El hombre que mandaba cartas
no conoció el mail.
Por esa y otras razones
que ya han sido dichas
fue su costumbre
ponerle el cuerpo a las cosas.
El hombre que mandaba cartas
cayó muy cerca
del último buzón.
Y sin embargo llegan
desde aquel día
mensajes que desde la sombra envió.
El hombre que mandaba cartas
se indigestó en dolor
con el poeta amigo que tomó la píldora y
una hija que no se entregó
(cuentan que tragó su furia
sin suspender la reunión)
El hombre que mandaba cartas
guardó el nombre de guerra en un cajón.
No tecleó en la Olivetti
ni un sólo eufemismo.
Cargó con su identidad de siempre
y la estampó.
El hombre que mandaba cartas
munido de una verdad no dicha
se despidió de sus cuentos
de tahúres y ladrones y
vestido de jubilado despachó el mensaje
que los interpela hasta el día de hoy.-
(18/6/08)A Lilia Ferreyra
no conoció el mail.
Por esa y otras razones
que ya han sido dichas
fue su costumbre
ponerle el cuerpo a las cosas.
El hombre que mandaba cartas
cayó muy cerca
del último buzón.
Y sin embargo llegan
desde aquel día
mensajes que desde la sombra envió.
El hombre que mandaba cartas
se indigestó en dolor
con el poeta amigo que tomó la píldora y
una hija que no se entregó
(cuentan que tragó su furia
sin suspender la reunión)
El hombre que mandaba cartas
guardó el nombre de guerra en un cajón.
No tecleó en la Olivetti
ni un sólo eufemismo.
Cargó con su identidad de siempre
y la estampó.
El hombre que mandaba cartas
munido de una verdad no dicha
se despidió de sus cuentos
de tahúres y ladrones y
vestido de jubilado despachó el mensaje
que los interpela hasta el día de hoy.-
(18/6/08)A Lilia Ferreyra
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