un silencio de minuto / freddy peñafiel larrea

*a patricio ycaza, por su buena memoria...

la boca vacía de nuevos sabores
olores agolpados en las papilas gustativas
el mundo a través de los cristales de tus ojos
colorido
alegre

la llave de la puerta que lleva al callejón secreto
el silencio
de los loros de la selva
del alma petrificada
al sur del fin del mundo

yo siempre dando un paso más allá
cayendo
pataleando
aleteando con los párpados

esquivando meteoritos brillantes
estelas de nube
rasguños en las puertas de no entrar

afuera
espera un silencio
disfrazado de mi país

hoy
no
quiero salir

jueves, 2 de octubre de 2008

CONDICION DE MUJER / cristina peri rossi


Soy la advenediza
la que llegó al banquete
cuando los invitados comían
los postres
Se preguntaron
quién osaba interrumpirlos
de dónde era
cómo me atrevía a emplear su lengua
Si era hombre o mujer
qué atributos poseía
se preguntaron por mi estirpe
"Vengo de un pasado ignoto –dije-
de un futuro lejano todavía
Pero en mis profecías hay verdad
elocuencia en mis palabras
¿Iba a ser la elocuencia
atributo sólo de los hombres?"
Hablo la lengua de los conquistadores
es verdad
pero digo lo opuesto de lo que ellos dicen.
Soy la advenediza
la perturbadora
la desordenadora de los sexos
la transgresora
Hablo la lengua de los conquistadores
pero digo lo opuesto de lo que ellos dicen.

Intrepidez


¿Qué es el amor?
La ausencia total de miedo, le dijo el Maestro.
¿Y qué es a lo que tenemos miedo?
Al amor, respondió el Maestro.
Humanidad
La conferencia que el Maestro iba a pronunciar sobre LA DESTRUCCION DEL MUNDO había sido profusamente anunciada, y fue mucha la gente que acudió a los jardines del monasterio para escucharle.
La conferencia concluyó en menos de un minuto. Todo lo que el Maestro dijo fue:
Estas son las cosas que acabarán con la raza humana:
La política sin principios.
El progreso sin compasión.
La riqueza sin esfuerzo.
La erudición sin silencio.
La religión sin riesgo.
el culto sin consciencia".

angustias en un congreso / vicente correa (tropero)

Los médicos cardiólogos tenemos el instinto de la actualización más desarrollado que cualquier otro profesional de las ciencias médicas. Es prácticamente permanente la asistencia a eventos científicos, desde simples conferencias hasta todo un congreso internacional para tratar de estar al día con los últimos conocimientos del área de la cardiología. Es obvio que también esas jornadas sirven para estrechar lazos de amistad y disfrutar de las comodidades de un resort hotelero, una playa o simplemente desconectarnos de un trabajo que agota y embota los sentidos, como con frecuencia ocurre en los medios hospitalarios.

Fue en un congreso centroamericano y del Caribe cuando las cosas se salieron de cauce y en lugar de esparcimiento, un grupo vivimos una experiencia anómala y de verdad peligrosa. Es posible que el doctor Rafael Contreras no quiera recordar esos días en los que estaba al frente de la organización del congreso. Era el presidente de la sociedad centroamericana y del Caribe de cardiología.

Estábamos a finales octubre del año 2004. La temporada ciclónica de ese año había sido una calamidad. Por suerte los partes meteorológicos anunciaban un respiro, una especie de tregua de la naturaleza. A inicios de mes la zona este de República Dominicana había estado a merced de vientos y tempestades que hacía impensable ligar ciencia médica con hoteles. Pero el destino se puso de parte del doctor Contreras y la claridad solar hizo acto de presencia en el firmamento oriental dominicano. El congreso internacional, pautado desde hacía más de un año, parecía que podía contar con la benevolencia climática y los ánimos organizadores se calentaron. La popular frase se hizo presente en boca de Contreras.

-¡El congreso va!

