asterisco: dedicada para quien cree que puede llamar cuando se le da la gana y peor aún que una está dispuesta a ser tan buena gente como siempre...
Jorge Allen, el poeta, amaba a una joven pechugona de los barrios hostiles.
Según supo después, alcanzó a ser feliz. Una noche de junio, la chica resolvió abandonarlo.
- No te quiero mas - le dijo.
Allen cometió entonces los peores pecados de su vida; suplicó, se humilló, escribió versos horrorosos y lloró en los rincones.
La pechugona se mantuvo firme y rubricó la maniobra entreverándose con un deportista reluciente.
El poeta recobró la dignidad y empleo su tiempo en amar sin esperanzas y en recordar el pasado. Su alma se retemplo en el sufrimiento y se hizo cada vez mas sabio y bondadoso. Muchas veces soñó con el regreso de la muchacha, aunque tuvo el buen tino de no esperar que tal sueño se cumpliera.
Mas tarde supo que jamás habría en su vida algo mejor que aquel amor imposible.
Sin embargo, una noche de verano, siete años y siete meses después de su pronunciamiento, la pechugona apareció de nuevo.
Las lágrimas le corrían por el escote cuando le confesó al poeta:
- Otra vez te quiero.
Allen nunca pudo contar con claridad lo que sintió en aquellas horas. El caso es que volvió a su casa vacío y desengañado. Quiso llorar y no pudo. Nunca más volvió a ver a la pechugona. Y lo que es peor, nunca más, nunca más volvió a pensar en ella ni a soñar su regreso.
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