Morir por las ideas


Morir por las ideas, la idea es excelente
yo he estado a punto de morir por no haberla tenido,
pues todos los que la tenían, multitud agobiante,
ahuyando a la muerte, me han caído encima.
Ellos han sabido convencerme y mi musa insolente,
abjurando de sus errores, se ha unido a su fe
con un poco de reserva en todo caso:
Muramos por las ideas, de acuerdo, pero de muerte lenta,
de acuerdo, pero de muerte lenta.

Juzgando que no hay peligro en la tardanza,
vayamos hacia el otro mundo ganduleando por el camino,
pues, si forzamos la marcha, sucede que se muere
por unas ideas que no tienen futuro el día de mañana.
Y si hay una cosa amarga, desoladora
al entregar el alma a Dios, es darse cuenta
que hemos equivocado el camino, que nos hemos equivocado de idea:
Muramos por las ideas, de acuerdo, pero de una muerte lenta
de acuerdo, pero de una muerte lenta.

Los charlatanes que predican el martirio
normalmente, por otra parte, se rezagan aquí abajo.
Morir por las ideas, todo hay que decirlo,
es su razón de vivir, y no se privan de ello.
En casi todas partes se ve que superan
fácilmente a Matusalén en la longevidad,
y yo concluyo que ellos deben decirse, bajito:
“Muramos por las ideas, de acuerdo, pero de muerte lenta
de acuerdo, pero de muerte lenta”.

A las ideas que reclaman el cacareado sacrificio
las sectas de toda índole les ofrecen retahílas enteras
y la cuestión se plantea a la victimas novatas
morir por las ideas, esta bien, pero por cuál?
Y como todas se parecen entre sí
cuando las ve venir, con su gran bandera,
el sabio titubea y duda delante de la tumba.
Muramos por las ideas, de acuerdo, pero de muerte lenta
de acuerdo, pero de muerte lenta.

¡Y si aún bastasen algunas hecatombes
para que finalmente todo cambiase, finalmente todo se arreglase!
Después de tantas “grandes noches”(1), de tantas cabezas cortadas,
ya tendríamos el paraíso sobre la tierra.
Pero la edad de oro sin cesar se pospone,
los dioses tienen siempre sed, nunca tienen suficiente
y he aquí la muerte, la muerte que siempre vuelve a empezar...
Muramos por las ideas, de acuerdo, pero de muerte lenta
de acuerdo pero de muerte lenta.

Oh vosotros, los agitadores, oh vosotros los buenos apóstoles
morid, pues, los primeros, os cedemos el sitio.
Pero por favor, joder! dejad vivir a los demás!
La vida es casi el único lujo aquí abajo
pues, finalmente, la Muerte está siempre vigilante
y no es necesario ayudarle con la guadaña.
¡Basta de danzas macabras alrededor de los patíbulos!
Muramos por las ideas, de acuerdo, pero de muerte lenta,
de acuerdo pero de muerte lenta.



(1): Grands soirs: Revolución, movimiento social en el vocabulario de los anarquistas.

lunes, 22 de marzo de 2010

El credo del Che / Roque Dalton


El Ché Jesucristo
fue hecho prisionero
después de concluir su sermón en la montaña
(con fondo de tableteo de ametralladoras)
por rangers bolivianos y judíos
comandados por jefes yankees-romanos.
Lo condenaron los escribas y fariseos revisionistas
cuyo portavoz fue Caifás Monje
mientras Poncio Barrientos trataba de lavarse las manos
hablando en inglés militar
sobre las espaldas del pueblo que mascaba hojas de coca
sin siquiera tener la alternativa de un Barrabás
(Judas Iscariote fue de los que desertaron de la guerrilla
y enseñaron el camino a los rangers)
Después le colocaron a Cristo Guevara
una corona de espinas y una túnica de loco
y le colgaron un rótulo del pescuezo en son de burla
INRI: Instigador Natural de la Rebelión de los Infelices
Luego lo hicieron cargar su cruz encima de su asma
y lo crucificaron con ráfagas de M-2
y le cortaron la cabeza y las manos
y quemaron todo lo demás para que la ceniza
desapareciera con el viento
En vista de lo cual no le ha quedado al Ché otro camino
que el de resucitar
y quedarse a la izquierda de los hombres
exigiéndoles que apresuren el paso
por los siglos de los siglos
Amén.

Una vuelta mas / Rubén Goldín


Piazzola llora su musgo ciudadano
con humos de escape y olór a pizzeria
tantos domingos y tanta gente con ese sol ...

Con canillitas gritones y trenes horizontals,
los semaforos no saben de justicia
Huguito el solterón muere crucificado
en un radiador Toyota
y en los parques algunos padres
preocupados,
se pintan una risa de payaso,
para alegrar a sus hijos inocentes,
a sus hijos inocentes
y aquel sol de los heroes florece
en engaño un engaño de hamacas,
toboganes y pororó.
La poesia no la tiene Buenos Aires
sino los que la viven, la sufren y la gozan.

Valium 10 / Rosario Castellanos


A veces ( y no trates
de restarle importancia
diciendo que no ocurre con frecuencia)
se te quiebra la vara con que mides,
se te extravia la brujula
y ya no tienes nada.

El dia se convierte en una sucesion
de hechos incoherentes, de funciones
que vas desempeñando por inercia y por habito.

Y lo vives. Y dictas el oficio
a quienes corresponde. Y le das la clase
lo mismo a los alumnos inscritos que al oyente
Y en la noche redactas el texto que la imprenta
devorara mañana.
Y vigilas (oh, solo por encima)
la marcha de la casa, la perfecta
coordinacion de multiples programas
-porque el hijo mayor ya viste de etiqueta
para ir de chambelan a un baile de quince años
y el menor quiere ser futbolista y el de en medio
tiene un poster del Che junto a su tocadiscos.

Y repasas las cuentas del gasto y reflexionas
junto a la cocinera, sobre el costo
de la vida y el ars magna combinatoria
del que surge el menu posible y cotidiano.

Y aun tienes voluntad para desmaquillarte
y ponerte la crema nutritiva y aun leer
algunas lineas antes de consumir la lampara.

Y en la oscuridad, en el umbral del sueño,
echas de menos lo que se ha perdido:
el diamante de mas precio, la cata
de marear, el libro
con cien preguntas basicas (y sus correspondientes
respuestas) para un dialogo
elemental siquiera con la Esfinge.
Y tienes la penosa sensacion
de que en el crucigrama se deslizo una errata
que lo hace erresoluble.

Y deletreas el nombre del Caos. Y no puedes
dormir si no destapas
el frasco de pastillas y si no tragas una
en la que se condensa,
quimicamente pura, la ordenacion del mundo.

(1925-1974)

Madrugada / Alejandra Pizarnik





Desnudo soñado una noche solar.
He yacido días animales.
El viento y la lluvia me borraron
como a un fuego, como a un poema
escrito en un muro.

No tan alto / pablo neruda


De cuando en cuando y a lo lejos
Hay que darse un baño de tumba.
Sin duda todo está muy bien
y todo está muy mal, sin duda.
Van y vienen los pasajeros,
crecen los niños y las calles,
por fin compramos la guitarra
que lloraba sola en la tienda.
Todo está bien, todo está mal.
Las copas se llenan y vuelven
naturalmente a estar vacías
y a veces en la madrugada,
se mueren misteriosamente.
Las copas y los que bebieron.
Hemos crecido tanto que ahora
no saludamos al vecino
y tantas mujeres nos aman
que no sabemos cómo hacerlo.
¡Qué ropas hermosas llevamos!
Y ¡qué importantes opiniones!
Conocí a un hombre amarillo
que se creía anaranjado
y a un negro vestido de rubio.
Se ven y se ven tantas cosas.
Vi festejados los ladrones
por caballeros impecables,
y esto se pasaba en inglés.
Y vi a los honrados, hambrientos,
buscando pan en la basura.
Yo sé que no me cree nadie.
Pero lo he visto con mis ojos.
Hay que darse un baño de tumba
y desde la tierra cerrada
mirar hacia arriba el orgullo.
Entonces se aprende a medir.
Se aprende a hablar, se aprende a ser.
Tal vez no seremos tan locos,
tal vez no seremos tan cuerdos.
Aprenderemos a morir.
A ser barro, a no tener ojos.
A ser apellido olvidado.
Hay unos poetas tan grandes
que no caben en una puerta
y unos negociantes veloces
que no recuerdan la pobreza.
Hay mujeres que no entrarán
por el ojo de una cebolla
y hay tantas cosas, tantas cosas,
y así son, y así no serán.
Si quieren no me crean nada.
Sólo quise enseñarles algo.
Yo soy profesor de la vida,
vago estudiante de la muerte
y si lo que sé no les sirve
no he dicho nada, sino todo.

