en los meandros nítidos del oro / isbel díaz


EL PLACER DE LOS ADVERTIDOS
ÉSTA TAMBIÉN ES LA NIEVE
Isbel Díaz

EN LOS MEANDROS NÍTIDOS DEL ORO

donde las palmas abruman fieles
la mirada, las viriles mieles
de la carne, el ave: yo demoro.
Yo la espantada sangre atesoro
en mi grial apenado, en mi verso,
y a la palabra entrego el reverso
de mi espacio todo.

Permanente
es el miedo, las costras, la gente
que ansía escapar de este universo
por mí habitado en constante lucha.
Mas sus balsas en la noche miro,
que son del palmar espejo, tiro
mortal para mi alma, es pena mucha;
y como escriba quedo a la escucha
de aquellos irretornables remos

--¿Dónde van? ¿Cómo hallarlos podremos
después, cuando los pífanos cedan?--

pero se diluyen igual, vedan
el retorno al amnios: los perdemos.

Este pan que el paladar afrenta
mientras la siguiente hogaza cuece
el azar, aunque el destino no se
halla más que en el ser, en la cruenta
sombra que somos, en la violenta
luz que despejar el cauce ansía:
este pan no me ama, es una vía
para atar las alas de mi embrión
y seguir obnubilado el son
del discurso que a los otros guía.

Cala en mi frente la costa oscura,
mas la guitarra, el rincón del musgo,
el céfiro lento que no juzgo
por enardecer mi prematura
faz provecta, otra y otra espesura
que recorrer agostando anhelos:
esos cardinales paralelos
de mi marcha y también de mi estadio,
fundan mi pirámide en el radio
en que costa es cuna ya sin velos.

La acequia donde los bueyes braman
sus torvas arcadas, absolutos,
lazos para amarrarse a los lutos
que el día ostenta ante los que aman,
esos mismos monstruos aquí claman
por fulgir en los textos que asiento,
y ese brillo excarcela el aliento
en mis alvéolos oprimido:
yo no intento escapar, no, yo pido
mesar el ojo cruel con el viento.

Viento de duda y de orilla, timbre
en la puerta de la mina gris,
eso intento, yo capto el desliz
que humana el bordón, logro que cimbre
la víscera en la silla de mimbre,
y canto el gallo que está en el lienzo
para limpiarme del indefenso
rostro que porta el perdón manchado,
no es que me quiera beber el lado
rompible del sol, pero lo pienso.

domingo, 17 de mayo de 2009

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