A un muchacho / Nancy Morejón

Entre la espuma y la marea
se levanta tu espalda
cuando la tarde ya
iba cayendo sola.

Tuve tus ojos negros, como hierbas,
entre las conchas brunas del Pacífico.

Tuve sus labios finos
como una sal hervida en las arenas.

Tuve, en fin, su barbilla de incienso
bajo el sol.

Un muchacho del mundo sobre mí
y los cantares de la Biblia
modelaron sus piernas, sus tobillos
y las uvas del sexo
y los himnos pluviales que nacen de su boca
envolviéndonos sí como a dos nautas
enlazados al velamen incierto del amor.

Entre sus brazos, vivo.

Entre sus brazos duros quise morir
como un ave mojada.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

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