Poetas ecuatorianos del siglo XXI
Ecuador
Diego Cazar (Quito, 1977) Autor de los poemarios Más Caras tras Máscaras (2002), Telarañas las pupilas (2005) y Caleidoscopio (2006). Miembro del colectivo artístico Locomotrova. Textos suyos aparecieron en la antología poética de la editorial Nuevo Ser-Argentina (2005). Consta en las memorias del I Festival de Poesía Joven Hugo Mayo (2005).
Ecuador
Diego Cazar (Quito, 1977) Autor de los poemarios Más Caras tras Máscaras (2002), Telarañas las pupilas (2005) y Caleidoscopio (2006). Miembro del colectivo artístico Locomotrova. Textos suyos aparecieron en la antología poética de la editorial Nuevo Ser-Argentina (2005). Consta en las memorias del I Festival de Poesía Joven Hugo Mayo (2005).
¡QUÉ BOCA TAN GRANDE TIENES EN LA ENTREPIERNA!
asesina gruta dentada
ánfora de cartillas de lotería
arcas anarcas parcas narcóticas
velludas agudas estalactitas
enormes.
rugen ante mis dedos
y mordiscan mis uñas
no soy yo quien se las come
es tu boca tan grande
en la entrepierna falsaria
que sorbe
chupa garrapata
espera la embriaguez
para dejar caer los dientes
como nuestras madres
tierra leches ubres meses
mareas
pero a gritos.
SEPELIO
quédese bajo tierra el polvo y la basura,
con gusanos enfermos y flores plásticas.
incinérese en sudores cada herida,
cada puñalada,
una por cada embestida (el clímax quema cien).
si hay llanto, no es necesario guardar luto.
cúbrase con cal.
quédese bajo tierra el polvo y la basura,
con gusanos enfermos y flores plásticas.
incinérese en sudores cada herida,
cada puñalada,
una por cada embestida (el clímax quema cien).
si hay llanto, no es necesario guardar luto.
cúbrase con cal.
ESCENA DE PARTO
la mujer se quitó un pedazo de seda
que cubría sus pechos, se dejó caer
sobre la cama en primer plano,
vuelta nada,
transformada en alaridos animales,
en celo,
a toda voz.
embestían violentos todos los faros,
sus ojos perdían órbita,
sus labios, queriéndose comer,
se cortaron y lloraron como cerezas,
del cuello al vientre pueril
que cantaba un orgasmo.
la mujer se quitó un pedazo de seda
que cubría sus pechos, se dejó caer
sobre la cama en primer plano,
vuelta nada,
transformada en alaridos animales,
en celo,
a toda voz.
embestían violentos todos los faros,
sus ojos perdían órbita,
sus labios, queriéndose comer,
se cortaron y lloraron como cerezas,
del cuello al vientre pueril
que cantaba un orgasmo.
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