cuentos cortos / eduardo parra


CACERÍAS

“¡Los tengo! ¡los atrapé!” gritaba eufórica, mientras entre varios intentaban controlarla. Arrinconada, la forzaron a abrir las manos ateridas. Vieron atónitos sus propios rostros, brillando en pequeños fragmentos de espejo.


LUNÁUTICA

Una noche quiso acercarse y besarlo. Agradecerle los versos de salitre que el joven escribía para ella. Amaba las canciones que le compuso una vez, en un barco.

Pero el amor de los hombres es sólo de los hombres y la Luna no puede arrimarse tanto al mar.


RENCORES

La mano cruzó aquel rostro con certera alevosía de mujer indignada ante tanta miseria que nunca pudo reclamarle. ¡Después de 50 años, aparecer otra vez! ¿A buscar qué, me explicabas tú?

De pronto, la ligereza del viento le recordó que al recuerdo no se le puede abofetear.


CALORES

Joven y bella, nadie la rondaba. Hermosa y suave, nadie codició su vientre imberbe o el carmín de sus labios. Mientras cenaba, ni ella, ni su madre, ni su país entero, sabían que cuatro años eran suficientes para que Israel detuviese su latido, ardida en fósforo.

miércoles, 13 de mayo de 2009

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