alquimia de amores y muertes


Cuando de tan joven uno se enfrenta
a las tempestades de romances y desvelos,
ya sabe desde el traspiés del suelo
que la muerte aguarda en el quicio de la puerta
como una espada sedienta de herir el corazón.

Cuando de tan joven se conocen los fracasos
en las apuestas de cada caricia,
ya se sabe que la muerte es un luto desquiciado
que igual viaja en ramos de claveles,
como en anillos de despropósitos y desamparos.

Cuando de tan joven uno se envalentona
como se acobarda ante el polvo y el éxtasis,
ya sabe que es frágil ese filo desdentado
por donde camina la edad gentil de los comienzos
como la edad senil de los derrotados.

Fuimos cautivos
de un mar embravecido,
y en la apuesta de amar
aprender a querer no supimos,
el naufragio cobró testigo,
la tristeza anidó en los ojos
y perdimos,perdimos,
y como aves desorientadas
no encontramos el camino de regreso
a la semilla de los principios.

Futuro y horizonte,
a mis veinte años
buscando su alma
como si de mi alma se tratara,
quedé enredado,enamorado
de mortales laberintos
de vida y suerte,
de amor y muerte,
licores,canciones y versos
y el tormento del desaliento.

Fue luna de mi noche viajera,
santo y seña de retos,
rosales y enredadaderas,
jardín de quimeras
sediento de agua,sexo y sal,
ella fue capitana
de mi barca naufragada,
niebla y espejo,
el beso amortajado
de la profundidad del mar.

Regresar resucitado
desde el tejer de la derrota,
ocurrió como ocurren los nacimientos,
en un acto de amor solitario,
y en la lujuria de mi propia pasión
le di a mi alma un vestido nuevo,
al corazón un latido restaurado,
y a mis pies el sentido de un sueño,
y me confesé converso a los aprendizajes,
a la alquimia del crecimiento.

Cuando de tan joven uno ya camina
del brazo de la Vieja Dama
y se enreda entre sus tretas y sus camas,
sabe tanto como aquél viejo que no cejó
en alimentar el amor de sus sueños.

Cuando de tan joven uno sabe tan poco,
más cerca de todo queda la duda,
más cerca de nada la rienda de la locura,
las faenas del proceder de la certeza,
la fiebre de la mayor de las aventuras.

Y es tanto lo que tengo de ese joven
y es tanto lo que no,
que reencontrarnos es una fiesta constante,
una ilusión que se me atonja necesaria,
en el ardid de esta guerra de amores y muertes.

jueves, 26 de febrero de 2009

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