Obvio, cuando ya se ha avanzado una millonaria suma de dinero al Hotel Barceló de Punta Cana, cualquier buen gesto de la naturaleza anima cualquier ánimo. Y de verdad, salvo que débiles aguaceros, el sol anunciaba que estaba de nuestra parte. Los caminos y puentes lesionados estaban siendo reparados y a una escasa semana del evento las oraciones del medio ateo doctor Contreras estaban llegando nítidas donde el señor de arriba. Claro, ese señor de arriba al parecer se había olvidado que su enrabado enemigo, con todo y cuernos estaba tejiendo otra cosa, bastante endiablada.

Por fin llegó el fin de semana del primer Congreso Centroamericano y del Caribe de Cardiología. No apareció ningún ciclón nuevo, ni siquiera una necia tormentita tropical. Es más, ni siquiera una depresión –nombre que usan los que saben de eso-asustaba en el firmamento. Era una raquítica pero molestosa llovizna que empezó a caer, y no en la zona hotelera, ni en pueblo alguno, sino en las cabeceras, en las lomas orientales.

En la capital, en medio de una tarde de lujo, con un sol radiante y una tenue brisa acariciadora me tocó abordar un lujoso bus de la empresa Merk, en el que también iban a viajar la mayoría de los conferencistas centroamericanos, muchos de ellos con sus esposas. La camaradería, el ánimo fiestero y la hermosa vista hacia el litoral marino, obligó a una parada en Boca Chica. Un restaurante de piso enmaderado sobre las aguas de mar, con comida caliente y todas clases de bebidas sirvió de escenario para hablar y hablar, contar historias, vivencias, hablar de deportes y política, en fin, parecía que nadie quería salir de allí. Duramos como dos horas en aquel idílico lugar. El sol inició su proceso amarilloso y el atardecer decía que debíamos irnos. Ya era seguro que llegaríamos a Punta Cana muy entrada la noche negra.

--------0--------

-Señores médicos, tendremos que tomar la ruta de El Seybo. El paso por La Represa, en Chavón, está bloqueado. El puente se cayó.

Quien así hablaba, micrófono en manos, era Nelly, una hermosa mujer representante de Merk dominicana, ante un hecho inesperado pero nada alarmante. Simplemente haríamos un desvío más al norte del camino habitual y un retraso de treinta o cuarenta minutos. Total, ya estábamos resignados a llegar tarde al hotel. Ninguno de los médicos centroamericanos mostró inconformidad alguna, más bien lucían alegres por el agradable ambiente que se continuó viviendo dentro del vehículo, donde las historias y chistes de todos los colores no dejaban espacio para el aburrimiento ni el fastidio.

El viaje cambió nuevamente, pero esta vez no solamente de rumbo, sino de ánimo. Corrió la noticia de que el puente hacia El Seybo acababa de caerse. La reparación que se le hizo no había sido eficiente y sus aproches terminaron colapsando. El pesar empezó a asomarse cuando tuvimos que detenernos detrás de una larga hilera de vehículos, todos haciendo una maniobra incómoda: tratando de abrirse paso de reversa. Los postreros debían retroceder para que los delanteros pudieran tomar un viejo camino en malas condiciones, en dirección precisamente a la zona de La Represa. Nelly recibió instrucciones vía telefónica y debía comunicárnosla de la manera más ecuánime posible.

-Señores médicos, retornaremos a La Represa, sobre el río Chavón.

No había porqué atemorizarse; de acuerdo a la bella Nelly lo lamentable era la pérdida de tiempo por los desvíos tomados. Íbamos a retomar el camino original pero cortando por el camino en malas condiciones ya mencionado. ¿Peligrosidad? Ninguna. En ningún momento se mencionó la palabra peligro, pero empezó a merodear cuando supimos de algo así como ´´paso crítico´´.

-Dejaremos el autobús y cruzaremos a pié. Se ha construido un camino seguro sobre el río. Sólo en la mitad habrá un pequeño paso crítico, donde nos mojaremos los pies. Del otro lado nos espera otro autobús.