RECETA CORTA PARA ADUEÑARSE DEL FUTURO / Fernando Buen Abad Domínguez


I. Saque del olvido todas las utopías sueños y locuras
con que se inflaman las ganas de ser feliz.

II. Asómese a ver el amanecer con ojos nuevos y échele
una miradita al horizonte (ayuda mucho)

III. Ponga a remojar (durante tres noches de luna
llena y en lágrimas frescas) los cadáveres de las
frustraciones, las desesperanzas y las privaciones.

IV. Tire toda la ropa que esté impregnada de rutina.

V. Invite a vivir con usted 13 colores nuevos, 13
libros de poetas rebeldes y 13 perfumes hipnóticos.

VI. Acepte con la más íntima de las certezas que el
amor es posible y salvífico.

VII. Báñese con lociones magnéticas hasta que salga
luz por los poros y escriba todas las cartas que nunca
escribió diciendo lo que nunca dijo.

VIII. Dibuje tres mapas estelares con la geografía más
desconocida de su corazón.

IX. Déjese crecer en los sueños siete tréboles, nueve
puntos cardinales y trece barcos de cristal.

X. Pida a tres amigos verdaderos que no repitan el
discurso del patrón durante tres meses.

XI. Lleve con usted este recetario, bien zurcido en la
esperanza, durante tres meses.

XII. Mezcle todo lo anterior con una dosis generosa de
cosquillas.

XIII. Tómese a mañana, tarde y noche siempre en
compañía de música y baile.

Espere un tiempo prudente y luego tómese un caldo de
estrellas frescas. Los resultados son extraordinarios.
Deberá acostumbrarse a un cambio significativo en el
estado de su espíritu. No faltará quien diga que está
usted loca o loco. No se preocupe eso querrá decir que
va usted muy bien. Que llegó la cura.

Hombre que aprendió a ladrar / Mario Benedetti (Cuento)


Lo cierto es que fueron años de arduo y pragmático aprendizaje, con lapsos de desalineamiento en los que estuvo a punto de desistir. Pero al fin triunfó la perseverancia y Raimundo aprendió a ladrar. No a imitar ladridos, como suelen hacer algunos chistosos o que se creen tales, sino verdaderamente a ladrar. ¿Qué lo había impulsado a ese adiestramiento? Ante sus amigos se autoflagelaba con humor: "La verdad es que ladro por no llorar". Sin embargo, la razón más valedera era su amor casi franciscano hacia sus hermanos perros. Amor es comunicación.

¿Cómo amar entonces sin comunicarse?

Para Raimundo representó un día de gloria cuando su ladrido fue por fin comprendido por Leo, su hermano perro, y (algo más extraordinario aún) él comprendió el ladrido de Leo. A partir de ese día Raimundo y Leo se tendian, por lo general en los atardeceres, bajo la glorieta y dialogaban sobre tenas generales. A pesar de su amor por los hermanos perros, Raimundo nunca había imaginado que Leo tuviera una tan sagaz visión del mundo.

Por fin, una tarde se animó a preguntarle, en varios sobrios ladridos: "Dime, Leo, con toda franqueza: ¿qué opinás de mi forma de ladrar?". La respuesta de Leo fue bastante escueta y sincera: "Yo diría que lo haces bastante bien, pero tendrás que mejorar. Cuando ladras, todavía se te nota el acento humano."

Ojalá / mario benedetti


Ojalá está después del horizonte
pero hay otro al alcance de la mano
cuando uno tiene ganas de ser alguien
y sueña con no estar equivocado

dice ojalá sin mirarse al espejo
para no entristecerse con motivo
sin mendigar lo que no se consigue
y tampoco dar algo por perdido

ojalá conquistemos la razón
en el escándalo de la conciencia
y ejerzamos el derecho a la vida
de ojos abiertos o sin darnos cuenta

ojalá que las muertes del camino
no se nos cicatricen en el alma
y armemos el futuro aunque sepamos
que el fin está en la puerta de la casa

ojalá que en el cándido arrabal
o en cualquier recoveco del otoño
más que confiado y menos que exigente
nos espere el amor / el generoso

Mario Benedetti (de su último libro Testigo de uno mismo)

Por ahora me callo / mario benedetti


El mundo / cada vez más enigmático
me mira inmóvil desde sus cautelas /
siento que el marcapasos es mi árbol
y cobija latidos como alondras

estoy solo conmigo / cavilando
y repaso las sombras y los soles
también amaneceres y crepúsculos
que me dieron amparo y soledades

me pregunto desordenadamente
qué ceniza vendrá después del fuego /
he construido más de una paciencia
pero no puedo con mi incertidumbre

tengo las manos llenas de caricias
para sembrar en una carne fértil
y he hecho un pacto con mis esperanzas
para que nunca nos abandonemos

por ahora me callo / en el sigilo
me cercan más espantos que alborozos
y ya que los futuros se aproximan
juego con las certezas y las dudas

morir sin muerte es casi una osadía
que no puede invocarse así nomás
por eso yo prefiero ser discreto
vivir sin vida es menos pretencioso

Mario Benedetti (de su último libro Testigo de uno mismo)

La canción y el poema / Idea Vilariño



Hoy que el tiempo ya pasó,
hoy que ya pasó la vida,
hoy que me río si pienso,
hoy que olvidé aquellos días,
no sé por qué me despierto
algunas noches vacías
oyendo una voz que canta
y que, tal vez, es la mía.

Quisiera morir -ahora- de amor,
para que supieras
cómo y cuánto te quería,
quisiera morir, quisiera. de amor,
para que supieras.

Algunas noches de paz,
-si es que las hay todavía-
pasando como sin mí
por esas calles vacías,
entre la sombra acechante
y un triste olor de glicinas,
escucho una voz que canta
y que, tal vez, es la mía.

Quisiera morir -ahora- de amor,
para que supieras
cómo y cuánto te quería;
quisiera morir, quisiera. de amor,
para que supieras.

(1972)

ángel gonzález

martes, 16 de marzo de 2010

LA VIDA ES UN TRASPIE / HUGO MAYO


Si digo "treinta y tres" -orden del médico-
me golpea mi propio yo adentro
Y hasta me voy hundiendo
y el tapeteado corazón se bate a solas
No se si pido lo imposible
que aunque me resulte un quitasueño
La vida es un traspié buscado
y a mi manera cruzar la mar intento
Pero hay agua maligna en sus mareas
Y a qué esa señal que no descifro
si en la espelunca donde me encierro
escribo mi vida en un poema

domingo, 28 de febrero de 2010

TODO LO QUE SOY / Hugo Mayo


Soy delfín en los mares de la espera
Mi obscena careta que agoniza
tiene la piel madura
Si la ato a las dos sílabas del miedo
la oración es un silencio
Veo pedazos de tiempos insepultos
en las horas que vienen madrugadas
Y sé que no pude robar una sonrisa
Que llevo en mis bolsillos
monedas de inquietudes
Que mis pies vestidos de sandalias
pisaron la esperanza
Y regañé muchas veces al destino
Y oculté en la tiniebla desolada
mis propias iniciales
El agua que me baña me lastima
-el agua es el refugio de mi huida-
Y aunque me niego en pleno día
un absurdo recado me limita
Habito en la caída del relámpago
y almaceno la lluvia...

CANCION GRIS / JOSÉ MARÍA EGAS


Lluvia...
Melancolía!...
................................................

(En el balcón, tu cabecita rubia
es como el sol de la mañana fría.)

