La dama del mar - Marcela Perez silva


Nado. Mi cabeza va cortando el agua y abriendo el sendero por donde
deslizará mi cuerpo. Mi pelo flota y nada y baila sedoso, sin
enredarse, como las plumas de los peces. Mi cuerpo es hermoso y
pareciera que nunca hubiera conocido otro elemento que el mar. Mis
brazos –fuertes- son timones; mis piernas resplandecen de azul. Mi
piel entera se ilumina: húmeda, fosforescente, animala marina. Soy
bella y soy agua. Nunca fui sirena, fui sí pescada, soy mujer. Mujer
y amante del mar.

El mar me posee y me contiene. Me entra, me puebla, me desparrama, me
ahoga, me nace, me trasciende. Me moja toda, el mar; y huye pegado a
mi cuerpo: en gotitas, en chorros, en lagunas. Me ha fecundado el mar,
me ha entrado dentro. Pariré hijos de agua y de mujer. Pariré peces.

Jamás fue mío, el mar; ni suya he sido nunca. Ni lo vencí, ni fui por
él conquistada. Para siempre se llamará él, Mar; y yo Mujer, para
siempre. Ninguno de los dos llevará el nombre del otro. Y todavía, el
cuerpo mío ha quedado marcado de mar, y sus aguas, de mieles de hembra
de la tierra, teñidas para siempre. Porque juntos naufragamos en la
noche (yo en el mar, él entre mis piernas) y juntos hemos vuelto a la
vida (él al mar, yo a mis versos para seguir muriendo).

La palabra aquella, contiene todos los mares y todas las mujeres del
planeta. La palabra aquella: la maldita, la impronunciable.

viernes, 20 de mayo de 2011

Secuencias / JULIO CORTÁZAR



"Dejó de leer el relato en el punto donde un personaje dejaba de leer el relato en el lugar donde un personaje dejaba de leer y se encaminaba a la casa donde alguien que lo esperaba se había puesto a leer un relato para matar el tiempo y llegaba al lugar donde un personaje dejaba de leer y se encaminaba a la casa donde alguien que lo esperaba se había puesto a leer un relato para matar el tiempo."

En Matilde / JULIO CORTÁZAR






"A veces la gente no entiende la forma en que habla Matilde,
pero a mí me parece muy clara.
- La oficina viene a las nueve- me dice- y por eso a las ocho y media mi departamento se me sale y la escalera me resbala rápido porque con los problemas del transporte no es fácil que la oficina llegue a tiempo. El ómnibus, por ejemplo, casi siempre el aire está vacío en la esquina, la calle pasa pronto porque yo la ayudo echándola atrás con los zapatos; por eso el tiempo no tiene que esperarme, siempre llego primero..."

Himno / Jorge Luis Borges


Esta mañana

hay en el aire la increíble fragancia
de las rosas del Paraíso.
En la margen del Éufrates
Adán descubre la frescura del agua.

Una lluvia de oro cae del cielo;
es el amor de Zeus.
Salta del mar un pez
y un hombre de Agrigento recordará
haber sido ese pez.
En la caverna cuyo nombre será Altamira
una mano sin cara traza la curva
de un lomo de bisonte.
La lenta mano de Virgilio acaricia
la seda que trajeron
del reino del Emperador Amarillo
las caravanas y las naves.
El primer ruiseñor canta en Hungría.
Jesús ve en la moneda el perfil de César.
Pitágoras revela a sus griegos
que la forma del tiempo es la del círculo.
En una isla del Océano
los lebreles de plata persiguen a los ciervos de oro.
En un yunque forjan la espada
que será fiel a Sigurd.
Whitman canta en Manhattan.
Homero nace en siete ciudades.
Una doncella acaba de apresar
al unicornio blanco.
Todo el pasado vuelve como una ola
y esas antiguas cosas recurren
porque una mujer te ha besado.


De: La cifra, 1981
Dentro: Jorge Luis Borges / Obras completas 3, Emecé editores, 2005 Argentina

Sobre dolores de cabeza / Roque Dalton


Taberna Y Otros Lugares (1966 - 1967)

Es bello ser comunista,
aunque cause muchos dolores de cabeza.

Y es que el dolor de cabeza de los comunistas
se supone histórico, es decir
que no cede ante tabletas analgésicas
sino ante la realización del Paraíso en la tierra.
Así es la cosa.

Bajo el capitalismo nos duele la cabeza
y nos arrancan la cabeza.
En la lucha por la Revolución la cabeza es una bomba

/de retardo.

En la construcción socialista
planificamos el dolor de cabeza
lo cual no lo hace escasear, sino todo lo contrario.

El comunismo será, entre otras cosas;
una aspirina del tamaño del sol.

 
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