-¡coño que vaina!

No lo dije para que me oyeran, simplemente se me salió de los dientes. Simplemente que ese río siempre me había parecido ancho por la impresión que ejercía la represa sobre su lomo. Hacía un buen rato que no se oían chistes ni cuentos. De verdad todos queríamos llegar a nuestro destino de una vez por todas.

Era justo las doce de la noche cuando llegamos al lugar de la criticidad. Era un panorama dantesco. El puente derribado lucía como un dragón de varios dorsos. A escasos metros río abajo cuadrillas de trabajadores habían improvisado sobre las aguas un estrecho paso de pesados tablones sobre los que había que caminar. Al mismo tiempo debíamos sostenernos de una soga para mantener el equilibrio y no caer a las corrientes. Me parecía que la estructura sobre la que caminaríamos no era confiable. Por suerte un amplio farol iluminaba como un sol el panorama. En un momento pensé en mis dos pequeños varones Gabriel y José Ernesto, de seis y siete años, quienes hasta el último momento estaban reclamando su derecho al viaje. Casi lo lograban de no ser por resistencia de su madre. Con ellos no me hubiese atrevido a pasar por allí. Las noticias de los desórdenes climáticos de la zona me permitieron a mí solo emprender el viaje.

-Quítense los zapatos y pasen descalzo.

No sé qué me impulsó a ser el primero en cruzar. La prudencia hizo que no me descalzara. Era preferible dañar los zapatos y no arriesgarme a una cortadura. Me lancé sobre el improvisado camino sin pensarlo dos veces, pero antes debí negociar. Pocos seres tienen la inventiva de los dominicanos. A esa hora había un grupo de individuos, verdaderos lobos de río, sacando ganancias de la situación. Cobraban un dineral por cargar maletas, bultos y mochilas para que uno pudiera agarrarse de la cuerda con las dos manos.

- Agárrese bien don, camine y no mire pa'bajo.

El inicio la caminata fue fácil, aunque sorteando algunos chorros de agua que lograban saltar sobre algún tablón. Detrás de mí una procesión de médicos, cruzábamos temerosos y en fila india el río Chavón. Justo a la mitad de camino estaba el paso crítico. Consistía en varios tablones hundidos varias pulgadas en el agua. Con la vista al frente debíamos sentir la pisada bajo el agua, pero encima de la madera, de modo tal que con el tacto de los pies seguiríamos una senda segura. Sentía el río tratando de sacar mis pies del sendero seguro. A nivel de los tobillos me llegaba el agua. Algo raro empecé a observar: el paso crítico se estaba alargando ¡el río estaba subiendo de nivel! Detrás se oían voces piadosas.

-¡gen de la Altagracia, cuídanos!

La virgen de la Altagracia era de esos lugares –de Higuey-, y oyó los ruegos pero no por completo. Supimos que en la lomas ya no estaba cayendo una necia llovizna, sino un torrencial aguacero. Las aguas estaban a subiendo de nivel en Chavón, justo al paso de nosotros. Al llegar a la otra orilla el agua había subido hasta la mitad de mis piernas, pues los tablones se hundían cada vez más. Unos brazos desconocidos completaban mi llegada y aguardaban a los que iban llegando detrás de mí. Eran hombres del lugar, conocedores de la bravura del río. Una expresión me congeló desde la cabeza a los pies.

-¡Se está desbaratando el paso!