Lluvia... Melancolía!

Las campanas, enfermas de langor y dulzura
ponen su vieja nota gris.
El alma tiene santidad de albura
como los pétalos de un lis.

El paisaje se duerme en su infinita
serenidad...
Y la lluvia cae lenta, cae la lluvia
infinita sobre las cosas, sin piedad.

La mañana
pone con dulce languidez de hermana
la vaguedad de su matiz.
Y al apagar su débil
tono de luz, su tono de rosa,
fluye más larga, flébil,
más dolorosa, la canción gris.

Lluvia... Melancolía!

(En el balcón, tu cabecita rubia
es como el sol de la mañana fría.)

El Corso Triste de la calle Caracas / Alejandro Dolina




de "Crónicas del Angel Gris", por Alejandro Dolina. Ilustración de Carlos Nine.


Según una difundida leyenda, el Carnaval fue alguna vez una fiesta popular, con personas disfrazadas, musica, baile, bromas y murgas. En verdad, cuesta creer semejante cosa. Como quiera que sea, la legendaria gesta ha muerto ya. Sin embargo, como silenciosas habitaciones vacías, han quedado ciertas fechas del almanaque a las que la terquedad general insiste en adjudicar la condición de carnavalesca. Esos días son utilizados no ya para festejar sino más bien para reflexionar y añorar la ausencia de la fiesta. Se trata, según se ve, de un curioso destino: pasar del entusiasmo a la nostalgia, de la pasión a la meditación, de la alegría a la tristeza. Muchos espíritus taciturnos se solazan con este estado de cosas y afirman que la farra y el desenfreno de otras épocas fueron apenas un paso previo e inevitable, cuyo noble fin se cumple ahora, en el ejercicio del recuerdo. Ilustracion de Carlos Nine
Los Hombres Sensibles de Flores simpatizaban en cierto modo con este criterio. Para ellos el Carnaval no solamente servía para seducir señoritas en las milongas sino también para pensar en el paso del tiempo.
Puede afirmarse sin caer en el infundio que esta ilustre manga de atorrantes jamás consiguio entender el sentido de los Carnavales.
Manuel Mandeb pensaba que las gentes se ponían contentas en virtud de algún suceso que todos conocían menos él. Sus amigos padecían un desconcierto de la misma clase.
Esto puede explicar la extraña conducta de los Hombres Sensibles en los corsos y en los bailes.
Durante un rato hacían fuerza para sentirse alegres: bailaban, comían chorizos, se ponían caretas, hablaban con voz finita y mojaban a las damas con pomos de colores. Después comprendían que todo aquello era inútil y entonces se iban a otros bailes, discutían con los mozos, miraban las orquestas, evocaban antiguos Carnavales y cantaban el tango Siga el Corso. Ya en la madrugada maldecían el Carnaval, se estacionaban en las esquinas desoladas y se burlaban de los caminantes que volvían a sus casas.
Pero una tarde de verano Manuel Mandeb tuvo una inspiración genial. Se le ocurrió organizar todos los años el Corso Triste de la Calle Caracas.
Se trataba de una idea interesante: Mandeb pensaba que en los Carnavales vulgares todos disimulaban la tristeza disfrazándose de personas alegres. Su proyecto consistía en adoptar disfraces y actitudes melancólicas para ver si detrás de ellos se instalaba la alegría.
"Si bajo la sonora risa del payaso se adivina siempre una lágrima, es posible que encontremos una sonrisa si sacamos nuestras caretas de víctimas"
Si el propósito de Mandeb fue lograr un clima de pesadumbre, hay que decir que lo consiguió. El Corso Triste de la Calle Caracas era francamente tenebroso. Todas las luces estaban apagadas. Los asistentes deambulaban como sombras fingiendo toda clase de sufrimientos.
Las murgas entonaban canciones trágicas y tangos de Agustín Magaldi.
Los disfraces eran lastimosos: de condenado a muerte, de novia abandonada, de jugador expulsado, de deudor hipotecario, de vendedor de libros y de intoxicado.
Con el tiempo el Corso Triste se fue haciendo más ambicioso y complejo.
Jorge Allen, el poeta, empezó a escribir versos murgueros con pretensión literaria.


"Si parliamo' del destino
bororom bobom bobom...
¿Quién conoce su camino?
Bororom borom borom....
Nadie puede contra la suerte
la última carta es la de la muerte
borobobom bombom
borobobom bombom."


Los muchachos tristes de otros barrios se acercaron poco a poco y pronto circularon carrozas de hojas secas y automóviles con las ventanillas cerradas.
En el tercer año, se constituyó un jurado y se realizaron concursos y torneos.
Las comparsas se sacaban chispas para ver cuál era la más deprimente. Los Lonyipietros del Desengaño, los Decrépitos del Mañana y Chispazos de Soledad fueron las agrupaciones más renombradas.
Las reinas del corso eran bellísismas, pero inaccesibles y perversas. El premio anual de máscara suelta lo ganó siempre el mismo individuo Hablamos -desde luego- del célebre actor Eladio del Prado, quien no tenía rival en la técnica de la caracterización.
Sus primeros disfraces fueron sencillos. Una noche apareció disfrazado de esclavo persa y todos se condolían al ver su espalda surcada de latigazos y su cuerpo encorvado bajo el peso de enormes cadenas.
Después, sus creaciones fueron más complejas. Un domingo fue cíclope y a la mañana siguiente revolucionó todo el barrio buscando el ojo que se había sacado. Fue también mendigo escocés y la gente lloraba al verlo soportar la nieve de Glasgow en la Calle Caracas.
Cuentan que Del Prado, entusiasmado por sus éxitos, resolvió seguir con sus disfraces durante todo el año. Dicen que su destreza crecía junto con su crueldad.
Una noche de invierno, los Hombres Sensibles saltaron de alegría al ver reaparecer al Tonio Berardi, el pibe que murió en Paris. Organizaron una gran fiesta, y en el momento en que alzaban las copas para celebrar la resurección, Del Prado se sacó el guardapolvo, se lavó las rodillas, volvió a poner cara de persona mayor y apareció tal cual era. El ruso Salzman estuvo dos semanas en cama y Jorge Allen casi se queda tartamudo.
EL último Carnaval del Corso Triste, Eladio Del Prado se disfrazó para siempre de recuerdo y nadie volvió a verlo por el barrio del Angel Gris.
La comisión organizadora del Corso pronto advirtió que la creación de Mandeb tenía interesantes posibilidades económicas. Esto resulta un poco sorprendente si se recuerda la nula capacidad de los Hombres Sensibles para los negocios. De cualquier manera, es un hecho que durante largos años los muchachos del Angel Gris vendieron papel picado. Emplearon la conocida técnica que ha enriquecido a tantos mercaderes: en la primera jornada las bolsitas estaban llenas de papelitos brillantes e inmaculados. Cuando terminaba la fiesta, barrían el piso y volvían a embolsar el papel. Noche tras noche, el producto se ensuciaba y envilecía, hasta que en la muerte del Carnaval las bolsitas estaban llenas de tierra, tapitas de cerveza, caramelos empezados y otras porquerías. Algunos memoriosos creen reconocer todavía hoy en los bailes de Villa del Parque, restos del papel picado primogenio que se vendía en el Corso Triste.
Para contribuir a la pesadumbre de la concurrencia, Mandeb vendía pomos llenos de lágrimas que -si ha de creerse a sus detractores- falsificaba con agua y sal.
Los Refutadores de Leyendas, en su carácter de comparsa racionalista, solían acercarse a la fiesta de la calle Caracas para buscar camorra. Todos recuerdan sus afinados pregones:


"Los Refutadores
señoras, señores,
llegan con sus ritmos
y sus silogismos.
Los desafinados
a exponer sus ilusiones
y a confrontarlas
con nuestras refutaciones..."


