fuerte, entre mis brazos
que alguna vez tú tocaste,
entre risas, distraída,
sin saber que en mí dejaste
temblores de pasión y fuego
en la esperanza de amarte.

Tengo febril como el sol
mi cuerpo que busca el tuyo,
tal como el buey busca el yugo
que esclaviza y da pavor,
tu cuerpo, vida y calor,
que no será mío, amor.

Juan José Leiro

Cien sonetos de amor

Pablo Neruda
Cien sonetos de amor

Soneto XXXIX

Pero olvidé que tus manos satisfacían
las raíces, regando rosas enmarañadas,
hasta que florecieron tus huellas digitales
en la plenaria paz de la naturaleza.

El azadón y el agua como animales tuyos
te acompañan, mordiendo y lamiendo la tierra,
y es así cómo, trabajando, desprendes
fecundidad, fogosa frescura de claveles.

Amor y honor de abejas pido para tus manos
que en la tierra confunden su estirpe transparente,
y hasta en mi corazón abren su agricultura,

de tal modo que soy como piedra quemada
que de pronto, contigo, canta, porque recibe
el agua de los bosques por tu voz conducida.

si tomo las hebras...


Carmen Rosa Orozco
Si tomo las hebras...


Si tomo las hebras
y veo las páginas en blanco
como esperando el fulgor
de quien sabe donde
si olvido dialogar con la otra
que he sido yo
olvido el cepillo de peinarme
olvido donde he dejado esto que llaman mi vida
antes era todo tan simple
caminaba siguiendo mis pasos
no había nada que aprender o dilucidar
la carne no tentaba
-una liviandad tan extrema-
Ahora todo pesa
Quisiera pasear
y no ser vista
seguir con esa indiferencia
en donde ya nada aporta un peso
De veras,
nunca he distinguido las gentes las apariencias el sentido
Podría ser alguien o algo
tener una estructura ósea
o una piel radiante
mirarme al sol
y sólo encontrar hermosura
pero hallo una luz
insujetable
No persigo un lenguaje sencillo
nada persigo
Vuelven las montañas, Adrián
Vuelves tú
te obligo a estar allí
pasivo
De nuevo,
me siento entumecida
¿Lo notan?
duré un tanto liberada
él vuelve

Contrariedades


14 MAYO DE 2008

Contrariedades

Alberto Montoya

No te quiero por la costumbre del tiempo,
ni por el miedo a la puerta abierta,
ni por la extrema soledad de tu ausencia,
no te quiero por capricho de mis carencias.

No te quiero por tu olor a selva,
ni por ser maravilla de coral
en el arrecife de mi mar inventado,
no te quiero por ser luz en mi faro.

No te quiero por tu corazón de tierra,
ni por ser la única rosa
en mi jardín abisal y descuidado,
no te quiero porque seas luna y estrella.


No te quiero para el placer y la gloría,
ni para ser muleta,curandera y esposa,
en la tristeza,en las heridas,en el desgarro,
no te quiero porque seas mariposa.

No te quiero por la fértil sementera
ni por la mágica mixtura
de sexos,salivas,brazos y piernas,
no te quiero por ser madre paridora.

No te quiero por darme un portal,
ni por el ofrecimiento de tu cama y mesa,
ni por la suerte de ser tu caballero,
no te quiero por ser sol y poeta.

Si te quiero y asi sea
fue porque un dia te sentí imperfecta,
mineral,galáctica,terrena.

Si te quiero y así sea fue por que quise que fueras
mi compañera por esos caminos que van
indistintamente de la vida a la muerte.

Si te quiero y asi sea es por esa fe infinita,
por encarnar sin traiciones ni renuncias
el destino,las rabias y alegrías de ser seres humanos.

Una alterada primavera juega en nuestro tejado


8 de mayo 2008
Una alterada primavera juega en nuestro tejado
Alberto Montoya


Nos toca revolver la ceniza,
el dormitar del peso de lo logrado
en la inercia del acomodo,
en la herencia diaria
del resurgir de lo cansado.

De vuelta a la ignorancia,
al anonimato del saber,
al trasiego de dolores y tristezas
que la azarosa casualidad nos dejó
en la pupila del quehacer.

Otra vuelta de tuerca
en el centrifugado de la acción,
otro escarbar en el resquicio
de horarios y deseos,
otro picotear en las carencias.

Se cumplen y se incumplen
los decretos de la felicidad,
los llamados de la voluntad
y pagamos prenda en la necesidad
de desordenar el orden aprendido.

Dame unos metros más de tu cansancio,
saca de mí esta suma masiva de años
que me nubló el andar y la sién
y en la lección de las distancias
déjame poner en tu pizarra un nuevo ideario.

Nos toca darle color a esta alterada primavera,
calmar el dolor de rodillas y entendederas,
hacer revolución en el reposo de la siesta
y en el intercambio de roles y deberes
devolverle al beso y a las sábanas su querencia.

Que entre lo viejo y lo próximo
hay un puente de tormentas,
y hay un resplandor de flores en el tejado
aunando sudores,voluntades e intenciones,
nueva estatura para el amor y la conciencia.


14 MAYO DE 2008

No te quiero por la costumbre del tiempo,
ni por el miedo a la puerta abierta,
ni por la extrema soledad de tu ausencia,
no te quiero por capricho de mis carencias.