Cuando retorné la mirada al río la impresión casi me descompone. Los médicos, sus acompañantes y los empleados de Merk, además de los lugareños cargados de equipajes, caminaban desesperados sobre unos tablones que ya casi no se veían y un río en franco crecimiento. En el otro extremo, por donde habíamos empezado la travesía, los tablones habían desaparecidos. No supe de dónde, con las manos en la cabeza, me salió el misticismo con otro ¡gen de la Altagracia! El punto crítico, donde el agua me había llegado a los tobillos, ahora atacaba a los demás justo en sus caderas, ¡si se mantenían encima del tablón! Una caída al agua era una segura sentencia de muerte. El río aullaba como un animal salvaje sobre el paso improvisado, queriendo tragárselo con todo y ocupantes. La desesperanza me desesperaba, la impaciencia, y el miedo estaba minando mi existencia; no podía tranquilizarme hasta lograr ver la llegada sano y salvo, uno a uno, de los colegas. De verdad que el corazón se me atropelló en un galope alocado al pensar en el ahogamiento de un médico extranjero, lejos de su tierra. Iban llegando, llegando y llegando, en medio del pánico. Lo estaban logrando con la ayuda de aquellos veteranos de Chavón. Solo una voz siniestra, desde atrás, me sacó de la zombiedad en que había caído.

-Don, son cien pesos…

El grupo entero llegó a la orilla sano y salvo, con expresión de espanto. Me sentía avergonzado por la experiencia que les estábamos brindando a tan distinguidos invitados. La suerte, el destino, la dicha, no sé, Dios, la Virgen, el Niño Jesús, hicieron que no se perdiera una sola vida. El otro autobús estaba a la espera y en unos veinte minutos, muchos descalzos, sucios de lodo y con los zapatos en las manos, abordamos el vehículo. Era algo raro: los médicos de fuera lucían contentos y habían asumido aquello como una aventura para ser contada después. Nos alejamos dejando atrás el farol encendido y un río que bramaba con furia, al quedarse sin una sola presa para sus entrañas.

Llegamos al hotel casi a las dos de la madrugada. Parecíamos un grupo de harapientos acogidos por un refugio. El agua caliente y un par de cervezas nos retornaron a la dulce realidad. El surrealismo quedaba atrás…por un par de días.

--------0-------

El congreso, en medio de lamentaciones y hechos vandálicos, -se produjeron varios robos en algunas habitaciones- fue exitoso y culminó con una fiesta amenizada por la mejor orquesta de baile de República Dominicana, Los Hermanos Rosario. Recuerdo además el detalle de la gran cantidad de viagra que se repartió allí.

El retorno a Santo Domingo, para la mayoría, no fue traumático. La ruta por El Seybo estaba reparada y por allí circularon todos los autobuses que regresaban cargados de médicos cardiólogos e internistas de todo el país. Un pequeño grupo no tomó esa vía. La empresa Merk se sintió en el deber de retornarnos por otra vía.

-¿Supieron? Nos vamos por avión a la capital.

Bueno, la verdad era que esperábamos retornar sin dificultades, por el medio que fuese. Si era por avión, mucho mejor. Claro, cuando se dice ´´por avión´´, uno siempre piensa en por lo menos un Boeing 727, o algo así por el estilo. Un Air Bus era mucho pedir, pero un 727 no estaba nada mal.

Era la primera vez que visitaba el aeropuerto de Punta Cana, de uso casi exclusivo para turistas. Varios aviones grandes aguardaban en la pista. De seguro uno de ellos era el nuestro. Luego de una breve espera, nos llevaron por un pasillo que más bien nos alejaba de las aeronaves. Salimos a una especie de patio trasero y ya fuera, nos dirigimos hacia un rincón nada elitista del aeropuerto, a un sitio donde nos esperaban ¡dos pequeñas avionetas, de quince pasajeros cada una!

-¡Andapalcarajo!

Aunque me sentía ser un veterano de aviones, nunca me había montado en una avioneta. Las historias de vuelos en ese tipo de aeronave no eran muy atractivas, por lo frágil que aparentemente son.

-Que sea lo que Dios quiera.

Todos estábamos dispuestos a irnos en cualquier cosa, con tal de salir de esa aventura y llegar a casa lo más pronto posible. Abordamos y ocupamos los quince asientos. Ambas avionetas estaban al tope de capacidad, además atiborradas de equpajes. Un grupo quedó fuera, a la espera del retorno. El viaje era corto, de no más de veinticinco minutos.

