Dos poesías a la muerte / Luis Viú


Cuando me llegue la muerte
vendrá tan lenta
que la sentiré
posarse a mi lado
e ir desgarrando mi vida,
o tan de prisa
que todo pasará
en un solo instante.
Cuando me llegue la muerte
vendrá en un día de invierno,
y será tan fría
que no tendré
más muertes;
o llegará en un día de verano
cuando el horizonte sea todo azul
y los pájaros canten en el cielo:
ese día me moriré con todas las alegrías.
Cuando me llegue la muerte
todo lo que soy vendrá conmigo:
mis sueños, mis trabajos
y un amor que no pasó
de ser un simple sueño.
Cuando me llegue la muerte
todo me será tan vano, ¡tan vano!
que todo lo que hice o no hice
no tendrá importancia.

Cuando me llegue la muerte
me reuniré con todos o con nadie.
Entonces pasaré a hacer
parte del eterno olvido.
Pequeña elegía a la muerte

(Para Jorge Mario, en su ausencia)
Nuestros muertos
no se van solos.
Se llevan,
nos arrebatan
todo lo que nos habían dado:
su tibieza,
su afecto,
su calor
y los momentos compartidos.
Todo,
todo lo envuelven
en su mundo de silencio ausente
dejando un vacío
tan profundo,
¡tan profundo¡
como la profundidad
del abismo eterno
de la muerte misma.
Y entonces en su lugar
sólo queda un silencio eterno,
un silencia hablando en silencio;
un silencio
que es más doloroso
y más amargo
que la muerte misma.


Publicado por ARGENPRESS

domingo, 18 de abril de 2010

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