ESA GENTE QUE CANTA
Por Lucrecia Maldonado, leído en el recital Fantasmas Necesarios, Agosto 31 de 2006, Ecuatoriana
tal vez todo empezó bajo la ducha
o /para los más convencionales aunque sea al principio/ en el coro o conjunto de la iglesia
en donde alegremente se cometía ese atropello por partida doble llamado "padrenuestro del silencio"
o se profanaba a bob dylan con esa horrible cosa llamada "saber que vendrás"
así
solo que después por suerte los vecinos no se quejaron
y el padrenuestro del silencio y el saber que vendrás se quedaron archivados en el cajón de tereques de la infancia
pero la música y su posibilidad de ser poema no se fueron
llegaron para quedarse
así como también los adorados ídolos malditos
después los sentimientos comenzaron a dibujarse en letras
y las lecturas más o menos prohibidas enriquecieron las mentes y las almas
más o menos así parecería que es
eso de devenir en una especie mago
que toma el barro cotidiano con su carga de lágrimas y de esperanza
y lo moldea hasta convertirlo en la escultura que después tarareamos los otros también bajo la ducha /nunca en misa por dios/
pero que más allá de todo le presta palabras y armonía
a la desarmonía cotidiana que quisiéramos también poder transformar en canción
a la incertidumbre que creemos que solamente se maneja en el silencio
a la soledad que juramos un patrimonio exclusivo de nuestro corazón crucificado en medio de ladrones
esa gente que canta
quizá no sabe que cuando nuestra voz se quiebra por la razón que sea
echamos mano de la suya
que cuando las palabras son esquivas para hablar de la sombra
su poesía calza en nuestra angustia
esa gente que canta y hace magia
/a veces injustamente olvidada en antiguos cajones de mudanzas
o recuperada por coleccionistas suertudos en baratillos de disqueras/
mira el mundo y advierte la inmundicia más allá de la farsa
y luego piensa y dice
sencillamente
palabras que no pasan
y que /según el libro sagrado/
si no hubiera quién las piense las sienta las invente y las cante
las piedras gritarían
o
para estar a tono
las piedras cantarían
eso mismo
Por Lucrecia Maldonado, leído en el recital Fantasmas Necesarios, Agosto 31 de 2006, Ecuatoriana
tal vez todo empezó bajo la ducha
o /para los más convencionales aunque sea al principio/ en el coro o conjunto de la iglesia
en donde alegremente se cometía ese atropello por partida doble llamado "padrenuestro del silencio"
o se profanaba a bob dylan con esa horrible cosa llamada "saber que vendrás"
así
solo que después por suerte los vecinos no se quejaron
y el padrenuestro del silencio y el saber que vendrás se quedaron archivados en el cajón de tereques de la infancia
pero la música y su posibilidad de ser poema no se fueron
llegaron para quedarse
así como también los adorados ídolos malditos
después los sentimientos comenzaron a dibujarse en letras
y las lecturas más o menos prohibidas enriquecieron las mentes y las almas
más o menos así parecería que es
eso de devenir en una especie mago
que toma el barro cotidiano con su carga de lágrimas y de esperanza
y lo moldea hasta convertirlo en la escultura que después tarareamos los otros también bajo la ducha /nunca en misa por dios/
pero que más allá de todo le presta palabras y armonía
a la desarmonía cotidiana que quisiéramos también poder transformar en canción
a la incertidumbre que creemos que solamente se maneja en el silencio
a la soledad que juramos un patrimonio exclusivo de nuestro corazón crucificado en medio de ladrones
esa gente que canta
quizá no sabe que cuando nuestra voz se quiebra por la razón que sea
echamos mano de la suya
que cuando las palabras son esquivas para hablar de la sombra
su poesía calza en nuestra angustia
esa gente que canta y hace magia
/a veces injustamente olvidada en antiguos cajones de mudanzas
o recuperada por coleccionistas suertudos en baratillos de disqueras/
mira el mundo y advierte la inmundicia más allá de la farsa
y luego piensa y dice
sencillamente
palabras que no pasan
y que /según el libro sagrado/
si no hubiera quién las piense las sienta las invente y las cante
las piedras gritarían
o
para estar a tono
las piedras cantarían
eso mismo
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