Despegamos con buen clima y en pocos minutos estábamos como en el río: con el corazón el la boca. Chichigua es el nombre que le damos al papalote en nuestro país. Era en una chichigua que estábamos montados. El aparato parecía no tener capacidad para sostenerse y la sensación de montaña rusa, a unos diez mil pies de altura, era insoportable. El sudor frío y el estómago lleno de mariposas hacían insoportable aquello. En cada sacudida parecía que nos íbamos a pique, para luego subir, y luego otra bajada brusca. En 23 minutos infernales aterrizamos, no en Herrera, sino en Las Américas, dando por terminado aquel congreso de angustias.

Sólo un médico jablador y mentiroso como el doctor Castrano Barceló habló de forma muy seria.

-Para mí eso no fue nada. Yo estoy acostumbrado a las avionetas, visito pacientes ricos y lejanos todos los fines de semana.

Pocos minutos después, el muy maldito estaba discutiendo acaloradamente con un taxista por unos míseros diez pesos en la diferencia entre la oferta y la demanda.

*Roque Dalton: El credo del Che*


El Ché Jesucristo
fue hecho prisionero
después de concluir su sermón en la montaña
(con fondo de tableteo de ametralladoras)
por rangers bolivianos y judíos
comandados por jefes yankees-romanos.
Lo condenaron los escribas y fariseos revisionistas
cuyo portavoz fue Caifás Monje
mientras Poncio Barrientos trataba de lavarse las manos
hablando en inglés militar
sobre las espaldas del pueblo que mascaba hojas de coca
sin siquiera tener la alternativa de un Barrabás
(Judas Iscariote fue de los que desertaron de la guerrilla
y enseñaron el camino a los rangers)
Después le colocaron a Cristo Guevara
una corona de espinas y una túnica de loco
y le colgaron un rótulo del pescuezo en son de burla
INRI: Instigador Natural de la Rebelión de los Infelices
Luego lo hicieron cargar su cruz encima de su asma
y lo crucificaron con ráfagas de M-2
y le cortaron la cabeza y las manos
y quemaron todo lo demás para que la ceniza
desapareciera con el viento
En vista de lo cual no le ha quedado al Ché otro camino
que el de resucitar
y quedarse a la izquierda de los hombres
exigiéndoles que apresuren el paso
por los siglos de los siglos
Amén.

textos de Paco Jarrín (ecuatoriano)


¿...y si todo es cierto?
y si el silencio decide finalmente hablar
y si el tiempo da el brazo a torcer
y admite que no existe
y comienza a existir...

¿...y si todo es cierto?
y el pretexto de la muerte es solo eso
y la razón solo ocupa su sitio
y la locura ilumina tu rostro
y comienzas a existir...

¿...y si todo es cierto?
y sus manitos son el universo
y esos labios la realidad
y esos pies una promesa
y comienzas a existir...

¿...y si todo es cierto?
y comienzas a existir…


Francisco Jarrin y Lucrecia Maldonado:

¿...y si todo es cierto?
a pesar de las mentiras de la vida
y si el silencio decide finalmente hablar
sobre todo el injusto y absurdo silencio de los dioses
y si el tiempo da el brazo a torcer
y regresa
y admite que no existe
y se vuelve compinche más allá de verdugo
y comienza a existir...

¿...y si todo es cierto?
los abrazos los besos las palabras hermosas
y el pretexto de la muerte es solo eso
el momento de un alto y un sonoro silencio
y la razón solo ocupa su sitio
y deja de importarnos su elocuencia
y la locura ilumina tu rostro
y se pone a bullir en tus entrañas
y comienzas a existir...

