EL FIN DEL MUNDO / E. Escobar


Hoy soy feliz:
el sol se está apagando sobre el mundo.
Todo va a terminar.
La muerte es amarilla sobre el río.
El universo será un puñado de sal para el mar.
La luz se transformará en jabón para la cara.
Los automóviles dormirán en las esquinas
y esperarán convertirse en garzas.
Yo,
esperaré la invasión de las garzas
que vendrán a fabricar sus nidos
en el corazón de los semáforos.
La ciudad de cemento será una caja de cartón,
Sola y empolvada
inmóvil
terminando en todas las calles.
Adquiriendo la hediondez que se acumula en mis
Bolsillos.
Pero yo soy feliz
irremediablemente,
mientras la luz es vieja.

martes, 17 de marzo de 2009

INSCRIPCIONES GRABADAS EN EL PECHO / Roberto Fernández Retamar


Yo te quiero Mamá
Rebeca soy tuyo
Luisa
Cuba sí yanqui no
Nené está contigo
M a l a
Escupiré sobre tu tumba
I love you Mother
Para siempre Patria o Muerte Vence
remos
Soy cubano
Hasta luego Vida
Rosa mi amor para ti

(Continúa en próximo pecho)

Roberto Fernández Retamar, en "Buena suerte viviendo" (Cuba)

palomas de papel / macario


Palomas de papel


I
Advierto en su llanto
de ladina sirena
las lágrimas de la tragedia,
el dolor por la marea
azul,
el descenso del futuro
por las almas en pena
de la mascarada;
sin paz,
sin dolor,
y sin rostro.

(Una doncella vende su cuerpo
a un melómano precoz
por una chamarra de pana
y tres palomas de papel
en el cielo de un lugar
imaginario,
claro;
eterna joven
con melancolía de sobra;
a lo lejos
un semáforo verde precipita
el lamento de los cláxones
-ya no hay salvación- ;
la muerte en silencio
sigue el camino del sol,
mientras una pareja
esgrime sus almas
en un combate sin tiempo).

-Deberían prohibir el amor
alguien morirá tarde o temprano;
es un juego
no apto para menores.-

En su flujo no hay elección,
es tan lenta y fuerte
como irreversible y constante,
hay estampidas de elefantes por sus venas
esperando llegar a ningún lado,
hacen temblar su tierra,
su cielo;
clepsidra que gira haciendo
una espiral incontenible,
un remolino de emociones,
un orgasmo con el tiempo
destinado a morir de abandono
cuando la memoria se dificulte.


II
Atrapado
en la convergencia de los caminos,
arrastrando cadenas
de holograma
con defectos de fábrica;
soy yo mismo
-blanco prefecto-
el punto de reunión
del futuro y presente
con los puntos cardinales.

Atrapado
en mi privado universo,
contemplo la cólera del ruido,
las blasfemias al oído
del sordo
y los aplausos del repudiable
-hay miles de formas
de matar a un hombre
mi muerte se acerca-
pero tengo hambre
de luz,
de calor,
del viento
del siglo pasado,
del venidero;
hambre de La Palabra,
hambre del Verbo.

Atrapado
como agua de la presa
al aire libre,
estoy harto de risas
de peces fantasmas
extraviados del infierno
del sinsabor,
del aullido de la noche en medio del mar.

Atrapado
en las sombras de un árbol gigante,
la impúdica doncella se me ofrece
con su risa
barata y reluciente
plagada de colmillos arcaicos
visibles solo
con el espejo del alma
y los ojos del suicidio.

Atrapado
en un alhajero
entre joyas de fantasía
me disimulo,
me disgrego,
me hundo para sobrevivir
-puedo y no quiero
morir de calido frió-;
el agua tibia me asquea,
los sonsonetes del mercado
me revientan el hígado,
yerro el verbo
y me desangro;
así riego mi tierra con poesía,
me siento junto al tiempo
a esperar el verano
en que su fruto maduro
alivie mi deseo.

Atrapado,
pero no preso;
porque tengo copias
de las llaves de San Pedro,
palomas de papel
que arrullan en silencio,
y una vela
que enciendo de tiempo en tiempo
para ahuyentar las secuelas
del olvido
con sus finanzas
y sus mundos,
con sus miedos
y sus secretos.


III
Su llanto coagula
en la ventana;
detrás,
espasmos desaforados
de guerra civil con sus maquetas;
Ella en trance,
pero ilesa,
virgen,
inmaculada ramera
de diez mil poetas;
en cada sacudida,
un destello,
un indicio,
un guiño para este
explorador niño
con ocasos en las sienes
y sueños de arrabal.

Ella, entre la danza de las hojas,
vuelve a su estado original,
al vientre de la tierra seca,
al concreto;
mas allá:
al amor,
al deseo.

Yo, minúsculo,
rebusco en mis cajones
la caricia que alivie la añoranza,
la fotografía que perdí
una noche de verano y tres
palomas de papel
con un beso suyo
en cada pluma,
cuando noctámbulo,
recorría sus calzadas guareciéndome del frío
en sus cálidos rincones,
cuando amé,
cuando en su vientre sufría el desvelo
entre lágrimas,
susurros ,
poco antes
que su olvido me alcanzara.

Ahora ella me mira
y yo la miro;
y en este intercambio de silencios
se escucha el eco
de cañones
y besos.

Que arda Troya
no importa.
Si un día
mi verbo se nombra en la historia
de ésta amnésica joven
que ama y olvida los versos
que seguirán vibrando
en el torrente de sus venas
junto con el vuelo
de mis palomas de papel.

SÁLVENME DE SER BUENO / Jorge Falcone


No vayan a enterrarme
debajo de esas frases
como "fue un buen marido",
"buen padre", "buen amigo";
en fin,
un "hombre probo".
¡Sálvenme de ser bueno!
Que rece el cartel:
Yace aquí el más grande hijo de puta.
Nos dio trabajo.
Rara vez decía que sí.
Cuando no lo sostuvo el afecto,
el odio,
ese sentimiento imperdonable, lo sostuvo.
A todas les miró el culo
(propias y ajenas).
Educó a sus hijos
para que no hicieran caso.
Puteó hasta la última baba.
Nunca quiso arrodillarse.
En pocas palabras,
fue un sujeto impresentable.

de Te sigo buscando, Liberación, 1987



Jorge Falcone (1953). Poeta nacido en La Plata, provincia de Buenos Aires, donde reside. Cursó estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes. Colaboró en revistas políticas y culturales. Su obra fue seleccionada para integrar importantes antologías: "Segunda antología de la poesía joven argentina" y "Diagonales, tilos y... poetas" entre otras. Es la suya una poesía directa, precisa, que no le teme a la contundencia de la palabra, y refractaria a todo alambicamiento. "Piedra libre para todos mis compañeros", "Te sigo buscando, Liberación", "Poemágicos", "La esquina del universo", son algunos de sus poemarios editados.

 
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