Las olímpicas razones de la murga encontraban muchas veces contundente respuesta y dentro de un clima polémico y agudo, solían armarse formidables peleas que -por cierto- daban lustre y renombre al Corso Triste.
Año tras año, los Carnavales de la calle Caracas fueron poniéndose más divertidos. Naturalmente, esto provocó su decadencia.
Los Hombres Sensibles de Flores, al observar el jolgorio, comprendían que el proyecto inicial iba camino del fracaso.
La sobria melancolía de los primeros tiempos iba dando paso a sonrisas complacientes cuando no a risotadas sin freno.
¡Ah! -se lamentaban- ¡Carnavales eran los de antes!
Y entonces contaban anécdotas de los corsos de antaño, austeros y silenciosos, comparándolos con la insoportable algarabía que tenían ante sus ojos.
Pero en realidad la verdadera esencia del fracaso hay que buscarla por otros rumbos.
Como ya se ha dicho, lo que buscaban Mandeb y sus amigos era un dejo de alegría que debía aparecer al quitarse la máscara trágica.
Y lo cierto es que nunca encontraron tal cosa.
Cada vez que -con toda ilusión- abandonaban sus disfraces de atormentados, encontraban debajo nuevos tormentos que, para peor, eran reales.
Por eso, comprendiendo que la dicha no estaba en el Carnaval y quizás en ninguna parte, los Hombres Sensibles disolvieron para siempre el Corso Triste de la Calle Caracas.
Hoy, cuando la fama de los muchachos del Angel Gris ya encontró su tumba en los vientos de la estación Flores, hay -aunque pocos lo adivinen- centenares de corsos tristes. Y son mucho más tristes que el de la calle Caracas, pues su tristeza es involuntaria y su propósito es la alegría.
Tal vez ha llegado el momento de comprender que los criollos no hemos nacido para ciertas fantochadas. Que se rían los brasileños. Tengamos, eso sí, fiestas y reuniones populares. Pero no dejemos de ser quienes somos. Si nuestra extraña condición nos ha hecho comprender el sentido adverso del mundo, agrupémonos para ayudarnos amistosamente a soportar la adversidad.
A lo mejor, los Carnavales de antaño, tan añorados por los animadores de la radio, no eran mas que eso: una reunión de gente triste que buscaba consuelo.

HISTORIA DEL QUE ESPERO SIETE AñOS / Alejandro Dolina



Jorge Allen, el poeta, amaba a una joven pechugona de los barrios hostiles.
Segun supo despues, alcanzo a ser feliz. Una noche de junio, la chica resolvio abandonarlo.

- No te quiero mas - le dijo.
Allen cometio entonces los peores pecados de su vida; suplico, se humillo, escribio versos horrorosos y lloro en los rincones.

La pechugona se mantuvo firme y rubrico la maniobra entreverandose con un deportista reluciente.
El poeta recobro la dignidad y empleo su tiempo en amar sin esperanzas y en recordar el pasado. Su alma se retemplo en el sufrimiento y se hizo cada vez mas sabio y bondadoso. Muchas veces soño con el regreso de la muchacha, aunque tuvo el buen tino de no esperar que tal sueño se cumpliera.

Mas tarde supo que jamas habria en su vida algo mejor que aquel amor imposible.

Sin embargo, una noche de verano, siete años y siete meses despues de su pronunciamiento, la pechugona aparecio de nuevo.

Las lagrimas le corrian por el escote cuando le confeso al poeta:
- Otra vez te quiero.
Allen nunca pudo contar con claridad lo que sintio en aquellas horas. El caso es que volvio a su casa vacio y desengañado. Quiso llorar y no pudo. Nunca mas volvio a ver a la pechugona. Y lo que es peor, nunca mas, nunca mas volvio a pensar en ella ni a soñar su regreso.

Hoy te hiciste beso / María Cristina Garay Andrade


Hoy te hiciste beso para mi antojo
Bañándote de ternezas mirándote a los ojos
De seda se hicieron las caricias de mis manos
Consintiendo los deseos de tus seductores reclamos

Tu nostalgia encontró mi amparo y me apasionó
Con el delicado calor que dispersa tu figura
En el tono de tu voz reposo bañada de dulzura
El corazón se llenó de gozo atenuando el abandono

La espera concretó el anhelado sueño
Correspondiendo a mi amor, tu amor se hizo dueño,
Sin pensarlo íntegramente cautivada a mis años
Concretamos la intimidad con palabras sin engaños.

Encontrar regocijo en tu mística hermosura
Admirar de tu figura la fragancia de frescura
Encontrando en la poesía o en la prosa la cultura
De esa alma tuya que me embelesa llena de ternura

Ese beso loco de sed que desde lejos tú percibes
No deja huella pecadora si por él te decides
Suspirando apasionado en horas silenciosas
Sabe a miel como el néctar de las rosas

Te hiciste esa unión con que a Dios se reza
Al sentirme completamente amada por tu entereza
Recordando la vez primera en soledad sonrojada
El “tuya” nace espontáneo por estar de ti enamorada

Preludio / Francisco A. de Icaza


También el alma tiene lejanías;
hay en la gradación de lo pasado
una línea en que penas y alegrías
tocan en el confín de lo soñado:
también el alma tiene lejanías.

En esos horizontes de olvido
la sujeción de la memoria pierdo
y no sé dónde empieza lo fingido
y acaba lo real de mi recuerdo
en esos horizontes del olvido.

La azul diafanidad de la distancia
en el cuadro los términos reparte;
aquí mi juventud, allá mi infancia
y entre las dos, la pátina del arte...
La azul diafanidad de la distancia.

Ese tono del tiempo, que completa
lo que en el lienzo deja la pintura,
hace rugoso el cutis de asceta,
y a la tez de la virgen da frescura
ese tono del tiempo que completa.

Pulimento y matiz del mármol terso
es en la vieja estatua, y melodía
en la cadencia rítmica del verso
donde adquiere la antigua poesía
pulimento y matiz del mármol terso...

Color de las borrosas lontananzas
es del alma en los vagos horizontes,
donde envuelve recuerdos y esperanzas
en el azul de los lejanos montes
color de las borrosas lontananzas.

La única herida / Alejandra Pizarnik




¿Qué bestia caída de pasmo
se arrastra por mi sangre
y quiere salvarse?

He aquí lo difícil:
caminar por las calles
y señalar el cielo o la tierra.

definiciones / gioconda belli


Podríamos tener una discusión sobre el amor.
Yo te diría que amo la curiosa manera
En que tu cuerpo y mi cuerpo se conocen,
Exploradores que renuevan
El más antiguo acto del conocimiento.

Diría que amo tu piel y que mi piel te ama,
Que amo la escondida torre
Que de repente se alza desafiante
Y tiembla dentro de mí
Buscando la mujer que anida
En lo más profundo de mi interior de hembra.

Diría también que amo tus ojos
Que son limpios y que también me penetran
Con vaho de ternura o de preguntas.

Diría que amo tu voz
Sobre todo cuando decís poemas,
Pero también cuando sonás serio,
Tan preocupado por entender
Este mundo tan ancho y tan ajeno.

Diría que amo encontrarte
Y sentir dentro de mí
Una mariposa presa
Aleteándome en el estómago
Y muchas ganas de reírme
De la pura alegría de que existías y estás,
De saber que te gustan las nubes
Y el aire frio de los bosques de Matagalpa.
Podríamos discutir si es serio esto que
Te digo.
Si es una quemadura leve, de segundo, tercer
O primer grado.
Si hay o no que ponerle nombre a las cosas.
Yo solo una simple frase afirmo
Te amo.

Tercer poema de amor / roque dalton


A quienes te digan
Que nuestro amor es extraordinario
Porque ha nacido
De circunstancias extraordinarias
Diles que sencillamente luchamos
Para que un amor como el nuestro
-amor entre compañeros de combate-
Llegue a ser en El Salvador
El amor más común y corriente
Casi el único.

Bastante más fácil / Luis Pescetti


14/02/2010

Bastante más fácil me resulta
ponerme a hacer cuentitas
que sentarme a oír
lo que dicta la musa, esa señorita.

Bastante más fácil, lo reconozco,
abrir la cuenta en facebook
que ensayar acordes nuevos
que revelan mi ineptitud.

Bastante más fácil actualizar
el software con que navego,
mandar mensajes por celular,
que enfrentar este desasosiego.

