Un hombre hiere de muerte en la otra esquina
dedo índice sobre la geografía
usurpa huellas al margen del fango
entonces exige su disparo
reverencias
para una muchedumbre que reclama el sacrificio del amor
Al costado su miseria de cada día
encima del hombro una ciudad desierta
/ atestiguan los perros
el hambre que les habita en las entrañas
y decenas de muertes viajan contaminado el silencio
cuando le persiguen mejillas de harapos inocentes
secuencias y rutas de la conciencia
A esos dueños del mundo búsquenles en lo más hondo
en la inmateria esclava de sus perforaciones
o en el reverso
cuando desdoblen los rostros
/ al alcance de todos
bien sabrán
se esconde un cobarde animal enmascarado en portafolios
Ese infeliz tiene su dardo
sin embargo puede morir como cualquier otro
y será para entonces
que mordido víctima de la palabra
caerá por el propio peso.
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