¿...y si todo es cierto?
¿y si todo pudiera aún ser cierto?
y sus manitos son el universo
y en ellas cabe lo que no encontramos
y esos labios la realidad
y esos ojos no son más un espejo
y esos pies una promesa
para aprender a caminar de nuevo
y comienzas a existir...
a existir a existir a existir

¿...y si todo es cierto?
y comienzas a existir…
más allá de tus rabias y tus miedos
comienzas a existir

Perdón el atrevimiento,
Lucre

el tiempo que pasa y no existe
cree sonreírte con su mueca
agobiada por las velocidades
que el destino(otro fantasma)
impone
quiere mimarte este gigante triste
su corpórea irrealidad
le impide tomar tu cara entre sus manos
lo agita, lo pone torpe...
y derrumba encima tuyo
el muro de recuerdos que mantenías
quieto y ordenado después de este alud
con algo de lodo aun en la lengua
un aroma te lleva a la demencia
es cierto… fue cierto…

des - cierto en la mirada
*****************
Desdeño del tiempo
ímpetu que late en las plantas de los pies
humedad salina
que se reseca y se recrea
en mis ilu-desilu-ilu-desilu...
Siones
rosario, crucifijo, manto, madre,
hijo, muerte, hijo, muerte, padre...
Fijación freudiana en los oídos
arrurú mi niño...
arrurú mi madre...
arrurú quién sabe...
arrurú quien sabes
fijación divina en la garganta
sin más por qués, sin más preguntas...
Cantas??
Canta...

textos de Lucrecia Maldonado (ecuatoriana)

EXISTENCIAL Y CONVERSACIONAL

adónde me iré
a buscar la felicidad
un día llega otro se va
tiempo que cae
como monedas de olvido
dónde puedo encontrar
eso que llaman felicidad
breves retazos
de tiempo no vivido
una suite para laúd del viejo bach
o una bachiana de villa-lobos
que hace llorar
el abrazo de un amigo
la sonrisa de un bebé
el "te quiero mucho"
en los labios de un hijo
de una hija
pero los discos compactos
también se rayan
y los abrazos se terminan
porque viene más gente
los bebés crecen
el te quiero mucho
se vuelve bronca y desencuentro
y la búsqueda comienza
una vez más

adónde me iré a buscar
o será solo cuestión
de ver llegar y disfrutar
en un solo y minúsculo instante
eso que dicen
que algunos dicen dicen
que se podría llamar felicidad

lucrecia maldonado


soy culpable de todo
de confundir la búsqueda de amor
con miedo a la soledad
de creer en el pecado como norma
y de amarrar la sangre
con saña
a tres o cuatro convencionalismos
eso soy
un pedazo de carne
con miedo
que se ata a las palabras
para sobrevivir a los absurdos

********************************

mañana estaré mejor
hoy hice un alto
lloré

me rasgué las vestiduras
quise morir un poco
pero eso no es posible
entonces tal vez tenga que seguir
apechugar /le dicen/
no preguntarme nada
que yo misma no pueda responder
ya no sufrir /como hacen los salmistas por momentos/
por la ventura de los que me hirieron

sencillamente estar viva
completa
desarmada
sola
fuerte y endeble al mismo tiempo
ponerme nuevamente aquel abrigo verde
que alguien dio en conocer como esperanza
aunque tenga remiendos descosidos
y manchas
y caminar tan solo un paso detrás de otro
como un convaleciente
más allá de la bruma
y los silencios

*****************************

eran dulces supongo
blancos
cálidos
tiempos de olor a café tostado en la azotea
jugando a que las gradas eran un bus
y mi abuelo el mágico conductor
que me decía señorita a los seis años
como si eso también fuera verdad
´ y por supuesto me llevaba a cualquier parte
sin movernos del mismo sitio

tiempos de cuentos para niños en la radio atahualpa
y yo sentada sobre la cómoda siendo sencillamente feliz

