Desde que se crearon los planetas,
desde que apareció la ameba y los peces
aprendieron a andar para hacerse lagartos
Y luego supo el mundo tener valles,
chimeneas y flautas,
he caminado dos veces por París
y siempre de tu mano.
La memoria del tiempo
lo grabó sin remedio
en un rincón del mapa de las eras.
Ahora que por primera vez
salgo sin ti a sus calles,
quedará la leyenda
del hombre que en vez de preguntar
por monumentos, catedrales y plazas,
gritaba tu nombre a cada cosa que existía.
Si a nueva oscuridad parten los astros,
si se le ocurre al sol otro destino,
si regresara al sueño la llama que nos hizo,
en algún sitio,
tras sus párpados,
estaré caminando dos veces por París
y siempre de tu mano.
desde que apareció la ameba y los peces
aprendieron a andar para hacerse lagartos
Y luego supo el mundo tener valles,
chimeneas y flautas,
he caminado dos veces por París
y siempre de tu mano.
La memoria del tiempo
lo grabó sin remedio
en un rincón del mapa de las eras.
Ahora que por primera vez
salgo sin ti a sus calles,
quedará la leyenda
del hombre que en vez de preguntar
por monumentos, catedrales y plazas,
gritaba tu nombre a cada cosa que existía.
Si a nueva oscuridad parten los astros,
si se le ocurre al sol otro destino,
si regresara al sueño la llama que nos hizo,
en algún sitio,
tras sus párpados,
estaré caminando dos veces por París
y siempre de tu mano.
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