LLUEVE SOBRE UN OTOÑO DESNUDO

Siempre me gustó darle la bienvenida a la lluvia,
salir a su encuentro y dejar que el agua
me mojara el pelo y la piel
y correr de refugio en refugio
y después como la cola del tiempo
ir pisando la profundidad de los charcos
dejando atrás la estela del viento
y de rostros reflejados en la suciedad del barro.

Siempre, pudo ser un paraíso de interminables días
de aventura, risa,búsquedas y canción,
pero un día la lluvia se retrasa
y el charco del recuerdo es sólo polvo seco
que se adhiere al caminar de los pies.

Las sombras de la noche chillan y chillan
cuando el espejo es un mero instrumento
del proceder de la sed,el tam tam ansioso
de ancestrales compromisos nos lleva en volandas
a retratos de hoy y de ayer.

Quizá no somos lo que quisimos
pero tampoco somos lo que quisieron,
estamos más cerca de lo pretendido
y un poco más lejos de lo que pretendieron.

Dicho así,es mas una victoria
que nos abre puentes al camino
sobre las trampas,tretas y engaños
que tejimos y tejieron.
Dicho así,es una herramienta
arañando el desaliento,
al cansancio de ser uno mismo.

Un día regresa la lluvia y sobre lo que fue
se arremolinan naufragios y citas,huellas,
amores,sueños y destinos que dejaron de ser
y una suerte de premoniciones en los labios
que no es otra cosa que sangre en el alma
y corazón en los pies.

Siempre, pudo ser un paraiso de interminables días
de aventura,risa,búsquedas y canción,
y un dia el azar nos trae una nube de melancolías
y todo queda quieto respirando el quehacer de la sal
sobre lo que uno sabe y no sabe.

Las sombras revolotean en plazas y jardines,
las estatuas comentan el mismo chiste que anteayer
dejó de provocar algarabía a borbotones,
y todo va y viene y uno dentro de esa espiral,
las palomas se alejan y dejan plumas y mierda
y cementaron los charcos donde soliamos respirar.

Siempre voy a darle la bienvenida a la lluvia
salgo a su encuentro y dejo que el agua
desordene el pelo y la piel
y corro de refugio en refugio
y después como la cola del tiempo
voy pisando la profundidad de los charcos
dejando atrás la estela del viento
y de rostros de lo que uno es y deja de ser.

Agualdulce a 12 de Noviembre de 2008
Alberto Montoya Alonso

miércoles, 12 de noviembre de 2008

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