EL PRIMER HOMBRE MUERTO / RAÚL GONZÁLEZ TUÑON



Allí nomás, al lado de mi mano,
estaba el primer hombre muerto.
El primer hombre muerto que veo
en la guerra tremenda y desmedida.
Después del lanzabombas, después de caminar entre raíces
bajo un sol recaído y con ausencias
y mariposas súbitas y locas de balas fugitivas,
ví al muerto de pronto cerca de la trinchera
y estaba solo y seco como un brote de la tierra
definitivamente incorporado,
al lado de mi frente,
extendido y exacto como todo cadáver.
Venid a verlo,
está solo y no sabe, ha muerto ya y no sabe,
al lado de mi mano,
al lado de mi vida,
al lado de mi cuerpo sin cadáver,
al lado de mi sangre con cadáver corriendo desvelado,
al lado de mi próximo cadáver.
Yo sé que de sus huesos,
cuando le den la fosa,
de sus huesos caídos empezará a brotar la siempreviva.
Hace ya horas que está destruyéndose,
hace ya horas que está desplomándose
bajo un uniforme color tierra, como quiere la muerte.
Yo no tengo la culpa, el se destruye y se desploma
solo y seco
y hay un viento de acero que se cuela por las troneras
de los sacos terreros
y sobre todo y sobre los soldados y los jefes
y el vino y la comida y el diario de anteayer y las moscas,
el Olor del Primer Hombre Muerto.

jueves, 15 de octubre de 2009

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