18 de enero de 2009
Yo deseaba que este “parte”
-que ya es el número diez-
anunciara de una vez
la operación y, con arte,
explicaros el descarte
del pulmón que ya no vale,
que se acabaron mis males
y el futuro viene rosa.
Pero hay que esperar, la cosa
no da para euforias tales.
Para mejor, gradualmente,
soy más planta que persona
paso sentado y la zona
de los glúteos lentamente
se ha transformado en un ente
rebelde y con vida propia.
Mis sentidos, en la inopia,
no puedo ni caminar
y no hablemos de cantar…
No soy yo, soy una copia.
Este año empieza mal.
Veremos si bien acaba
y brindaremos con cava
si llegamos al final.
Yo sigo siendo un chaval
pues ya perdí veinte quilos.
¡Sin dietas! Estén tranquilos
porque a nadie recomiendo
que pierda peso sufriendo.
Las tragedias, para Esquilo.
Como ven, ya ni me quejo
¿de qué me voy a quejar?
porque es hablar por hablar
recibir o dar consejos.
Ya llegué a bastante viejo
(aunque quiera vivir más)
en este mundo jamás
sabemos cuánto duramos
la vida nos la jugamos
frecuentemente, además.
Así trascurren mis días
más que abatido, aburrido.
Me canso, pero no ha sido
porque me falte alegría
es porque esta pena mía
de vivir con poco fuelle
me ha hecho acatar las leyes,
a no ser indiferente.
y oxígeno dependiente
más tranquilo que los bueyes.
La doctora está confiada
-eso vale un Potosí-
pero, Amigos, sigo aquí
y nunca me pasa nada
sólo espero una llamada
y el teléfono no suena.
Tengo la cabeza llena
de teorías delirantes
esperando que un donante
me libre de esta condena.
De momento, he aprovechado
para arreglarme los piños*
y comprobar el cariño
que mucho me han demostrado
mis deudos. En todos lados
me han tratado con sincera
amistad, que reverbera
como un sol donde se exponga.
Y aquí acaba su milonga
su amigo Quintín Cabrera.
*Piños- Así llaman coloquialmente en Madrid a la dentadura (y a los dientes)
Yo deseaba que este “parte”
-que ya es el número diez-
anunciara de una vez
la operación y, con arte,
explicaros el descarte
del pulmón que ya no vale,
que se acabaron mis males
y el futuro viene rosa.
Pero hay que esperar, la cosa
no da para euforias tales.
Para mejor, gradualmente,
soy más planta que persona
paso sentado y la zona
de los glúteos lentamente
se ha transformado en un ente
rebelde y con vida propia.
Mis sentidos, en la inopia,
no puedo ni caminar
y no hablemos de cantar…
No soy yo, soy una copia.
Este año empieza mal.
Veremos si bien acaba
y brindaremos con cava
si llegamos al final.
Yo sigo siendo un chaval
pues ya perdí veinte quilos.
¡Sin dietas! Estén tranquilos
porque a nadie recomiendo
que pierda peso sufriendo.
Las tragedias, para Esquilo.
Como ven, ya ni me quejo
¿de qué me voy a quejar?
porque es hablar por hablar
recibir o dar consejos.
Ya llegué a bastante viejo
(aunque quiera vivir más)
en este mundo jamás
sabemos cuánto duramos
la vida nos la jugamos
frecuentemente, además.
Así trascurren mis días
más que abatido, aburrido.
Me canso, pero no ha sido
porque me falte alegría
es porque esta pena mía
de vivir con poco fuelle
me ha hecho acatar las leyes,
a no ser indiferente.
y oxígeno dependiente
más tranquilo que los bueyes.
La doctora está confiada
-eso vale un Potosí-
pero, Amigos, sigo aquí
y nunca me pasa nada
sólo espero una llamada
y el teléfono no suena.
Tengo la cabeza llena
de teorías delirantes
esperando que un donante
me libre de esta condena.
De momento, he aprovechado
para arreglarme los piños*
y comprobar el cariño
que mucho me han demostrado
mis deudos. En todos lados
me han tratado con sincera
amistad, que reverbera
como un sol donde se exponga.
Y aquí acaba su milonga
su amigo Quintín Cabrera.
*Piños- Así llaman coloquialmente en Madrid a la dentadura (y a los dientes)
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