mendiga voz / alejandra pizarnik


Y aún me atrevo a amar
el sonido de la luz en una hora muerta,
el color del tiempo en un muro abandonado.

En mi mirada lo he perdido todo.
Es tan lejos pedir. Tan cerca saber que no hay.

viernes, 9 de agosto de 2013

amantes / alejandra pizarnik

una flor
no lejos de la noche
mi cuerpo mudo
se abre
a la delicada urgencia del rocío

UNA TIERRA SIN MEMORIA

 
UNA TIERRA SIN MEMORIA
NO NOS COBIJARA JAMÁS;
NUESTRA LUZ SE IRA APAGANDO
DESAMPARADA MORIRÁ.
MAS, SI CADA HOMBRE VIERA
LA FUENTE CLARA DE LA VERDAD
Y, EN EL VIEJO FUNDAMENTO
SU PENSAMIENTO DEJARA ANDAR.
LLOVERÍA DONDE DEBE
Y EN ESE INSTANTE LA CLARIDAD
FUNDARÍA UN NUEVO DIA
BAJO ESTE CLARO AZUL SIN PAR.
Y ESTA TIERRA AMERICANA FLORECERÍA EN PAZ.
PARA PARIR UN NUEVO MUNDO
AL TIEMPO HAY QUE ENTENDER
PARA CAMBIAR LA HISTORIA
HAY QUE COMENZAR,
PARA VIVIR LA GLORIA AMERICANA
DEL MAÑANA HAY QUE LUCHAR
MI TORO, NO VA A MORIR...

mujer


«Aute y parte», un homenaje entre la música, la pintura y la literatura al veterano cantautor

La inocencia
 
A estas intempestades de la travesía,
con viento en proa y sin cuaderno
de bitácora al timón,
quiero creer que aún existe algún vigía
que espere, tras el horizonte,
una asombrosa aparición.
Porque si es cierto
que no quedan singladuras
que lleven a otros faros lejos
del tesoro en el arcón,
pongamos rumbo al puerto de las sepulturas
donde reposa la otra luz,
la que dio vida al corazón...
Porque vivir
no es más que una inconfesada delincuencia
cuando no queda ni la incandescencia
del fuego que se fue
la inocencia, la inocencia...
Y cuando la mirada es sólo un catalejo
para viajar por laberintos
donde el dato es religión,
aún creo en la pregunta , que hay tras el espejo
en donde se produce la osadía
de la Reflexión.
Porque si es cierto que sólo existe lo cierto
y que los sueños son el aire
que le dio la sinrazón,
levantaré una gran columna en el desierto
para soñar que soy un sueño
y que los sueños , sueños son...
Porque vivir
no es más que una inconfesada delincuencia
cuando no queda ni la incandescencia
del fuego que se fue
la inocencia, la inocencia...


Julio Cortázar - Rayuela




Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

 
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