La pantalla es la vereda
y ahí me la paso vagando;
pero a la calle no salgo:
estoy cada vez más blanco.

Esclavo de distraerme
a mi atención la descuido, la pierdo.
A mi pareja la olvido. En la red
veré si hay pescado fresco.
No sé qué espero,
pero
ya llegará.
Ojalá.

© 2010

miércoles, 17 de febrero de 2010

Después de las fiestas / julio cortázar


Y cuando todo el mundo se iba
y nos quedábamos los dos
entre vasos vacíos y ceniceros sucios,

qué hermoso era saber que estabas
ahí como un remanso,
sola conmigo al borde de la noche,
y que durabas, eras más que el tiempo,

eras la que no se iba
porque una misma almohada
y una misma tibieza
iba a llamarnos otra vez
a despertar al nuevo día,
juntos, riendo, despeinados.

sábado, 2 de enero de 2010

Réquiem con Tostadas (La muerte y otras sorpresas, 1968) Mario Benedetti



(Paso de los Toros, Departamento de Tacuarembó,
Uruguay, 14 de septiembre del 1920)

Sí, me llamo Eduardo. Usted me lo pregunta para entrar de algún modo en conversación, y eso puedo entenderlo. Pero usted hace mucho que me conoce, aunque de lejos. Como yo lo conozco a usted. Desde la época en que empezó a encontrarse como mi madre en el café de Larrañaga y Rivera, o en éste mismo. No crea que los espiaba. Nada de eso. Usted a lo mejor lo piensa, pero es porque no sabe toda la historia. ¿O acaso mamá se la contó?. Hace tiempo que yo tenía ganas de hablar con usted, pero no me atrevía. Así que, después de todo, le agradezco que me haya ganado de mano. ¿Y sabe por qué tenía ganas de hablar con usted?. Porque tengo la impresión de que usted es un buen tipo. Y mamá también era buena gente. No hablábamos mucho de ella y yo. En casa, o reinaba el silencio, o tenía la palabra mi padre. Pero el Viejo hablaba casi exclusivamente cuando venía borracho, o sea casi todas las noches, y entonces más bien gritaba. Los tres le teníamos miedo: mamá, mi hermanita Mirta y yo. Ahora tengo trece años y medio, y aprendí muchas cosas, entre otras que los tipos que gritan y castigan e insultan, son en el fondo unos pobres diablos. Pero entonces yo era mucho más chico y no lo sabía. Mirta no lo sabe ni siquiera ahora, pero ella es tres años menor que yo, y sé que a veces en la noche se despierta llorando. Es el miedo. ¿Usted alguna vez tuvo miedo? A Mirta siempre le parece que el Viejo va a aparecer borracho, y que se va a quitar el cinturón para pegarle. Todavía no se ha acostumbrado a la nueva situación. Yo, en cambio, he tratado de acostumbrarme.

Usted apareció hace un año y medio, pero el Viejo se emborrachaba desde hace mucho más, y no bien agarró ese vicio nos empezó a pegar a los tres. A Mirta y a mí nos daba con el cinto, duele bastante, pero a mamá le pegaba con el puño cerrado. Porque sí nomás, sin mayor motivo: porque la sopa estaba demasiado caliente, o porque estaba demasiado fría, o porque no lo había esperado despierta hasta las tres de la madrugada, o porque tenía los ojos hinchado de tanto llorar. Después, con el tiempo, mamá dejó de llorar. Yo no sé cómo hacía, pero cuando él le pegaba, ella ni siquiera se mordía los labios, y no lloraba, y eso al Viejo le daba todavía más rabia. Ella era consciente de eso, y sin embargo prefería no llorar. Usted conoció a mamá cuando ella ya había aguantado y sufrido mucho, pero sólo cuatro años antes (me acuerdo perfectamente) todavía era muy linda y tenía buenos colores. Además era una mujer fuerte. Algunas noches, cuando por fin el Viejo caía estrepitosamente y de inmediato empezaba a roncar, entre ella y yo lo levantábamos y lo llevábamos hasta la cama. Era pesadísimo, y además aquello era como levantar a un muerto. La que hacía casi toda la fuerza era ella. Yo apenas si me encargaba de sostener una pierna, con el pantalón todo embarrado y el zapato marrón con los cordones sueltos. Usted seguramente creerá que el Viejo toda la vida fue un bruto. Pero no. A papá lo destruyó una porquería que le hicieron. Y se la hizo precisamente un primo de mamá, ese que trabaja en el Municipio. Yo no supe nunca en qué consistió la porquería, pero mamá disculpaba en cierto modo los arranques del Viejo porque ella se sentía un poco responsable de que alguien de su propia familia lo hubiera perjudicado en aquella forma.

No supe nunca qué clase de porquería le hizo, pero la verdad era que papá, cada vez que se emborrachaba, se lo reprochaba como si ella fuese la única culpable. Antes de la porquería, nosotros vivíamos muy bien. No en cuanto a la plata, porque tanto yo como mi hermana nacimos en el mismo apartamento (casi un conventillo) junto a Villa Dolores, el sueldo de papá nunca alcanzó para nada, y mamá siempre tuvo que hacer milagros para darnos de comer y comprarnos de vez en cuando alguna tricota o algún par de alpargatas. Hubo muchos días en que pasábamos hambre (si viera qué feo es pasar hambre), pero en esa época por lo menos había paz. El Viejo no se emborrachaba, ni nos pegaba, y a veces hasta nos llevaba a la metinée. Algún raro domingo en que había plata. Yo creo que ellos nunca se quisieron demasiado. Eran muy distintos. Aún antes de la porquería, cuando papá todavía no tomaba, ya era un tipo bastante alunado. A veces se levantaba al mediodía y no le hablaba a nadie, pero por lo menos no nos pegaba ni la insultaba a mamá. Ojalá hubiera seguido así toda la vida.

Claro que después vino la porquería y él se derrumbó, y empezó a ir al boliche y a llegar siempre después de media noche, con un olor a grapa que apestaba. En los últimos tiempos todavía era peor, porque también se emborrachaba de día y ni siquiera nos dejaba ese respiro. Estoy seguro de que los vecinos escuchaban todos los gritos, pero nadie decía nada, claro, porque papá es un hombre grandote y le tenían miedo. También yo le tenía miedo, no sólo por mi y por Mirta, sino especialmente por mamá. A veces yo no iba a la escuela, no para hacer la rabona, sino para quedarme rondando la casa, ya que siempre temía que el Viejo llegara durante el día, más borracho que de costumbre, y la moliera a golpes.

Yo no la podía defender, usted ve lo flaco y menudo que soy, y todavía entonces lo era más, pero quería estar cerca para avisar a la policía. ¿Usted se enteró de que ni papá ni mamá eran de ese ambiente?. Mis abuelos de uno y otro lado, no diré que tienen plata, pero por lo menos viven en lugares decentes, con balcones a la calle y cuartos con bidet y bañera. Después que pasó todo, Mirta se fue a vivir con mi abuela Juana, la madre de mi papá, y yo estoy por ahora en casa de mi abuela Blanca, la madre de mamá. Ahora casi se pelearon por recogernos, pero cuando papá y mamá se casaron, ellas se habían opuesto a ese matrimonio (ahora pienso que a lo mejor tenían razón) y cortaron las relaciones con nosotros. Digo nosotros, porque papá y mamá se casaron cuando yo ya tenía seis meses. Eso me lo contaron una vez en la escuela, y yo le reventé la nariz al Beto, pero cuando se lo pregunté a mamá, ella me dijo que era cierto. Bueno, yo tenía ganas de hablar con usted, porque (no sé qué cara va a poner) usted fue importante para mí, sencillamente porque fue importante para mi mamá.