No te quiero por tu olor a selva,
ni por ser maravilla de coral
en el arrecife de mi mar inventado,
no te quiero por ser luz en mi faro.

No te quiero por tu corazón de tierra,
ni por ser la única rosa
en mi jardín abisal y descuidado,
no te quiero porque seas luna y estrella.


No te quiero para el placer y la gloría,
ni para ser muleta,curandera y esposa,
en la tristeza,en las heridas,en el desgarro,
no te quiero porque seas mariposa.

No te quiero por la fértil sementera
ni por la mágica mixtura
de sexos,salivas,brazos y piernas,
no te quiero por ser madre paridora.

No te quiero por darme un portal,
ni por el ofrecimiento de tu cama y mesa,
ni por la suerte de ser tu caballero,
no te quiero por ser sol y poeta.

Si te quiero y asi sea
fue porque un dia te sentí imperfecta,
mineral,galáctica,terrena.

Si te quiero y así sea fue por que quise que fueras
mi compañera por esos caminos que van
indistintamente de la vida a la muerte.

Si te quiero y asi sea es por esa fe infinita,
por encarnar sin traiciones ni renuncias
el destino,las rabias y alegrías de ser seres humanos.

Las palabras perdidas


Gonzalo Márquez Cristo
Las palabras perdidas


Alguien descifra la escritura de la lluvia y sin embargo no puede escapar.

Un alud de imágenes nos extravía la palabra; acudimos al grito y al llanto, a veces a la indiferencia, pero sabemos que necesitamos de la guerra para ser inocentes.

Todo lo ha ofrendado la ceniza.

Desde que desterramos a la noche desaparecieron las más profundas alianzas y nuestros perseguidores pueden encontrarnos.

Una herida siempre recuerda la vida, todo nacimiento procede de su túnel. Un árbol arde en nuestros ojos de agua.

La verdad –es decir lo prohibido–, impone su reino de terror... y hemos decidido habitarlo con las manos entrelazadas.

Creímos que la poesía nos enseñaría a morir...

Persistimos... Con frecuencia hacemos la extraña sonrisa del miedo. Si huimos, la soledad convertirá a alguien en víctima. Por eso la palabra se pasa de mano en mano para construir una morada invisible.

A veces para sobrevivir renunciamos al conocimiento.

Y cuando todos duermen escribimos... Pero un poema es el fósil de un sueño, el cadáver de un dios...

¿Aún podremos salvarnos?

Alguien me habló de Heraud…

esto lo escribió mi mamina cubana..
cuánto te quiero!

Simplemente, alguien mencionaba hoy al joven poeta peruano Javier Heraud, que junto a otro peruano, Alejandro Romualdo, al mexicano Efraín Huerta y al ecuatoriano Jorge Enrique Adoum, me ayudaron, en una triste etapa de amores desdeñados, a sobrevivir -de mano de sus versos-, a hacerme mejor persona, a crecer como ser humano y a afiliarme, decidida y definitivamente, a las huestes de la poesía y la utopía... años en que otro poeta, que en vez de declamar cantaba, me amarro definitivamente a la América Latina...

Hoy, alguien muy querido para mi mencionó a Heraud y retomé un pequeño cuaderno de la colección La Honda, de la siempre genial Casa de las Américas... cuadernos que han anclado en mi alma y me he negado a abandonar en medio de debacles, de tsunamis sentimentales o de acuciantes necesidades del bolsillo... y releí -rápidamente, de salto en salto de verso subrayado- los poemas de Javier Heraud... y me salió del alma esto que ahora les entrego...
Gracias, Perú, que no sólo me viste transitar quién sabe cuando por Machu Picchu, si no que me regalaste hijos, hermanos, y tus poetas que se han grabado en mi corazón más fuertemente que las líneas de Nazca.
Rosa, siempre vuestra Polilla y estos versos para ustedes...

oo00oo

Alguien me habló de Heraud…

Hay libros que no deben abrirse
por que es como abrir una llaga en el costado.

Hay libros a los que uno regresa
y te atrapan
y te llevan
a aquel exacto instante en que,
por vez primera,
subrayaste algunos versos
que sentías como tuyos.
Hay libros, hay poetas, hay poemas…

¿Acaso no fui yo la que escribí
tempranamente,
hace hoy solamente 30 años,
"uno está siempre
compuesto
de un trozo de muerte y de
camino
y uno siempre es río,
o canto,
o lágrima cubierta"

Alguien me hablaba hoy
de alguien sencillo,
de un poeta que cumplió su sino
-siempre se mueren jóvenes
los ángeles poetas-

Un joven que vivió y murió,
pero entre trino y trino
luchó e hizo poemas,
y amo a Cuba
como Cuba lo amó.
Alguien que conocí
en un pequeño libro
y en las tardes tristes de
un agosto de 1977
vivió conmigo,
durmió conmigo
secó mis lágrimas.

Las mismas lágrimas que hoy derramo
por el recuerdo de aquellas tardes
y por que ahora sé
qué es morir por la Patria
y por la vida.

Gracias, Javier Heraud
que no tuviste miedo de morir
entre pájaros y árboles.

 
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