MIENTRAS ME MATAN - Dardo Dorronzoro

Comenzaron a matarme de a uno hace muchos siglos,
después de a setenta, después de a quinientos,
hay que ver cómo me matan ahora de a miles en cada esquina,
en cada feriado,
cómo fabrican sueldos y galones con los huesos que me quedan,
cómo fabrican calabozos para poner algún rincón de mis pantalones,
y cómo se turnan entre gordo y gordo para
ver de qué ojo muero primero,
pero resulta
que cada vez soy más uno de los otros,
uno de los que nacen y renacen y vuelven a nacer entre los fuegos,
que cada vez tengo más luz, más pájaros, más flores en la puntería,
que cada vez
me soporto más elegantemente entre los fierros y los veranos,
y hay veces que me pregunto -me digo para mí- si ellos
no harían mejor en cambiar de uñas y de cuentas,
de andar de peldaño en peldaño hacia abajo de las luces,
o en comprarse una sangre nueva, una sangre más limpia
para usar en feriados y domingos.

Dardo Sebastián Dorronzoro / EL HOMBRE LIBRE

EL HOMBRE LIBRE

Estaban los dos hombres en un calabozo.
-¿Por qué estás preso? -preguntó uno.
-Porque soy libre -contestó el otro.
-¿Y qué es la libertad?
-La libertad no existe, como no existe el hombre. Sólo existe el hombre
hambriento y el hombre libre.
-¿Y qué es ser un hombre libre?
-No decir y no hacer lo que los hombres libres quieren que uno diga y
haga.
-¿Y si te obligan?
El hombre libre se rió.
-Precisamente -digo-, ahí está la fuerza del hombre libre. Nadie puede
obligarlo a decir ni hacer lo que no quiere.
-Sin embargo -dijo el otro, ahora, por ejemplo, te obligan a no estar con
la
mujer que amas.
-¿Y quién te dijo -contestó el hombre libre- que no estoy con ella?

Dardo Sebastián Dorronzoro

Vamos a ver / dardo dorronzoro

Vamos a ver,
mejor dicho tendríamos que ver,
mejor dicho ya hemos visto mucho de lo que hay que ver,
hemos visto mucho pero no hemos tocado,
mejor dicho nos han tocado, nos han apaleado, nos han enjaulado,
y hemos tenido poco,
mejor dicho no hemos tenido nada,
mejor dicho hemos tenido hambre, a veces, dolor en los huesos,
dolor en las uñas, dolor en las tripas, dolor en los hijos, dolor en la
sangre,
nunca hemos tenido otra cosa,
mejor dicho nos han tenido,
mejor dicho nos han dado vuelta del revés y del derecho,
mejor dicho nos tienen,
mejor dicho nos beben y nos respiran,
mejor dicho nos empaquetan,
mejor dicho nos empaquetan y nos despachan,
mejor dicho nos entierran sin muchos honores,
mejor dicho nos tiran a un pozo cualquiera,
pero vamos a ver,
mejor dicho tendríamos que ver,
mejor dicho tendríamos que hacer algo,
mejor dicho no solamente tocar la guitarra,
mejor dicho no solamente decir que somos bravos,
mejor dicho tendríamos que agarrar al mundo por las cuatro puntas,
mejor dicho agarrar el mundo y darlo vuelta para que caiga todo lo que no
no sirve,
mejor dicho para que caiga toda la basura.

Dardo S. Dorronzoro

Me declaro culpable, muy bien, pero
debo advertirles
que ya ustedes me mataron, me enterraron,
me borraron todas las arrugas y las lágrimas de mis hermanos,
y me dijeron
que te diviertas con los gusanos, pero olvidaron
de borrar
las huellas
que mis pasos marcaron
en tantas calles y caminos del mundo."

Dardo S. Dorronzoro
(poeta desaparecido durante la dictadura militar argentina)

TODAS LAS MAÑANAS-Dardo Dorronzoro

No me cortarán el viento de los ojos,
yo te digo;
no me cambiarán de azul la torre de los pinos,
ni manejarán palomas con las nubes de mis dedos.
Yo soy todas las mañanas de los hombres, te digo,
todos los inviernos, todos los eneros,
yo soy una sangre perdida en la calle más antigua,
una espuma de llanto y una tos en los jergones;
yo soy para siempre en mi último camino.

 
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