Yo la quise bastante, como es natural, pero creo que nunca podré decírselo. Teníamos siempre tanto miedo, que no nos quedaba tiempo para mimos. Sin embargo, cuando ella no me veía, yo la miraba y sentía no sé qué, algo así como una emoción que no era lástima, sino una mezcla de cariño y también de rabia por verla todavía joven y tan acabada, tan agobiada por una culpa que no era suya, y por un castigo que no se merecía. Usted a lo mejor se dio cuenta, pero yo le aseguro que mi madre era inteligente, por cierto bastante más que mi padre, creo, y eso era para mi lo peor: saber que ella veía esa vida horrible con los ojos bien abiertos, porque ni la miseria ni los golpes ni siquiera el hambre, consiguieron nunca embrutecerla. La ponían triste, eso sí. A veces se le formaban unas ojeras casi azules, pero se enojaba cuando yo le preguntaba si le pasaba algo. En realidad, se hacía la enojada. Nunca la vi realmente mala conmigo. Ni con nadie. Pero antes de que usted apareciera, yo había notado que cada vez estaba más deprimida, más apagada, más sola. Tal vez por eso fue que pude notar mejor la diferencia. Además, una noche llegó un poco tarde (aunque siempre mucho antes que papá) y me miró de una manera distinta, tan distinta que yo me di cuenta de que algo sucedía. Como si por primera vez se enterara de que yo era capaz de comprenderla. Me abrazó fuerte, como con vergüenza, y después me sonrió. ¿Usted se acuerda de su sonrisa? Yo sí me acuerdo.

A mí me preocupó tanto ese cambio, que falté dos o tres veces al trabajo (en los últimos tiempos hacía el reparto de un almacén) para seguirla y saber de qué se trataba. Fue entonces que los vi. A usted y a ella. Yo también me quedé contento. La gente puede pensar que soy un desalmado, y quizá no esté bien eso de haberme alegrado porque mi madre engañaba a mi padre. Puede pensarlo. Por eso nunca lo digo. Con usted es distinto. Usted la quería. Y eso para mí fue algo así como una suerte. Porque ella se merecía que la quisieran. Usted la quería ¿verdad que sí? Yo los vi muchas veces y estoy casi seguro. Claro que al Viejo también trato de comprenderlo. Es difícil, pero trato. Nunca lo pude odiar, ¿me entiende? Será porque, pese a lo que hizo, sigue siendo mi padre. Cuando nos pegaba, a Mirta y a mi, o cuando arremetía contra mamá, en medio de mi terror yo sentía lástima. Lástima por él, por ella, por Mirta, por mí. También la siento ahora, ahora que él ha matado a mamá y quién sabe por cuanto tiempo estará preso. Al principio, no quería que yo fuese, pero hace por lo menos un mes que voy a visitarlo a Miquelete y acepta verme. Me resulta extraño verlo al natural, quiero decir sin encontrarlo borracho. Me mira, y la mayoría de las veces no dice nada. Yo creo que cuando salga, ya no me va a pegar. Además, yo seré un hombre, a lo mejor me habré casado y hasta tendré hijos. Pero yo a mis hijos no les pegaré, ¿no le parece? Además estoy seguro de que papá no habría hecho lo que hizo si no hubiese estado tan borracho.

¿O usted cree lo contrario? ¿Usted cree que, de todos modos hubiera matado a mamá esa tarde en que, por seguirme y castigarme a mí, dio finalmente con ustedes dos? No me parece. Fíjese que a usted no le hizo nada. Sólo más tarde, cuando tomó más grapa que de costumbre, fue que arremetió contra mamá. Yo pienso que, en otras condiciones, él habría comprendido que mamá necesitaba cariño, necesitaba simpatía, y que él en cambio sólo le había dado golpes. Porque mamá era buena. Usted debe saberlo tan bien como yo. Por eso, hace un rato, cuando usted se me acercó y me invitó a tomar un capuchino con tostadas, aquí en el mismo café donde se citaba con ella, yo sentí que tenía que contarle todo esto. A lo mejor usted no lo sabía, o sólo sabía una parte, porque mamá era muy callada y sobre todo no le gustaba hablar de sí misma. Ahora estoy seguro de que hice bien. Porque usted está llorando, y, ya que mamá está muerta, eso es algo así como un premio para ella, que no lloraba nunca.

Viva la Revolución

¡Primero de Enero!

Luminosamente surge la mañana.
¡Las sombras se han ido! Fulgura el lucero
de la redimida bandera cubana.

El aire se llena de alegres clamores.
Se cruzan las almas saludos y besos,
y en todas las tumbas de nobles caídos
revientan las flores y cantan los huesos.

Pasa un jubiloso ciclón de banderas
y de brazaletes de azabache y grana.

Mueve el entusiasmo balcones y aceras,
grita desde el marco de cada ventana.

A la luz del día se abren las prisiones
y se abren los brazos: se abre la alegría
como rosa roja en los corazones
de madres enfermas de melancolía:

Jóvenes barbudos, rebeldes diamantes
con trajes olivo bajan de las lomas,
y por su dulzura los héroes triunfantes
parecen armadas y bravas palomas.

Vienen vencedores del hambre, la bala y el frío
por el ojo alerta del campesinado
y el amparo abierto de cada bohío.

Vienen con un triunfo de fusil y arado.
Vienen con sonrisa de hermano y amigo.

Vienen con fragancia de vida rural.
Vienen con las armas que al ciego enemigo
quitó el ideal.

Vienen con el ansia del pueblo encendido.
Vienen con el aire y el amanecer
y, sencillamente, como el que ha cumplido
un simple deber.

No importa el insecto, no importa la espina,
la sed consolada con parra del monte,
el viento, la lluvia, la mano asesina
siempre amenazando en el horizonte.

¡Sólo importa Cuba! Sólo importa el sueño
de cambiar la suerte.
¡Oh, nuevo soldado que no arruga el ceño
ni viene asombrado de tutear la muerte!

Los niños lo miran pasar aguerrido
y piensan, crecidos por la admiración,
que ven a un rey mago, rejuvenecido,
y con cinco días de anticipación.

Pasa fulgurante Camilo Cienfuegos.
Alumbran su rostro cien fuegos de gloria.

Pasan capitanes, curtidos labriegos
que vienen de arar en la Historia.

Pasan las marianas sin otras coronas
que sus sacrificios: cubanas marciales,
gardenias que un día se hicieron leonas
al beso de doña Mariana Grajales.

Con los invasores, pasa el Che Guevara,
Alma de los Andes que trepó el Turquino,
San Martín quemante sobre Santa Clara,
Maceo del Plata, Gómez argentino.

Ya entre los mambises del bravío Oriente,
Sobre un mar de pueblo, resplandece un astro:
ya vemos... ya vemos la cálida frente,
el brazo pujante, la dulce sonrisa de Castro.

Lo siguen radiantes Almeida y Raúl,
Y aplauden el paso del Héroe ciudades quemadas,
Ciudades heridas, que serán curadas,
y tendrán un cielo sereno y azul.

¡Fidel, fidelísimo retoño martiano,
asombro de América, titán de la hazaña,
que desde las cumbres quemó las espinas del llano,
y ahora riega orquídeas, flores de montaña.

Y esto que las hieles se volvieran miel,
se llama...
¡Fidel!

Y esto que la ortiga se hiciera clavel,
se llama...
¡Fidel!

Y esto que mi Patria no sea un sombrío cuartel,
se llama...
¡Fidel!

y esto que la bestia fuera derrotada por el bien del hombre,
y esto, esto que la sombra se volviera luz,
esto tiene un nombre, sólo tiene un nombre...
¡Fidel Castro Ruz!

Jesús Orta Ruíz, el indio Naborí, enero de 1959

yo no olvido al año viejo porque me ha dejado cosas muy buenas....


Felicitación de Año Nuevo

A mis amigos y lectores de aquende y de allende,
creyentes de cualquier religión o de ninguna,
devotos de cualquier dios o de ninguno,
con el espíritu solidario de estos días,
Feliz Año Nuevo,
Paz y Libertad,
Salud y República.

Que tu nombre no figure jamás en las listas de sospechosos
elaboradas por l ...as agencias de seguridad gringas.

Que los abusos que sufras a manos de la autoridad,
ya sean crueles, degradantes e inhumanos,
nada tengan que ver con las instrucciones
de fundamentalistas cristianos como Cheney,
Rumsfeld y Belcebush.

Que tu país nunca sea "liberado" por los EE.UU. de América,
ni sus "marines" te lleven la democracia.

