Javier Villafañe


El ojo de la uva engorda al vino
mientras la copa va creciendo en la mano
y las botellas señalan dos caminos
el del tinto y el blanco.

Yo me voy por el tinto
y no me pierdo, lo vengo transitando
desde que Dios es Dios y el Diablo es Diablo
y por el blanco a veces cuando insiste un amigo.

Y aquí me tienen con mis ochenta años
los riñones alegres activando el meado
quehacer de cada día, el recto no ha desviado

su placentero andar, el hígado sonriendo
la próstata dichosa y el corazón latiendo
en el pulso de un perro enamorado.

martes, 16 de junio de 2009

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