CUADERNO DEL ALDEANO

EL PLACER DE LOS ADVERTIDOS
CUADERNO DEL ALDEANO
Yannit Pozo Castillo

LECCIÓN DEL PUENTE
Puedo aprender a ser puente.
Manera íntima de saberme una espalda sin límites.
Límites como barrotes, como guerreros al encuentro del vacío.
Puedo asombrar al espejo con metáforas que juegan a corromper cimientos,
huesos que he sabido cubrir con un rostro.
Tengo sombra propia, y me aguijonea.
Bretón podrá declarar al rocío con cabeza de gata que se mecía en el puente.
Quizás sea yo mismo sobre mi espalda
pensando en mecer al tiempo
que pretende dibujar la música del óxido.
Ignora que soy sordo, y que mi frente es de agua.
Un poeta pudiera dibujar en el agua, pero el tiempo no, él se dedica a masticar poetas.
puede ser un lugar común dibujar en el agua. A Bretón se le pudo haber ocurrido
dibujar el rocío con una cabeza de gata, pero hasta él, dibujó en el agua.
Ser puente no es nada difícil, solo hay que dejarse corromper un poco,
y que te huellen la memoria.



MI CIUDAD
Muerdo esta ciudad de vacuo vestido.
Prescindo de jardines
para que caiga la íntima lluvia.
Los parques,
relojes donde los viejos blanquean su existencia,
adornos del olvido.
Mi casa cobija el pincel de Lezama,
un poco de música aristotélica.
Odiado por los conciudadanos
camino avenidas sin títulos;
balcones
bancos
y latas acongojadas
escuchan mis silenciosas estrellas.
Mis pasos tupieron todas las estufas,
ningún lobezno atacará.
Llega mi noche,
y escalo la más alta fortificación:
el tiempo.
Espero la necesaria ráfaga de dudas
que me despeine,
me sumerja
y haga de mi cuerpo,
materia para jardines.



AL TREN DE CUMANAYAGUA
Un tren avanza sobre su ausencia.
La huella oxidada se abraza
al silencio de los árboles.
Usurpa el sudor del que viaja a su desgarro.
Un tren puede dejar de ser tren
si toda la ciudad lo besa,
si su música despierta a los cómicos gorriones,
a los perros humildes que pretenden noticias sobre los otros perros,
a los mármoles del cementerio.
Animal sagrado
bueno para conspirar en contra de geografías.
Ya los viajeros tatúan vísceras
en el pavimento.
Ya le amputaron las patas a este grillo
musical en su mutis.

JAMÁS HE VISTO
Jamás he visto dónde duermen los gorriones.
En mi ciudad las esquinas saben a cábala.
Los gorriones se nutren del humo,
poseídos transeúntes que todo distorcionan.
Las esquinas guardan un Guernica,
un imperio de palabras.
Los transeúntes, ágiles gacelas,
nunca han poblado una esquina.
Los gorriones, pequeños fantasmas,
nunca han poblado mi ciudad.
Jamás he visto cómo duermen las esquinas.



LOS PORTALES Y YO
I
Hoy he caminado de portal en portal,
como un desierto en el desierto
y soy yo mismo
caminando por mi frente,
por los poros de la pared.
Las puertas se abrieron,
nubes amuralladas
que el viento sedujo.
Salí de mis huesos,
ahora soy casa orientada al vacío.
Yo, espejo de los portales,
los portales, espejos.
Hemos poblado la ciudad,
únicos,
en amaneceres de la sombra.

II
Tenemos una ciudad que no tocamos,
que de cerca sentimos
cual polvo en los oídos,
cual ceniza olvidada en la mano
de cualquier mitad de hombre.
Siempre nos ha roído la gota del reloj
que ha muerto en su sillón;
viejos que respiran,
como los versos de cualquier salmo del sur.
Y todo se hace claro,
lo dijo Baudelaire:
"conozco las cosas mudas
y olvido las flores;
olvido también a los otros;
agujeros dentro de agujeros;
pedazos de la bruma".
Tengo tanto detras,
y tanto en el camino,
que sé comentar las vísceras
de cada insecto pretendiente de la noche,
esa que me educa.
Hoy he caminado de mí en mí.

MI YO MARGINAL
La nada donde estoy sentado es de retama.
Mi garganta hiede cual dantesco cadáver del mes próximo.
Trituro con mi trompeta siete los finales jobescos.
El tan democrático basurero mora en mi rostro.
Los gorriones de mis ojos se han saturado.
Escalo el nicho que muerde segundos.
Forniqué con la retama de la retama.
El himen de la nada tapizó mi tambor vagante.
Avisado estoy en mi ciudad de miasma gris.
Mis zapatos y nariz, en un constante impacto con el marge, existe,
él también es mi techo;
mi "yo" devora vacuidades.



CONVERSACIÓN CON LAS CALLES
I
Pude haber sido la sombra de un edificio,
la esencia pulcra de cualquier basurero que anida impávido
en el pecho de la ciudad.
Pero soy del pavimento calador,
como el aire al polvo de las puertas.
He avanzado como un gorrión por la garganta de la rapiña,
por tu silencio harapiento.
Mis pasos seducen esa piel de túnica áspera
preñada de una extrañeza
que se aloja a la intermperie de mi ser.
Oh dueña del sudor
que lubrica el tiempo de las cosas
que sin el beso de mis manos quedan.
Repásame la suma de secretos,
desde un perro que mira como un monje
hasta la paz del indigente
que calienta tu hálito.
Sálvame de ser solo pasos que respiran,
incertidumbre que juega en el Getsemaní
que habita en cada uno de tus poros.
Tenme diamante de letanías y misterios.
II
Hoy suspiran los ruisueños edificios,
sus sombras calientan la justicia de tus curvas,
y te lamen espejo.
Nuevamente me he sentado en el humo
que es después de la lluvia,
y he tomado el jadeante pincel
con que la noche peina tus contornos.
III
El mendigo extiende su mano.
Me ofrece aire,
un mendrugo de silencio.

sábado, 6 de septiembre de 2008

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