Que el uranio empobrecido, las bombas "margarita",
el fósforo blanco y el napalm
que caen en tus tierras
sean tan inofensivos e inexistentes como dice el Pentágono.

Que no caigas enfermo en los EE. UU. de América
si careces de seguro médico,
ni desees ir a ninguna de sus universidades
si no eres rico.

Que las voraces farmacéuticas del Primer Mundo
dejen de ensayar sus medicamentos mortales
en tus niños del Tercero.

Que redescubras lo que los franceses descubrieron
a finales del siglo XVIII, a saber:
que las cabezas de los aristócratas, terratenientes,tiburones
industriales y demás depredadores sociales
pueden separarse mecánicamente de
sus hombros si no se avienen a razones.

debo agradecer inmensamente a cada ser humano que habita en este lugar!!!! sepan ustedes que han sido fundamentales en estos días y que mi cariño inmenso es para cada personita que me ha hecho feliz! no digo nombres porque luego me olvido, pero saben bien que los adoro!
que el año 2010 sea besable, querible, amable!!!!

ABRAZOS ADORABLES,
la cheqa

viernes, 1 de enero de 2010

Te diré que llevo de la luna un rayo / marialuz albuja


Te diré que llevo de la luna un rayo.
No tengo cráteres ni mares secos.

Sólo un relámpago que quiebra el viento
para llevarme lejos.


Después vendrá lo tuyo.
Lo que debió guardarse
sin malversaciones ni embustes.

Lo que debió recorgerse de los escombros
ara volar sin ser visto.
Lo que tenemos.
Lo que tuvimos.


miércoles, 30 de diciembre de 2009

alguna vez / marialuz albuja


alguna vez
quién sabe si después
o antes
del amanecer.

alguna vez
mientras en algún sitio un automóvil se detenga y alguien baje, sin mirarte.

alguna vez
al finalizar una jornada de trabajo particularmente aburrida,
quién sabe si segundos antes de que la luna asome la cabeza tras los árboles
(su cuerpo habrá de estar siempre escondido)
o mientras las noticias den a conocer los más triviales hechos.

alguna vez
quizá al comienzo de otra guerra
o en el descanso de las gradas que recorres cada día
sin notar que el pasamanos no aguanta
me habrás, por fin,
definitivamente
olvidado.

serás agua / marialuz albuja



serás agua
paisaje de sal
espuma regada en la arena.

serás nada en la sombra que borra el deseo
y apaga tu huella en la tierra

color de alabastro
murmullo que rasga con su golpeteo
la piel de las piedras.

serás lo que llevan escrito
las olas
la luz
la marea.

tu cuerpo / marialuz albuja


tu cuerpo
despedazado por la multitud
entregado a los verdugos que no conocen el perdón a sí mismos
necesita que lo abraces como si fueras tu propia madre
la hija abandonada que no supo regresar del invierno
la amiga enterrada.
Sáciate con la dulzura que palparon tus labios
cuando una jovencita te sacó de su vientre
y te alimentó pausadamente entre sus brazos
mientras la luna cabeceaba detrás de la neblina
y en la distancia alguien
tal vez
encendía la radio.
Recuéstate bocarriba
siempre fue hermoso el azul entrecortado por las copas de los árboles
escucha esa voz que jamás te dejó de llamar
(aún en los días amortiguados por las misteriosas pastillas
que ahora curan la tristeza).

Detén la insistencia de las palabras.

Enciende tu luz.

Poesía de Legna Rodríguez Iglesia



CHUPAR LA PIEDRA

Para chupar la piedra se necesita
Desactivar la piedra
Se necesita una vid y una centrífuga
Del tamaño convexo de mi boca
Entre chupar la piedra y estremecer la piedra
Hay distancias fascinantes
Que solo puede recorrer mi ojo
El ojo de la suerte
Y también el espíritu de una fruta
La fruta y la piedra
Poseen unidad y diversidad
Son desiguales pero también semejantes
Como los objetos que apetece mi memoria
Como las artes plásticas y las artes literarias
Como tú y como yo
La fruta tiene semilla y la piedra tiene semilla
La fruta tiene membrana
Y la piedra tiene una sutil membrana
Que yo quito con la punta de los dientes
Y desactivo a la piedra
Y la chupo
Entre chupar la piedra y desnutrir la piedra
Hay alrededor de 16 centímetros
Tal vez menos
Tal vez 14 centímetros
Tal vez 15
La piedra no es débil pero sí frágil
La piedra no es blanda pero sí tibia
La piedra no es vacua pero sí honda
Como los objetos que apetece mi inconciencia
Como las artes escénicas y las artes musicales
Como tu nombre y mi nombre
También tu nombre tiene semilla
No te llamas como mismo yo me llamo
Y esa es la mejor razón por la que podemos ser
Además de dos ideas filosóficas
Dos cuerpos capacitados para la acción de segar
También tu nombre tiene membrana
Y esa es la mejor razón por la que puedo segarte
Entre chupar la piedra y enamorar la piedra
Hay distancias de excelentes dimensiones
Que ahora mismo
En esta lóbrega milésima de segundo
Yo transitaré.




LA DULCE VIDA

Durante el año 1507
Alguien llamado Alberto Durero me pintó
La obra se llama Retrato de Muchacha (o Muchacho)
Y es un pergamino aplicado sobre tela
Él también pintó a Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis
Hace poco los cuatro jinetes y yo nos hicimos amigos
Después de cinco siglos exactos
Me pasa que me enamoro de uno de los jinetes
Pero el jinete ya tiene novia
Pero yo estoy tan arrinconada
Tan arrinconada tan arrinconada
Y tomo el auricular y le digo a Alberto Durero:
Voy a picarme el muslo
Con la misma cuchilla que afilabas tus carbones.
Con la sangre de mi muslo
Alberto Durero pinta una obra
Llamada El Jinete y La Muchacha
Donde aparecemos el jinete y yo
Conversando seriamente sobre la dulce vida
El jinete engulle frutas y a mí se me salen los leucocitos
Alberto Durero piensa:
Esta muchacha parece tonta
Ni a mí se me ocurriría llorar
Frente a uno de los jinetes del Apocalipsis
Definitivamente no se me ocurriría.
Y tomo el auricular y le digo a Alberto Durero:
La dulce vida y yo no tenemos parecido.



MONÓLOGO DE MISAKO

Comúnmente al tokonoma
Le introducen crisantemos
O camelias
O narcisos
Hoy he puesto
Diminutas ramas de manzanilla
Para cambiar
Para pensar con nitidez
En los cálculos de Euclides
Y el teorema de Pitágoras
Y la fórmula física del movimiento
Tan antipoética
Mañana pondré en el tokonoma
Cuatro gajos de apasote
Al igual que el apasote
Yo me considero un cáliz
Dividido en tres fracciones
Que envuelve totalmente al fruto
Tú eres el fruto
Tú maduras entre 30 y 40 días
Después de iniciada la floración
Luego caes al precipicio
Y germinas sin dificultades
(Pitágoras y Euclides se tapan con franela)
Por supuesto que al día siguiente
Pondré en el tokonoma
Un tallo de cordován
Esta planta es natural de México,
América Central, Antillas y Bahamas
Tú eres natural de mí
Y la fórmula física del movimiento
Es natural de ti
Todos pertenecemos a la palabra DESORDEN
(Pitágoras y Euclides se tapan como novios
Tú y yo nos destapamos)
Otro día pondré chamico
Una flor solitaria de chamico
De corola acampanada
Y cinco lóbulos blancos
Y cinco maromas verdes
Y sin raíz
Ese día seré un samurai
O tal vez una muchacha coja
Rígida y coja
Gentil y coja.
Al chamico le seguirá la caléndula
La escoba amarga
El mastuerzo
Y algunos guisazos de caballo.
Con el guisazo renaceré
Para esa hora los componentes
Volverán a serme útiles
Para esa hora mis hemorragias
Serán falsificaciones
Entonces coronaré al tokonoma
Con tu ítamo real.



