LEGADO / Vicente Feliú



• Agosto 2009

Hijos míos,
quisiera regalarles mi saber,
el fuego que en mi vida puse al sol,
conciencia de mi alma
de puro trovador.

Hijos míos,
la historia no es arriendo ni alquiler.
La muerte ha abierto brecha sin perdón
entre quienes batallan
por sobrevivir.

Hijos míos,
desde Cristo queremos lanzar
una estela que abriera un azar
de esperanza, de un sueño de paz.

Hijos míos,
vuestros hijos tendrán que matar
pues por más que hemos querido amar
nuestra especie no quiere aceptar
el amor.

Hijos míos,
la guerra es siempre intrusa al corazón.
Hacerla sin cuartel para vivir
a veces, sin remedio
nos impone el dolor.

Hijos míos,
la Patria no es palabra sino acción.
Mirar la humanidad sin sonreír
es un atrevimiento
que no hay que tolerar.

Hijos míos,
con Martí propusimos lanzar
una estela que abriera un azar
de esperanza, de un sueño de paz.

Hijos míos,
vuestros hijos tendrán que matar
pues por más que hemos querido amar
nuestra especie no quiere aceptar
el amor.

Hijos míos,
el siglo que amanece no anda bien.
El cielo no se aclara y la luz
titila entre más sombras
que vienen y van.

Hijos míos,
venimos desde siempre en porvenir,
cargamos sobre el hombro una canción
que pacte un sortilegio
contra la sinrazón.

Hijos míos,
junto al Che volvimos a lanzar
una estela que abriera un azar
de esperanza, de un sueño de paz.

Hijos míos,
vuestros hijos tendrán que matar
pues por más que hemos querido amar
nuestra especie no quiere aceptar
el amor.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

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