ésta también es la nieve / primer poema / isbel díaz


EL PLACER DE LOS ADVERTIDOS
ÉSTA TAMBIÉN ES LA NIEVE
Isbel Díaz

PRIMER POEMA

Entre bambalinas, al perfil de la luz
para no caer de vuelta al stage,
me penetra la honesta calle de los mendigos.

Los dulces mendigos,
de los que siempre conocer quisimos el hermano, la madre pobre,
el maestro de la escuela cargada en la nostalgia:
odio falaz para azuzar sus injurias cada hora
o su ya perdonada blasfemia al pórtico de las felicidades.

Cómo me perdonan, al rascarse en esa latitud apenas avizorada,
esplenden con la nieve al fondo
--homogeneizadora nieve, la de Charlot dignamente hambriento--
y se condensan lágrimas en el azur
para mirarme después del brillo y permanecer
aceptando mis vestiduras dignas.

El rumiar de los mendigos descascara los contenes,
silencia el exterior de la plaza hasta poblarla,
y si entonces el párpado se yergue en un desove agónico
para mirar el brazo de quien distante pasa,
se desclavan pues por sobre los ojos los maderos luctuosos del recuerdo
y vislumbran al Padre, culpable de la malograda fuga,
de los ebrios bancos arribados después
como unos puentes en la seducción,
como unos puentes levantados tras el fog
y la serenata verdegris, como unos puentes, oh dios.

La calle de los mendigos amamanta sus perros
y escapa, tullido mago que tortura sus artes y desciende
a otorgar sobre los harapos el polvo perdido,
el asentamiento para acoger la noche
que navega con qué aplomo en la insonoridad de la bruma.

El quebrar del alba no es señal danzante para el llagado,
ya vendrán los pájaros al clarear, mas los huesos no han de volar así,
la mañana no es de todos los que asisten a las nupcias,
lo veo desde mi guardado asiento,
lo veo y me callo como el que duerme.

domingo, 17 de mayo de 2009

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