EL MUNDO DE LOS SENTIDOS

1

Mi pubis está servido
Mis labios están servidos
Mi interior está servido
Yo soy una servidora de esas que ya no quedan
Y tú eres la antepenúltima carta de la baraja
Siempre hay algo peor
Lo dejo todo servido porque para comensales
Se han hecho mis interiores
Lo sirvo todo
Abro mi sombrilla
Abro los objetos que se pueden abrir
Y tú cierras el cuarzo rosado porque el día luce
De manera incandescente
Y tú cierras los objetos que se pueden cerrar
Y yo pienso en Aristóteles
Nunca tuve el placer de conocerlo pero pienso en él con ánimo
Con el mismo ánimo que pienso en las anáforas
Nada más cuando paso por la tienda de las joyas
Me privo de pensar en Aristóteles
Mi pensamiento es un solo de fagot
Para los árboles del centro de la ciudad
Los árboles tienen el tronco de yeso
En la tienda de las joyas una mujer vende árboles
Cómo te llamas, le digo
Aristóteles, me dice.



2

Me levanto del sofá con una idea en la mente
Al muchacho con nombre de muchacha no se le ocurre ninguna idea
Pero mi mente es un teléfono público
Mi mente está pintada con un óleo verde claro
En mi mente un arquitecto diseñó dos torres góticas
Al muchacho con nombre de muchacha
Le sorprenden mis ideas y mi nombre de revista
Y mi pubis de revista
Pero no me levanto del sofá
Hasta que mi mente se desune del tapón
Un arquitecto empotró mis tapones en la pared de su alcoba
Y las patas del sofá me preguntan por un brillo
Y son cuadradas
De madera y cuadradas
Verde claro y cuadradas
La idea en mi mente capta una bella escena de cine
Últimamente voy mucho al cine
Voy mucho al taller de crítica cinematográfica
Hablo de cine
Me como al cine que sabe a manteca cinematográfica
Me levanto del sofá con una idea en la mente
Mato al primero que pasa
Cómo te llamas, le digo
Aristóteles, me dice.

3

Hay un número singular de objetos que pudiera darme placer
Pero el placer no es cosa de darse
El placer les pertenece
A las estatuas del parque de los impropios
Y a las muchachas que van al cine con una flor en la oreja
Y a los hombres que van al cine del brazo de un hombre joven
El placer también le pertenece al pájaro
La mandíbula de tu cara pudiera darme placer
Y los verdes aguacates
Y las frutas con forma de corazón
Y las frutas con forma de palabra étnica
Esa joya de bismuto pudiera darme placer
Nos acostamos unidos bajo la sombra de las estatuas
Una manta cubre su pecho
Y otra manta cubre mi pecho
Y la brisa convierte algodones en júbilo
Cómo te llamas, le digo
Aristóteles, me dice.


PASTEL Y SANGRE

El día 22 de abril del año en tránsito
Algunos agapornis vinieron a quitarme las gamarras
Y como mi espíritu estaba moribundo
Todo resultó accesible perfectamente ingenuo
Lo que sí no estaba planeado
Era que los agapornis se enamoraran de mí
El amor no estaba ni por asomo planeado
Y como mi espíritu seguía moribundo
Dejé que los agapornis me hicieran
Un acto que solo ellos pudieron hacerme fácil
Ese día yo nombré a los agapornis
A uno le puse Juan Pablo Sastre
Y otro le puse María Vera
Y al tercero le puse Señorita Constipación
Un cuarto se llamó Julius Cortázar
Con Julius fui al cinema
Aunque jamás entendimos la película
Creo que trataba de dos límites absurdos
Y de unas varillas para inseminar
A los agapornis no puedo mentirles
Somos muchos y estamos enamorados
Cabemos en un albergue de 34 colchones
Pero aún estamos enamorados.

LA LEY DE LA DINÁMICA
Con Galileo no puedo juntarme
Ninguno de los dos sabemos trabajar
(Galileo no tiene casa y yo sembré una grosella en el patio
Pero tampoco sirvió)
Te lo dije mil veces, Galileo
Que te pusieras la pulsa de santajuanas y mates
Que orinaras en mi boca cuando la luna menguara
Que me dijeras que somos los sinónimos del éxtasis
Pero tampoco
Con Galileo no puedo ni bailar la macarena
Te lo dije mil veces, Galileo
La macarena es un baile para calientes o sátiros
La macarena es el límite del amor que nos teníamos
Y el amor que nos tenemos desde el tufo por la noche
Un tufo a macabros huecos por donde se filtra el ámbar
Y también las ambivalencias del amarillo al ceder
Te lo dije mil veces, Galileo
Es necesario ceder
Con Galileo no puedo ceder
Mañana me invitará a deslizarnos en una penca de yagua
Y todo sucederá distinto a su teoría
El monte se llenará de trivialidades
Y yo me desnudaré dejándome solamente los zapatos ortopédicos
Sin embargo las aguas oxidarán mis zapatos
Tú te irás, Galileo
A vivir entre residuos.

MONÓLOGO DE KANAME
Misako tú eres algún sonido sentado sobre mi silla
Estás sentada como Misako en su silla
Y no entiendo porqué tapas con tu cabello el tirante
No entiendo por qué te tapas los senos con el cabello
Deberíamos conversar acerca de la bambula
Tu conjunto es de bambula y yo tengo una tela de bambula
Para hacerme un conjunto como el tuyo
Tu palabra es de bambula
Tu sonido me abarca y si tuviera dos lazos grises
Me los pondría en el óvalo
Para que hicieran juego con tu sonido
Eres algún sonido disfrazado de quetzal
Lo único que deseo es disfrazarme de pájaro
Deberíamos tatuarnos un pájaro en la cadera
Ahora escribes en mi máquina como si fuera tu máquina
Y deberías saber que existo
Porque yo no existo pero sí existe mi tul
Deberías introducirte esa botella de barro
Seamos superficiales Misako
Seamos dos criaturas ovulando junto al ave
Pero no existimos ni la botella ni yo
Ni los objetos acumulados alrededor de la máquina
Únicamente la silla y la máquina y Misako
Y este sonido viejo que rebota en las paredes.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Poesía que no cede a la hipnosis / varios autores



PASIÓN DE JUAN EN AYACUCHO

Lo imposible ocurrió:
estiraron a mi amigo como a un insecto amargo,
lo colgaron de las tapias desde el amanecer
..........—exponiendo su torso vacío por ser una cadera
..........—la lluvia cayendo en mi amigo frío.
Mañana comeremos con él
pan e higos secos que no robaron los soldados,
sucediendo entonces otro mismo imposible:
empezar el tiempo
.....................................de la revolución.

(Enrique Falcón)



ESTADO DE ACEPCIÓN

Gaza.
(de origen y fin incierto).

uno. femenino.
Nudo en llanto, desatado
en el extremo. Obligado a doblarse,
a des-ser, mordaza en sangre.
Sirve par enganchar o ceñir
el cebo de Occidente,
una carnada de rabia,
la espada de Israel

y suspenderla luego desde ninguna parte.

dos. femenino.
Circundar el alambre,
abrirse las manos, caminar
el polvo hasta alcanzar
las puertas del templo,
despacho o como se llame
el lugar donde el Hombre del Lobby
aventa cenizas
de la Zarza Ardiente.

Enmarcar el albarán de su fusil.

tres. femenino.
Pájaro negro que al surcar
la franja esta noche
me despierta y canta

(Carmen Camacho)




NI NADIE

Nadie me conoce.
Ni mi psiquiatra.
Ni la alcachofa de la ducha.
Ni mi taza de café.
Ni mis pestañas.
Nadie sabe nada de mí.
Nadie me ha descubierto todavía.
Ni mis sujetadores.
Ni mis bragas.
Ni mi pinza de depilar.
Nadie se asoma a mis zonas estrechas.
Nadie sabe encontrarlas
Nada me araña.
Ni mi cepillo de dientes.
Ni los chicles.
Ni los vasos de leche desnatada.
Nada entra en mi cuerpo.
Todo lo cruza.
Todo pasa de largo.
Como el viento en las casas con dos puertas.
Nada se lleva nada.
Nadie.

(Inma Luna)

martes, 15 de diciembre de 2009

 
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